El triste ocaso de la cer¨¢mica de Daniel Zuloaga
Hace un siglo fue un famos¨ªsimo artista, pero hoy gran parte de su obra languidece en un restaurante de Segovia
Don Eleuterio, de 79 a?os, due?o del restaurante El Lago, en Segovia, hostelero muy conocido en la ciudad, coge una catana y la desenvaina con soltura. ¡°Es del siglo XVI¡±, comenta. Las salas de banquetes est¨¢n repletas de antig¨¹edades y cachivaches, sillas Luis XIV, cuadros y mucha cer¨¢mica, muy valiosa: es asombroso que est¨¦ aqu¨ª, colocada por las mesas, colgada en las? paredes, amontonada en varias estancias, pero es la mayor colecci¨®n de obras de Daniel Zuloaga (Madrid, 1852- Segovia, 1921) famos¨ªsimo hace un siglo, el primer gran artista de esta disciplina en Espa?a. Eleuterio Laguna, conocido como Lute, calcula que tiene unas 700 piezas, pinturas incluidas. Se?ala un gran jarr¨®n sin desembalar: ¡°Hay otros dos iguales en la puerta de la Alhambra". En realidad, hasta este verano la colecci¨®n estaba en el museo del Palacio Episcopal de Segovia, presentado hace apenas tres a?os con gran boato y la presencia del nuncio vaticano. De hecho, en su web todav¨ªa aparecen las obras que se ven aqu¨ª entre pilas de platos. Pero cerr¨®, sin apenas repercusi¨®n, y Don Eleuterio se las llev¨® a su restaurante de las afueras.
El descontrol en el legado de Zuloaga tambi¨¦n emerge ahora con la recuperaci¨®n de un gran mural de 1910 que se daba por perdido. Era de una pescader¨ªa de Le¨®n y ha reaparecido en una subasta en Internet, pero nadie ha pujado y, seg¨²n los vendedores, ninguna instituci¨®n ha mostrado inter¨¦s.
"Vive tranquilo y no te apures pues detr¨¢s de ti dejas tu obra: obra de un hombre de fuerzas colosales. Dejas un ejemplo sin igual y tu nombre vivir¨¢ siempre", escrib¨ªa el pintor Ignacio Zuloaga a su t¨ªo Daniel en 1917 desde Par¨ªs, cuatro a?os antes de la muerte del ceramista. Sin embargo, el tiempo no ha sido amable con la memoria de Daniel Zuloaga, mucho m¨¢s olvidado que su sobrino. En vida era c¨¦lebre dentro y fuera de Espa?a, un personaje bohemio y novelesco, y a su taller de Segovia peregrinaban los intelectuales del 98, Valle-Incl¨¢n, y G¨®mez de la Serna, Mara?¨®n... Tambi¨¦n impuls¨® la Universidad Popular de Antonio Machado en la ciudad castellana. ¡°As¨ª era el brujo de San Juan de los Caballeros, el que hac¨ªa oro con el barro, el locuaz caballero de blancas y luengas barbas, Daniel Zuloaga¡±, escribi¨® Valle-Incl¨¢n. Daniel y sus hermanos hab¨ªan estudiado los secretos de la cer¨¢mica en la exclusiva y restringida escuela de S¨¨vres, en Francia, probablemente gracias a sus relaciones mas¨®nicas, y fueron los primeros en Espa?a en elevarla de artesan¨ªa a arte. El cambio de siglo fue el momento de oro de las artes decorativas, con la arquitectura modernista, y Zuloaga dej¨® su toque en el Palacio de Cristal del Retiro, el Ministerio de Agricultura en Madrid y m¨¢s de 400 obras en edificios de toda Espa?a.
La historia de lo ocurrido en Segovia es rocambolesca y pasto de cotilleos en la ciudad. En el Obispado solo dicen que Laguna, que gestionaba el restaurante del museo, no cumpli¨® el convenio porque ten¨ªa "dificultades econ¨®micas". ?l lo niega y argumenta que la entidad "ocasionaba m¨¢s gastos que ingresos". Laguna sostiene que no funcionaba porque el lugar quedaba "a trasmano y no iba nadie", aunque estaba en el centro hist¨®rico. En Segovia es p¨²blico que su ambiciosa inversi¨®n en un hotel de cinco estrellas y un aparcamiento en el antiguo convento de las Oblatas ha sido problem¨¢tica. Sea como fuere, se llev¨® su colecci¨®n, aunque precisa que todo se resolvi¨® de forma amistosa. Es un episodio m¨¢s de la accidentada y confusa vida del patrimonio de Zuloaga. Tras abrirse un museo en Segovia, en 1949, las deudas llevaron a los herederos a pleitos con el Estado que solo se resolvieron en 1994. Al final, lograron conservar la obra y la vendieron a Don Eleuterio. ?l cuenta que el nieto de Zuloaga, Daniel, que tambi¨¦n era ceramista, iba a comer a su restaurante, le iba fiando y al final le regalaba alguna pieza. Pas¨® algo parecido con la hija menor del artista, Teodora, la ¨²ltima de su familia directa, que falleci¨® en 1976, y que por amistad acab¨® legando su parte de herencia a otro conocido hostelero de Segovia, Amado Santos, que ten¨ªa un restaurante en la Plaza Mayor. En el caso de Eleuterio Laguna, este relata que fue haciendo amistad con el nieto y al final, cuando se necesitaba un comprador, fue quien se qued¨® con todo. Tiene m¨¢s obras que el museo de San Juan de los Caballeros, siempre cerrado, salvo los mi¨¦rcoles por la ma?ana.
