La dictadura de la imagen
Con tanta belleza como en su primera pel¨ªcula, aunque deambulando por la fina l¨ªnea que separa refinamiento de vacuidad, Tom Ford cuenta un doble relato
Uno de los tipos m¨¢s estilosos en el arte contempor¨¢neo ha decidido comenzar su segunda pel¨ªcula con una imagen de marca: crear algo hermoso a partir de unos elementos que supuestamente no lo son. Un grupo de mujeres gordas, de pechos fl¨¢cidos y carnes arrugadas, casi completamente desnudas, bailan sobre pedestales como una especie de majorettes hiperrealistas, de modelos descartadas por Rubens que acaban creando un cuadro de la falsa imagen de la sociedad contempor¨¢nea. A c¨¢mara lenta, con delectaci¨®n. Tom Ford, dise?ador de moda, director de la notable Un hombre soltero (2009), nos habla en Animales nocturnos, su segunda pel¨ªcula, de la dictadura de la imagen. Pero, a pesar de ese espectacular comienzo, no tanto de la que ofrecen los medios de masas como de la imagen que ofrecemos a los que nos rodean y la que estos tienen de nosotros.
ANIMALES NOCTURNOS
Direcci¨®n: Tom Ford.
Int¨¦rpretes: Amy Adams, Jake Gyllenhaal, Michael Shannon, Armie Hammer, Isla Fisher.
G¨¦nero: drama. EE UU, 2016.
Duraci¨®n: 115 minutos.
Con tanta belleza como en su primera pel¨ªcula, aunque tambi¨¦n deambulando en ocasiones por la fina l¨ªnea que separa la sofisticaci¨®n y el refinamiento del peligro de la vacuidad, Ford cuenta un doble relato que se desarrolla en paralelo: el de dentro, el secuestro de una familia en una carretera nocturna, escrito en una novela; y el de fuera, el de la existencia de la mujer que la lee, exesposa del escritor. Con esos elementos, un excelente manejo del tempo secuencial, y un fatalista aire de cine negro, Ford ha compuesto una historia turbia y desasosegante sobre la huida y la venganza, sobre la cobard¨ªa, la debilidad y la impostura.
Basada en una novela de Austin Wright, Animales nocturnos, que es tambi¨¦n una pel¨ªcula sobre la renuncia y la imposibilidad de caminar hacia delante cuando el remordimiento hace que te tropieces a cada paso, est¨¢ formada por una suma de magn¨¦ticos momentos que, sin embargo, no acaban de empastar en un discurso con un nivel de trascendencia acorde con sus intenciones. Como una instalaci¨®n de arte moderno, y lo de las gordas del inicio lo era, que causa una sensaci¨®n poderosa pero poco duradera y, en cierto sentido, tambi¨¦n falsa, la del estado de duermevela de un animal nocturno cansado de serlo.
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