El retratista de Fidel
El pintor ecuatoriano Oswaldo Guayasam¨ªn retrat¨® en cuatro ocasiones al l¨ªder cubano
En el preludio de la Revoluci¨®n Cubana, un pintor ecuatoriano que ya gozaba de cierta fama se plant¨® en la isla y consigui¨® que el l¨ªder de la insurrecci¨®n posara para ¨¦l 30 minutos. Su nombre era Oswaldo Guayasam¨ªn y pint¨® a Fidel una noche de mayo de 1961, en una terraza de La Habana. El lienzo result¨® una mezcla de Quijote y de personajes famosos de las guerras independentistas de Bol¨ªvar. El retratado dijo no reconocerse en el cuadro, pero as¨ª era como Guayasam¨ªn lo ve¨ªa.
Ese encuentro fue el inicio de una amistad que dur¨® 40 a?os. El c¨®nsul de Cuba en Ecuador, Pedro Mart¨ªnez P¨ªrez, que fue testigo de la labor del retratista, a?os m¨¢s tarde cont¨® en un libro que el comandante no pudo permanecer quieto y que iba del tabaco a las preguntas: quer¨ªa saber la procedencia de los ¨®leos, el tipo de pincel, la pintura, el arte, la pol¨ªtica y la geograf¨ªa del Ecuador.
Guayasam¨ªn se propuso pintar a Fidel cada cinco a?os, pues estaba convencido de que la esencia del l¨ªder cubano no se pod¨ªa atrapar en un solo lienzo. ¡°Tiene muchas facetas y cada una merece un retrato: su ternura, su memoria, sus conocimientos, su oratoria, su firmeza, su fe en los pueblos, su generosidad, su dignidad¡ Tendr¨¦ que pintarlo 20, 30 veces para captar cada una de sus maneras profundas de ser¡±, dec¨ªa el artista.
Fidel finalmente pos¨® para Guayasam¨ªn en tres ocasiones m¨¢s: en 1981, en 1986 y en 1996, el d¨ªa del cumplea?os n¨²mero 70 del entonces mandatario cubano. Esos cuadros, a excepci¨®n del primero, que desapareci¨® de la Embajada de Ecuador en Cuba, se quedaron en La Habana; uno se exhibe en el Ministerio de Educaci¨®n, y los otros dos en la casa-museo que el Gobierno cubano cedi¨® a la Fundaci¨®n Guayasam¨ªn.
El pintor ecuatoriano sent¨ªa gran admiraci¨®n por el proceso cubano. Su hijo y custodio de su obra, Pablo Guayasam¨ªn, cree que la atracci¨®n de su padre al socialismo cubano se deb¨ªa a su origen: ¡°?l mastic¨® y convivi¨® con el hambre y fue discriminado por tener un padre ind¨ªgena y una madre mestiza. Era l¨®gico que optara por una posici¨®n en defensa de los humildes de la tierra, y eso representaba el comandante Fidel Castro para ¨¦l¡±.
En la casa del pintor ecuatoriano en Quito, que ahora es museo, abundan las im¨¢genes que cuentan la cercan¨ªa que tuvo Guayasam¨ªn con Fidel. El cubano aparece con su eterno traje verde oliva y parece escuchar atento al ecuatoriano. Las ¨²ltimas fotograf¨ªas son de 1999 y corresponden a la ¨²ltima visita que hizo el pintor a Cuba poco antes de morir. En estas aparece incluso Gabriel Garc¨ªa M¨¢rquez, que fue otro de los asiduos visitantes de la isla.
Guayasam¨ªn plasm¨® el dolor del pueblo cubano en dos obras que pint¨® entre 1963 y 1965, poco despu¨¦s de su primera visita a Cuba. Homenaje a los m¨¢rtires fue una serie de cinco cuadros que muestran a los presos torturados en las c¨¢rceles del dictador Fulgencio Batista.
Playa Gir¨®n fue la segunda pieza que el artista pint¨® y representa a uno de los tantos adolescentes que cayeron en la batalla de Bah¨ªa de Cochinos. Este lienzo pertenece a La Edad de la Ira, colecci¨®n pict¨®rica que re¨²ne los lugares donde la humanidad pereci¨® en el siglo XX, como los campos de concentraci¨®n nazis, la Guerra Civil espa?ola, las dictaduras en Am¨¦rica Latina y las bombas de Hiroshima y Nagasaki.
La primera vez
Tras la muerte de Guayasam¨ªn en 1999, Fidel consigui¨® que los presidentes de la regi¨®n reunidos en la Cumbre Iberoamericana celebrada en La Habana declararan a su amigo ¡°El pintor de Iberoam¨¦rica¡±. Para 2002, el comandante viaj¨® a Quito para la inauguraci¨®n de la Capilla del Hombre, un recinto que guarda la obra de Guayasam¨ªn, y que recibi¨® la donaci¨®n de un mill¨®n de d¨®lares que el mism¨ªsimo Fidel consigui¨® en una subasta de los m¨¢s exclusivos cigarros cubanos.
El l¨ªder cubano se refiri¨® a Guayasam¨ªn como ¡°la persona m¨¢s noble, transparente y humana¡± que hab¨ªa conocido y rememor¨® su primer encuentro: ¡°Recuerdo aquella vez, muy al principio de la Revoluci¨®n Cubana, cuando en medio de agitados d¨ªas, un hombre de rostro ind¨ªgena, tenaz e inquieto, ya conocido y admirado por muchos de nuestros intelectuales, quiso hacerme un retrato. Por primera vez me vi sometido a la torturante tarea, ten¨ªa que estar de pie y quieto, no sab¨ªa si durar¨ªa una hora o un siglo, nunca vi a alguien moverse a tal velocidad, mezclar pinturas que ven¨ªan en tubos de aluminio con pasta de dientes, revolver, a?adir l¨ªquidos, mirar persistente con ojos de ¨¢guila, dar brochazos a diestra y siniestra sobre un lienzo, en lo que dura un rel¨¢mpago y volver sus ojos sobre el objeto asombrado viviente, respirando fuerte, como un atleta sobre la pista en una carrera de velocidad¡±.
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