Cuando Buero Vallejo se quej¨® a Fraga
Las cartas in¨¦ditas entre el dramaturgo y el escritor Vicente Soto revelan c¨®mo la dictadura atrap¨® a uno en Madrid y a otro en Londres
En los a?os en los que arreciaba el franquismo en Espa?a, dos escritores fraguaron una intensa amistad que fue creciendo a lo largo de medio siglo con la levadura de una correspondencia continuada y sincera. Las cartas iban y ven¨ªan de Londres a Madrid cada semana: Querido Toni; querido Vicente. Toni es el dramaturgo Antonio Buero Vallejo (1916-2000); Vicente Soto (1919-2011), el escritor valenciano al que conoci¨® en una tertulia madrile?a y que pas¨® a m¨¢quina Historia de una escalera, estrenada en 1949. Por aquel entonces comenz¨® la amistad.
Este a?o se cumplen 100 del nacimiento de Buero, en Guadalajara. Con ese motivo, el profesor Domingo R¨®denas, de la Universidad Pompeu Fabra, publica una selecci¨®n de aquellas cartas, in¨¦ditas hasta ahora, que abarcan desde 1954 hasta 2000. Medio siglo de intimidad que sale a la luz gracias a la colecci¨®n Obra Fundamental de la Fundaci¨®n Banco de Santander. Medio siglo de pesimismo y ¨¢nimos compartidos, de an¨¢lisis cultural, de vida familiar, de esperanza en el futuro. "Ven a vernos a Londres", rogaba Soto a su amigo. "No se te ocurra volver a Espa?a", recomendaba Buero.
Ambos autores representan la doble cara de una moneda amarga: la dictadura. El comunista Buero ¡ªsiete a?os estuvo en la c¨¢rcel¡ª ten¨ªa prohibido salir de pa¨ªs; a Soto, el hambre y el hostigamiento ¡ªera af¨ªn al partido socialista¡ª le forzaron al exilio. Lleg¨® a Londres en 1954, solo y sin papeles, y empez¨® fregando platos. Luego reagrup¨® a su familia. La vida all¨ª era de otro planeta.
La ¨²nica forma de verse eran las cartas. El volumen presentado ayer constituye una literatura ¨ªntima, secreta, para mostrarlo al p¨²blico, ¡°sin preservar nada, la familia ha sido muy generosa¡±, dijo ayer el profesor R¨®denas.
Por las p¨¢ginas circulan comentarios sobre Luther King, el malogrado Kennedy, el estrecho y escurridizo mundo editorial espa?ol de la ¨¦poca, los nuevos escritores que triunfaban en el tardofranquismo, pero tambi¨¦n las costumbres y entretenimientos personales, el yoga que practicaba Buero o sus creencias en los platillos volantes; o Soto le cuenta a Buero que ha estado Cela en su restaurante (donde fregaba platos): ¡°Estuve charlando con ¨¦l un buen rato. Cela dijo tantas porquer¨ªas, tantas y tan puercas cosas ¡ªobsesionado por todo lo escatol¨®gico y lo sexual, entregado ya c¨ªnicamente a su man¨ªa¡ª, como no recuerdo haber o¨ªdo a nadie en tan poco tiempo¡±.
R¨®denas: "Ninguna sala ha programado nada del dramaturgo este a?o"
En su c¨¢rcel espa?ola Buerno no es ajeno al ¨¦xito: sus obras m¨¢s conocidas triunfan en las salas patrias y en el extranjero, pero no le dejan salir. ¡°En 1963 se re¨²ne con Fraga, que ya es ministro de Franco y le hace ver el absurdo de esa situaci¨®n¡±. Todo est¨¢ a punto de cambiar cuando el Buero ¡°generoso y comprometido siempre¡± firma a favor de la protesta minera y pasa cuatro a?os sin estrenar en un teatro oficial. El profesor R¨®denas se llev¨® ayer las manos a la cabeza cuando mencion¨® que este a?o, el centenario del nacimiento del dramaturgo, ¡°ninguna sala ha programado nada de ¨¦l¡±. Le parece ins¨®lito.
Horas de madrugada
Por su parte, Soto, que se acostaba a las siete de la tarde para levantarse a las tres de la madrugada y escribir hasta que marchaba al trabajo, vivi¨® los sinsabores del olvido. En 1967 recibi¨® el Premio Nadal por su obra La zancada que, en contra de lo usual, no le abri¨® las puertas a publicaciones inmediatas.
