La bendici¨®n de no entender
El festival austriaco de m¨²sica experimental de Wels cumple 30 a?os convertido en un referente de la vanguardia europea
Ante la experiencia de no entender caben dos reacciones: hostilidad contra lo que suena distinto o deseo de escuchar m¨¢s para descifrar el enigma. Todo indica que Andreas Rabl, desde 2015 alcalde del ultranacionalista Partido Liberal de Austria (FP?) en Wels (60.000 habitantes), ciudad de la Alta Austria sin especial atractivo, pertenece a la primera categor¨ªa. Lo que es seguro es que los cerca de 500 asistentes al certamen anual de m¨²sica experimental Music Unlimited, que agotaron recientemente las entradas del centro sociocultural Alter Schl8hof, se pueden englobar en la segunda.
A los organizadores del festival, que este a?o celebr¨® entre el 11 y el 13 de noviembre su trig¨¦sima edici¨®n, les inquietan las intenciones del regidor, que ya ha aplicado los recortes al vecino hostal municipal para la juventud. ¡°Si pueden ahorrar dinero con nosotros, nos tememos que lo hagan¡±, explic¨® en los camerinos el ¨²ltimo d¨ªa el director art¨ªstico del festival Wolfgang Wasserbauer, de 54 a?os, que configur¨® para fijar la efem¨¦ride un memorable cartel con nombres como Peter Brotzmann, Heather Leigh, The Ex o Mats Gustafsson.
Wasserbauer pertenece a una asociaci¨®n cultural ¡°destinada a contrarrestar la inercia del ocio consumista¡± en la ciudad con una programaci¨®n musical estable de jazz, rock, electr¨®nica o rap, que dura todo el a?o y halla su culminaci¨®n en Music Unlimited. La cita convoca a amantes de la sorpresa de todas partes del mundo para los que este conf¨ªn de la Austria es sin¨®nimo de sonidos de vanguardia en oto?o. ¡°Menos de un 10% de los asistentes son locales¡±, confirma el director sobre un festival que, explica, se financia en algo menos de la tercera parte con la venta de entradas. El resto proviene de las arcas p¨²blicas, entre aportaciones del Gobierno central, del estado de Wels y del Ayuntamiento.
Inspirado por otros cert¨¢menes europeos comprometidos con el riesgo (Mulhaus, Nickelsdorf y Saalfelden), Wasserbauer decidi¨® en 1987 iniciar una aventura que cost¨® consolidar. Para lograrlo, result¨® clave el local, un edificio de dos pisos de aire punk organizado en torno a un auditorio de butacas apretujadas y sorprendente ac¨²stica, adornado para la ocasi¨®n con unos cap¨®s de coche antiguos y volantes colgados del techo en un montaje cuya est¨¦tica recordaba a las fantas¨ªas retorcidas del escritor J. G. Ballard.
Parte del ¨¦xito del festival est¨¢ en lo que sucede en el vest¨ªbulo, donde la audiencia ¡ªaficionados, int¨¦rpretes, due?os de sellos discogr¨¢ficos, programadores de otros festivales¡¡ª se arracima en torno al bar y a los puestos de venta de discos y merchandising, donde las bandas depositan su material, no siempre f¨¢cil de encontrar, a precios razonables. Tanto esos puestos como el restaurante, los accesos, el transporte desde los aeropuertos de la cercana Linz y de Viena o la seguridad corren a cargo de unos 80 voluntarios.
¡°Si te quieres hacer una idea de lo que est¨¢ pasando en el presente de cierto tipo de m¨²sica experimental, tienes que venir a Wels¡±, explica el pianista catal¨¢n Agust¨ª Fern¨¢ndez, ¨²nico espa?ol del cartel, que dio el primer d¨ªa un memorable recital, entre la herencia de las big bands de sonido libre y el recuerdo a Frank Zappa, como parte del Nu Ensemble del en¨¦rgico saxofonista sueco Mats Gustafsson.
