Juan Mayorga traza el mapa de la vida en un mundo de muerte
El dramaturgo se adentra en el gueto de Varsovia con 'El cart¨®grafo', una obra contra el olvido que protagonizan Blanca Portillo y Jose Luis Garc¨ªa P¨¦rez
Eran fotograf¨ªas en blanco y negro, con una leyenda que indicaba el lugar exacto donde fueron tomadas. Hab¨ªa retratos de peluqueros, de prostitutas, im¨¢genes de ni?os jugando en las calles, hasta una boda. Instant¨¢neas de gente, de vida, expuestas en una sinagoga de Varsovia. Juan Mayorga marc¨® con cruces todas aquellas se?as en un mapa que le hab¨ªan facilitado en el hotel y las busc¨®. No encontr¨® nada. Todo ese mundo de vida que se asomaba en las fotos hab¨ªa desaparecido, calles, edificios, parques. Solo al final, encontr¨® una piedra negra, quemada, con los nombres de algunos supervivientes del gueto de Varsovia. Era el ¨²nico recuerdo en pie del mundo de horror y de muerte que vivi¨® la capital polaca durante el dominio nazi.
Sucedi¨® en enero de 2008 durante un viaje del dramaturgo a Varsovia. Su experiencia personal la volc¨® poco despu¨¦s en la escritura de El cart¨®grafo, aderezada con una leyenda: la de un anciano cart¨®grafo, empe?ado en realizar un mapa que recogiese el pulso de la vida en ese espacio de horror, en el gueto de Varsovia, ¡°en esas calles en que hombre cazan a hombres¡±, a trav¨¦s de los ojos de una ni?a, su nieta. La obra, un grito seco y directo contra la dictadura del olvido, que toca heridas muy profundas colectivas y personales, est¨¢ protagonizada por Blanca Portillo y Jos¨¦ Luis Garc¨ªa P¨¦rez, que interpretan todos los personajes. Tercer montaje que dirige Juan Mayorga (Madrid, 1965), tras La lengua en pedazos y Reikiavik, El cart¨®grafo se estrena ma?ana en el Teatro Calder¨®n de Valladolid y, a partir de enero, se podr¨¢ ver en las Naves del Matadero de Madrid.
Un ¨²nico espacio, un ¨²nico vestuario, dos tiempos (2016 y 1940) que se van cruzando y varios personajes. Sin jugar al travestismo ni al virtuosismo, sino convocando y buscando una y otra vez la complicidad del espectador, Jos¨¦ Luis Garc¨ªa P¨¦rez y Blanca Portillo dan vida al diplom¨¢tico espa?ol destinado en Varsovia y su esposa, al viejo cart¨®grafo y su nieta, y tambi¨¦n al resto de personajes que terminan componiendo, en un lugar de enclaustramiento, toda una cartograf¨ªa teatral y vital.
Rojo y negro
El rojo es el color dominante en un escenario de suelo negro, con poqu¨ªsimos elementos, que huye de la escenograf¨ªa poderosa para ir a la b¨²squeda de un espacio limpio donde invocar la memoria, un lugar en el que se produzca no solo un encuentro de tiempos, sino tambi¨¦n un di¨¢logo y conflicto entre esos dos tiempos. ¡°No jugamos al minimalismo¡±, asegura Mayorga, tras un ensayo estremecedor, en una sala del barrio madrile?o de Carabanchel. ¡°Participamos de la visi¨®n del teatro conforme a la cual la gente se re¨²ne para imaginar, un lugar donde imaginamos juntos y cada uno a su modo. Esperamos mucho del espectador y eso nos ha llevado a fijarnos en el centro del hecho teatral que es la elocuencia del actor. Nos hemos planteado la opci¨®n de expresar m¨¢s con menos, sabiendo de alg¨²n modo que est¨¢bamos condenados al fracaso por la enormidad de lo que estamos contando. Hablamos del exterminio de los jud¨ªos europeos y ese dolor es irrepresentable. Hacemos a cada espectador testigo del suceso m¨¢s violento de la historia de la humanidad, de la industrializaci¨®n de la muerte. No podemos reconstruir eso y cualquier expresi¨®n evidente de la violencia ser¨ªa suplantar esa violencia inimaginable¡±, contin¨²a el dramaturgo, referente en el teatro espa?ol, fil¨®sofo y matem¨¢tico, Premio Nacional de Teatro en 2007.