El l¨¢piz de un artista
El universo de Buero Vallejo es el de un creador total, como autor teatral fue sobresaliente pero no lo fue menos en otras disciplinas art¨ªsticas. El retrato que realiz¨® a su amigo Miguel Hern¨¢ndez en la c¨¢rcel de la plaza de Conde de Toreno de Madrid en 1940, es uno de los m¨¢s conocidos. Coincidiendo con el centenario de su nacimiento, la Fundaci¨®n SGAE ha montado una exposici¨®n, coordinada por Ignacio Armada, en la que se incluyen materiales del Centro de Documentaci¨®n y Archivo de la SGAE (CEDOA), del Fondo Buero Vallejo y de la Fundaci¨®n Juan March, que permanecer¨¢ abierta al p¨²blico hasta el pr¨®ximo 10 de enero en la Sala Berlanga de Madrid.
La muestra comienza con un retrato de Buero, que apareci¨® en la portada de uno de los boletines de la SGAE de los a?os ochenta y contiene, adem¨¢s, ejemplares del algunos de los libros y publicaciones del dramaturgo; reproducciones de sus ilustraciones que exploran su faceta de dibujante o fotograf¨ªas de su archivo personal con algunas de sus obras que se representaron en teatros, as¨ª como carteles de estas.
El nombre de Antonio Buero Vallejo est¨¢ asociado a algunas de sus obras como Historia de una escalera. Armada destaca que la pel¨ªcula est¨¢ desaparecida y tan solo se conservan dos fotograf¨ªas que podr¨¢n verse en la muestra. En la misma, se exponen, entre otros, los libretos originales de La tejedora de sue?os, que se estren¨® en el Teatro Espa?ol en 1952.
Uno de los materiales m¨¢s destacables de la exposici¨®n es el texto Campanadas a medianoche (editorial Stockcero), la adaptaci¨®n que realiz¨® el dramaturgo espa?ol del guion de la pel¨ªcula hom¨®nima de Orson Welles que se estren¨® en 1965, manuscrito que se daba totalmente por perdido. Su hijo Carlos Buero lo encontr¨® rebuscando entre el material de su padre cuando este falleci¨®, en 2000.
¡°Fue como encontrar un tesoro, incre¨ªble, no nos lo pod¨ªamos ni imaginar, est¨¢bamos convencidos realmente de que ese texto estaba perdido y si no lo estaba, de que ser¨ªa un texto menor¡±, asegura Luis Deltell, editor del libro junto a Jordi Mass¨®.
Con ¨¦xito o sin ¨¦l, ambos autores cayeron en cierto olvido, cuando no maltrato, seg¨²n el profesor R¨®denas, y fueron arrollados por una nueva generaci¨®n de j¨®venes escritores. Buero se lamentaba en 1969 de los editores que escurr¨ªan el bulto con su amigo Soto. Los ve¨ªa ¡°acomplejados y derrotistas con lo propio¡± y dedicados todos a ¡°ciertos novelistas sudamericanos¡±. El King¡¯s College resta?ara en parte esa herida con un homenaje que tributar¨¢ en enero al autor de Vidas humildes, cuentos humildes (1948) o Tres pesetas de historia (1983). El legado de Soto ya est¨¢ traslad¨¢ndose a este colegio brit¨¢nico para recuperar su memoria.
La de Buero no parece tampoco estar en su mejor momento, habida cuenta de que en su centenario no ha sido representado en salas oficiales. ¡°A Buero se le acus¨® de cierta derechizaci¨®n, algo que le espantaba. ?l segu¨ªa participando en m¨ªtines del PCE en la Transici¨®n. Tambi¨¦n estuvo en la calle para impedir el desahucio del dramaturgo Lauro Olmo, por ejemplo¡±, record¨® ayer Rod¨¦nas.
M¨¢s cauto hab¨ªa sido en sus cartas cuando la dictadura soltaba sus dentelladas. Soto se derramaba desde el inicio en cari?o hacia el dramaturgo adusto, pero el autor de En la ardiente oscuridad no se fue soltando sino con los a?os. Aquella levadura de las cartas fue fraguando en una amistad cocida a fuego lento que solo acab¨® con la muerte de Buero en 2000.
La ¨²ltima carta recogida en el libro, cuando ya las conversaciones telef¨®nicas las fueron espaciando, es un p¨¦same de Soto a la viuda, un d¨ªa despu¨¦s del fallecimiento. ¡°Ayer le vimos aqu¨ª en casa. No estoy hablando de fantasmagor¨ªas. De repente se nos plant¨® delante, en la pantalla de la tele. Millones de ingleses y otros europeos tuvieron que verle tambi¨¦n [... ]Se subray¨® su paso por la c¨¢rcel, su condena, su significaci¨®n, toda su obra. ?Quer¨¦is creer que hasta de Historia de una escalera se mostr¨® una larga escena?¡±. Era un 29 de abril del a?o 2000.
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