Tanto Gustafsson como Fern¨¢ndez forman parte del grupo de m¨²sicos fieles a la cita, que fomenta esa clase de fuertes relaciones personales. El cartel lo confecciona en a?os alternos un artista. El primer elegido fue en 1991 el guitarrista brit¨¢nico Fred Frith, que este a?o compareci¨® por partida doble: en una desangelada presentaci¨®n con el trompetista estadounidense Nate Wooley y los saxofonistas Lotte Anker y Ken Vandermark, llegados respectivamente de Copenhague y Chicago, y en un concierto a d¨²o con el austriaco Christoph Kurzmann, como parte de la programaci¨®n que se celebra fuera del recinto principal, en sitios emblem¨¢ticos de la ciudad.
¡°Creo que el tipo que m¨¢s veces ha tocado ha sido [el saxofonista alem¨¢n] Peter Brotzmann¡±, record¨® Wasserbauer, mientras se?alaba el cartel de la edici¨®n de 2011, en la que la leyenda del free jazz europeo ejerci¨® de comisario y confeccion¨® con su caracter¨ªstico estilo gr¨¢fico el pasqu¨ªn (con el mismo dise?o que adorn¨® el cofre Long Story Short, con el que el sello vien¨¦s Trost levant¨® acta en cinco CD de lo sucedido en el certamen?). Brotzmann, al que se pod¨ªa ver en otros conciertos del s¨¢bado y el domingo mezclado entre el p¨²blico con su temible bigot¨®n y su abrigo gastado, particip¨® este a?o con su ¨²ltimo proyecto: el d¨²o con la estadounidense Heather Leigh, brutal int¨¦rprete de guitarra pedal steel. Su mezcla de ruido y lirismo huracanado fue uno de los puntos ¨¢lgidos de la ¨²ltima velada de Music Unlimited.
Todo hab¨ªa empezado el viernes, con la actuaci¨®n del guitarrista japon¨¦s Otomo Yoshihide y el extraordinario baterista Hiroshi Yamazaki, d¨²o que tuvo que adelantar su comparecencia debido a un problema log¨ªstico del Mats Gustafsson Nu Ensemble, cuyo bater¨ªa, el tit¨¢nico Paal Nilssen-Love, noruego, toc¨® adem¨¢s con una sola pierna debido a una fea lesi¨®n en la parada anterior de la gira. La noche la cerr¨® The Ex, veterana banda de punk anarquista holandesa, que se trajo a unos cuantos m¨²sicos et¨ªopes, de esos que descubren en sus recurrentes viajes al pa¨ªs del Cuerno de ?frica. Especialmente interesante (aunque demasiado corta) fue la actuaci¨®n de Zerfu Demissie, que interpreta canciones para la meditaci¨®n con begena, una especie de arpa m¨¢s grave que la occidental.
El s¨¢bado lleg¨®, sobre todo en el tramo final, el turno de las mujeres. ¡°Nuestro festival es conocido por su apuesta por la m¨²sica en femenino. Nos preocupamos de ello, no somos como otros cert¨¢menes que al cerrar el cartel de pronto se encuentran con que no tienen ninguna mujer en su alineaci¨®n¡±, hab¨ªa advertido Wasserbauer. La actuaci¨®n de la banda de la alemana Ingrid Laubbrock (saxo), con las estadounidenses Mary Halvorson (guitarra) y Kris Davis (piano) y el acompa?amiento del baterista Tom Rainey, palideci¨® frente a la del tr¨ªo formado por Okkyung Lee (violonchelista surcoreana), C. Spencer Yeh (violinista chino-estadounidense) y el m¨²sico noruego Lasse Marhaug. El tr¨ªo ofreci¨® un estimulante viaje por el ruido.
Aunque la sorpresa lleg¨® al final con otro grupo mayoritariamente femenino, formado por dos noruegas, la saxofonista Mette Rasmussen, y la contrabajista Guro Skumsnes Moe, y los miembros del italiano Jooklo Duo, Virginia Genta a los vientos, percusi¨®n y piano y David Vanzan a la bater¨ªa. Rasmussen parte de las ense?anzas de Albert Ayler para llevar sus capacidades hasta el l¨ªmite, como demostr¨® en el arranque del recital, con un solo de unos 20 minutos en los que no par¨® pr¨¢cticamente a tomar aire, mientras el resto de la banda se adscrib¨ªa a la est¨¦tica de catarsis compartida de formaciones como el Art Ensemble of Chicago. Pese a que todo tuvo cierto aire de revival, el resultado confirm¨® que hay futuro en los confines menos acomodados del jazz.
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