¡°A la nostalgia ochentera le falta cr¨ªtica¡±
Leonardo Cano debuta en la novela con 'La edad media', donde retrata los sue?os rotos de su generaci¨®n
El para¨ªso perdido es aquello a lo que ya nunca llegaremos. Como un taburete, esta historia tiene tres patas que la sustentan. Por un lado est¨¢ un chat, sostenido durante a?os, que plasma la evoluci¨®n de una pareja. Por otro, el relato en presente de un funcionario de Justicia al que la cercan¨ªa del dinero (?o fue la vida?) acaba corrompiendo. Un presente marcado por la desilusi¨®n que tiene su origen en el tercer relato: el per¨ªodo formativo de la secundaria en el exclusivo colegio del Bosco en los ochenta. Tres tiempos construidos en torno a una cena de antiguos alumnos en la que pasar la vida a limpio. Tres tiempos que tejen La edad media, la novela con la que Leonardo Cano (Murcia, 1977) debuta en la ficci¨®n y con la que es finalista del premio europeo a mejor primera novela del Festival de Chamb¨¦ry (Francia).
En primer lugar hay que preguntarle por la forma del relato. ?C¨®mo le surgi¨® esa triple cara? Especialmente la parte del chat.
Surge de la necesidad de contar una historia en tres tiempos, adem¨¢s una historia que abarca un largo tiempo, que entrecruza pasado y presente. Tres narradores que aunaran fondo y forma. La repetici¨®n del ¡°Y¡¡± (La parte del colegio es una sucesi¨®n cientos de frases lapidarias que comienzan siempre as¨ª), ese nosotros a la vez personal e impersonal, mostraba un ritmo acelerado, que es reflejo de la ansiedad por el futuro de esos chavales que estudian. Y con el "chat", digamos, quer¨ªa mostrar la influencia de las nuevas tecnolog¨ªas en las relaciones, sobre todo a distancia. C¨®mo esas tecnolog¨ªas ya no solo facilitan la relaci¨®n, sino que la afectan. La intervienen. Tambi¨¦n, me parec¨ªan interesantes los silencios con los que esa parte del chat me permit¨ªa jugar, porque lo realmente importante de una relaci¨®n se dice en persona. Pero claro, lo que pasa en persona tiene su huella en la forma de comportarse por el chat la pr¨®xima vez. Me gustaba que el lector se imaginara lo que pasaba en esos encuentros.
Las tecnolog¨ªas ya no solo facilitan una relaci¨®n a distancia, sino que la afectan. La intervienen
?Es, la literatura del hoy, la de los sue?os rotos?
Es un tema, el de la realidad frente al deseo, que ha impregnado la literatura desde siempre. Es un leitmotiv ancestral. Ahora bien, ?que si creo que mi generaci¨®n est¨¢ profundamente herida por ver sus sue?os frustrados? S¨ª, lo creo. Somos una generaci¨®n a la que se le dej¨® muy claro que si eras buena persona y buen estudiante, tendr¨ªas un futuro asegurado. Y la crisis nos ha golpeado con mucha brusquedad al romper esa burbuja.
Ahora hay cierta explotaci¨®n iconogr¨¢fica de ese periodo, de la juventud de esa generaci¨®n.
La hay. Pienso en libros como Yo fui a EGB, por ejemplo. Se mira con cierta reverencia a esa ¨¦poca, es justo eso, nostalgia, y es muy interesante. Pero claro, tambi¨¦n tenemos que hacer una reflexi¨®n cr¨ªtica de esos tiempos. Es una ¨¦poca de diferentes caras, con sus cosas buenas y malas. Yo reflejo una educaci¨®n que era como una selva.
Se tiende a mirar con cari?o esa parte formativa de la vida, a destacar la amistad imperecedera, los descubrimientos adolescentes. Pero su novela va por otros derroteros: traumas, rencores que sobreviven en el tiempo¡
Porque no hay que edulcorar el pasado, esas cosas tambi¨¦n estaban. Tuve, justo hace dos semanas, una cena de reencuentro de antiguos alumnos como la que describe la novela. Bueno, pues vi dos cosas. Una, el inter¨¦s desmedido por saber qu¨¦ hab¨ªa sido de los dem¨¢s. Tambi¨¦n, un intento de muchos de imponer un nuevo relato sobre lo que era su vida. Como si rindieran cuentas con su pasado. En la novela hay un personaje que se corrompe y roba. Como la vida no ha colmado sus aspiraciones, ¨¦l las toma por la fuerza. Transgrede una l¨ªnea moral para poder llegar a la vida que siempre quiso. No es como robar, claro, pero las redes sociales, y este tipo de eventos, tienen un punto de eso. Reinventar tu vida, venderla de una forma m¨¢s parecida a como te gustar¨ªa que fuera que a como es en realidad.
Entonces, ?esa generaci¨®n es m¨¢s ni?a que otras? En el sentido de que quiz¨¢ su relato vital posterior no ha tenido el peso suficiente como para tapar esa primera juventud.
En una cena de antiguos alumnos, muchos intentan imponer un nuevo relato sobre lo que era su vida. Pasarla a limpio
Estoy de acuerdo. La gente de esa generaci¨®n prolongamos la adolescencia, la juventud. Pienso que es por la situaci¨®n econ¨®mica, m¨¢s desahogada, que vivimos, pero lo cierto es que entre una persona de 20 a?os y una de 40 hay hoy pocas diferencias. Sus intereses son m¨¢s o menos los mismos. Quiz¨¢ los de 40 meten la posibilidad de tener hijos en la ecuaci¨®n, pero por lo dem¨¢s es lo mismo: tener un trabajo, ir tirando, divertirse con los amigos los fines de semana.
Hay un momento de la novela en el que dos personajes conversan sobre el trabajo. Y uno expone, de forma bastante convincente, que en realidad cualquiera puede desempe?ar cualquier oficio.
Neurocirujanos aparte, yo creo que a todo el mundo se le puede ense?ar un trabajo. Todo depende de que te dejen tu espacio, de que no te exijan demasiado al principio, de que aprendas a tu ritmo. Ah¨ª entra un factor del que no se nos habl¨® a nosotros; hablaba antes de la suma de ser buen estudiante y buena persona para tener un buen trabajo, pero se nos escatim¨® la otra parte: la suerte. Adem¨¢s, no podemos ignorar que, en un mundo que en general est¨¢ m¨¢s preparado que nunca, tener un padre consejero, un amigo empresario o un cu?ado poderoso, ayuda. Es el mundo que nos ha tocado vivir.
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