¡°Hay cuatrocientos mil seres humanos ah¨ª fuera en peligro. Vuelve a la calle y abre bien los ojos. Y preg¨²ntate luego qu¨¦ debe ser recordado¡±, le dice el cart¨®grafo a su nieta, tocado por un impulso moral de dejar trazado para la posteridad un mapa de vida, de sue?os y pesadillas, de l¨ªneas de felicidad y desdicha, de miedo y de esperanza. Todo para luchar contra el olvido. ¡°No quiero o¨ªr cuentos. S¨®lo dime lo que has visto¡±, a?ade el anciano a la ni?a.
Como los mapas, en el teatro todo responde a una pregunta que alguien se ha hecho. La reflexi¨®n de Mayorga se hace de nuevo visible en este montaje. ¡°La obra responde al conflicto entre recordar y olvidar. El mapa del cart¨®grafo es un mapa contra el olvido, en el que marca aquello que nunca debe ser olvidado, que es lo que pretenden todas las dictaduras. Habla de la memoria colectiva frente al pasado, pero tambi¨¦n de la mirada al pasado personal de cada uno. Queremos someter al espectador al conflicto de hacer memoria sobre la herida que sangra todav¨ªa en Europa, dejando a un lado lo que yo llamo la dictadura del presente, que incita siempre al olvido¡±.
Dolor personal y ajeno
Blanca fue el nombre que el autor puso al personaje femenino de El cart¨®grafo, en una especie de conjura invocando de alguna manera a Blanca Portillo (Madrid, 1963), una actriz con la que nunca hab¨ªa trabajado directamente. ¡°Cuando le¨ª la funci¨®n me sobrecogi¨® ese empe?o por rescatar la memoria, por sacar a la luz todo aquello que vamos tapando, por realizar una cartograf¨ªa del dolor personal y del ajeno, que es la idea con la que voy a ir al teatro cada d¨ªa. La fortaleza est¨¢ en no dejar de mirar atr¨¢s. Tapar, hacer como si las cosas no existiesen, no es precisamente la manera de sanar¡±, dice la int¨¦rprete, que viaj¨® a Varsovia para realizar el mismo recorrido que en su d¨ªa hiciera Mayorga.
Tambi¨¦n ella solo encontr¨® la piedra negra tallada, bajo la cual se esconde un mapa de dolor. ¡°Nuestro anhelo es que cada espectador se preguntase por el suelo que pisa y desease trazar su propio mapa¡±.
Espacio para la imaginaci¨®n
Lo que uno no lee en los libros de historia. Eso es lo que se van a encontrar los espectadores de El cart¨®grafo. Poes¨ªa y emoci¨®n en un montaje limpio y sin artefactos. "Cuando la historia te toca sin trazos generales, son cap¨ªtulos de un libro de historia. Cuando toca lo concreto hace explotar la posibilidad de revivir aquello en cada uno de nosotros. Y da igual que sea el gueto de Varsovia, el horror de la ciudad siria de Alepo o la batalla de Belchite. Para apreciar la crueldad y el dolor humano hay que ir siempre al peque?o detalle, a la peque?a escala". As¨ª ve el actor Jos¨¦ Luis Garc¨ªa P¨¦rez (Sevilla, 1972), feliz de reencontrarse con una apuesta tan radicalmente teatral como han planteado con esta funci¨®n, que se convierte en todo un espacio abierto a la memoria y a la imaginaci¨®n. Para su autor, "la opci¨®n por un teatro de la imaginaci¨®n, por el derecho a crear tus propias im¨¢genes, es ya en s¨ª una opci¨®n moral y pol¨ªtica. Y m¨¢s, cuando el ojo dominante de este tiempo, en el que todos llevamos una pantalla en el bolsillo, ejerce esa dictadura atroz contra la imaginaci¨®n".
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