Ahora para ver la obra de Zuloaga hay que coger la carretera de La Granja, hasta un restaurante de los setenta especializado en marisco, 1.500 cubiertos, reconocible por un Opel azul de 1928 aparcado en la puerta y un cartel que dice Venta de Antig¨¹edades. Don Eleuterio asegura que los Zuloaga no las venden, aunque algunos azulejos tienen una pegatina con el precio. Dice que lo que desea es llegar a un acuerdo con las instituciones para abrir un nuevo museo, en un lugar c¨¦ntrico de Segovia, para que la colecci¨®n se quede en la ciudad. Afirma que ha sondeado al Ayuntamiento y ¡°hay buena disposici¨®n¡± para encontrar un local adecuado. De momento, quita y pone las piezas seg¨²n el trabajo que haya. Estos d¨ªas est¨¢n recogidas porque tiene un banquete del PP esta semana. Las bodas son un peligro: "La gente se toma cuatro cubatas y te las puede romper". En cuanto a la seguridad y el riesgo de robos, garantiza que tiene un buen sistema de alarmas. Pese a lo heterodoxo de su figura, "Eleuterio Laguna ha sido muy importante para que no se perdiera la obra de Zuloaga", apunta Abraham Rubio, el mayor experto del artista en Espa?a.
La otra historia de actualidad nace de uno de esos encargos que le hac¨ªan al artista por toda Espa?a. Fue en 1910 para una preciosa pescader¨ªa en Le¨®n llamada Mardomingo, en la calle Cardiles. Era de un hombre de negocios "conocido en todos los ambientes financieros", seg¨²n un art¨ªculo de la ¨¦poca del Diario de Le¨®n, que quiso abrir un local mod¨¦lico. En las fotos antiguas se ve un hermoso establecimiento de azulejos, un total de 963. Cerr¨® en los sesenta y la decoraci¨®n de Zuloaga desapareci¨®. Es el mural de una de las paredes, que representa la catedral de Le¨®n, el que acaba de reaparecer en una subasta de Internet. Un arquitecto asturiano que trabajaba entonces en la ciudad vio que desmantelaban el local y se lo llev¨®. Sus hijos, al vender la casa, no sab¨ªan si era de valor o dejarlo all¨ª. "Les dije que ni se les ocurriera", cuenta Manuela Migu¨¦lez, de la casa de antig¨¹edades que lo ha puesto a la venta. Sin embargo, nadie puj¨®, la subasta qued¨® desierta y ahora espera comprador.
El precio de salida, 75.000 euros, era desproporcionado, seg¨²n los expertos. "Puede ser, pero era una manera de llamar la atenci¨®n sobre la obra", admite Migu¨¦lez, que ahora est¨¢ abierta a otras ofertas. Su mayor sorpresa, no obstante, es que ninguna instituci¨®n se haya interesado. "Es una aut¨¦ntica pena, no lo digo por el dinero, es triste que a nadie le importe". El mural descansa desmontado en cajas en Asturias. Rubio corrobora que se trata de una obra muy valiosa, y desde el Museo Nacional de Cer¨¢mica de Valencia confirman su valor y lamentan que no haya sido tutelada convenientemente. La pregunta es qu¨¦ fue del resto de paredes de la pescader¨ªa. Acabaron en la basura o alguien se las llev¨® tambi¨¦n a su casa. Quiz¨¢ la subasta las haga salir a la luz.
¡°A Daniel le salpica el estigma de Ignacio Zuloaga en la guerra¡±
En la Fundaci¨®n Zuloaga, que gestiona el legado de esta apasionante familia de artistas, reconocen con pesar la "mala suerte" que ha perseguido al legado de Daniel Zuloaga, entre piezas malvendidas por necesidad de dinero y que no siempre haya ca¨ªdo en las mejores manos. Algunas obras urbanas, como unos bancos p¨²blicos en Le¨®n, un edificio de la calle Lope de Vega de Santander, o los restos del derruido palacio de La Sisla en Toledo, se hallan muy deteriorados o en estado de abandono. Tambi¨¦n influye que la cer¨¢mica art¨ªstica no est¨¢ nada valorada en Espa?a, al contrario que en Francia o Reino Unido, donde los artistas equivalentes de Zuloaga de su ¨¦poca est¨¢n en museos nacionales. "?l era el ceramista del 98, de los paisajes y tipos espa?oles, y fue superado por las vanguardias, qued¨® un poco trasnochado", opina Abraham Rubio, m¨¢ximo experto de su obra, que no obstante subraya c¨®mo no deja de ser el ¨²nico ceramista espa?ol con un museo propio, junto a Juan Ruiz de Luna, que tiene otro en Talavera de la Reina.
¡°Adem¨¢s, el mercado privado espa?ol tiene un nivel muy bajo y parte muy importante de chamarileros y familias que comercian con esto, mucho mercado negro¡±, lamenta Ignacio Su¨¢rez-Zuloaga, presidente de la Fundaci¨®n, que sigue con preocupaci¨®n los ¨²ltimos avatares de Segovia, y tambi¨¦n la subasta del mural de Le¨®n: ¡°Lo que temo es que la obra acabar¨¢ dispersa¡±. ?l apunta otro importante factor de fondo en el paulatino olvido de este artista: ¡°A Daniel le salpica la cuesti¨®n de Ignacio Zuloaga en la Guerra Civil, que como casi todos los intelectuales del 98 y el 14, asustados por el caos, acabaron por ponerse del lado de Franco. Los Zuloaga eran liberales, bohemios, republicanos, Ignacio aparec¨ªa en las listas como comunista, pero se enfureci¨® cuando los milicianos quemaron la casa familiar en Eibar y le robaron un Greco de la caja de caudales del Banco Guipuzcoano. Se pas¨® al franquismo y se prest¨® a ser utilizado como instrumento de propaganda. Esto ha pasado una factura tremenda a los Zuloaga¡±.
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