Y ahora¡ el Instituto Cervantes
El nuevo estatuto de la Biblioteca Nacional aprobado por el Gobierno abre el turno de la renovaci¨®n para otras instituciones
Primero fue el Museo del Prado, despu¨¦s el Teatro Real, m¨¢s tarde el Reina Sof¨ªa, ahora la Biblioteca Nacional. ?Y despu¨¦s? Pues, obviamente, le toca el turno al Instituto Cervantes.
El Gobierno aprob¨® ayer, viernes, el nuevo Estatuto de la Biblioteca Nacional. Llega con retraso respecto a la urgente realidad de la gesti¨®n que necesita la cultura, y m¨¢s despu¨¦s de haber comprobado el ¨¦xito que una mayor autonom¨ªa ha proporcionado al Prado, al Real y al Reina Sof¨ªa. Sin embargo, nunca es tarde y dicho estatuto supondr¨¢ un revulsivo para una instituci¨®n vibrante, esencial y llena de vida. El nuevo marco le dota de esa libertad tan deseable contra las trabas de los retrasos burocr¨¢ticos o la kafkiana pila de informes por firmar que truncan paciencias, voluntades y achantan iniciativas.
El proyecto prev¨¦ la creaci¨®n de un comit¨¦ cient¨ªfico y dos nuevas divisiones para lidiar con la actividad cultural ¡ªcreciente en el caso de la Biblioteca¡ª y a los cruciales procesos y servicios? digitales. Adem¨¢s ¡ªmuy importante¡ª, un real patronato se encargar¨¢ de captar recursos. Esto a menudo llama a enga?o. M¨¢s en el caso de gobiernos con clara tendencia a escorar hacia lo neoliberal, como el que nos toca en suerte.
Si Crist¨®bal Montoro, el ministro de Cultura de facto a lo largo de la crisis, ha cedido, es porque debe de estar frot¨¢ndose las manos al pensar que esto exonera al Ejecutivo a la hora de proporcionar fondos o justificar su pol¨ªtica de recortes y eutanasia activa a la cultura. Pero quien as¨ª lo crea, est¨¢ confundido. Porque lo ideal en este modelo ¡ªy lo puede ser, si se aplica con justicia¡ª es que la autonom¨ªa sirva para que,? junto a lo que que debe proporcionar el Estado, se capten fondos que motiven a empresas, corporaciones, ciudadanos y sociedad civil a colaborar en su crecimiento. Es algo que debe ir acompa?ado de una fuerte, solvente y atractiva ley de mecenazgo, la gran deuda del Gobierno en la etapa anterior.
La cuesti¨®n est¨¢ en que el modelo no habilite la coartada de la desaparici¨®n del Estado en la articulaci¨®n de la gesti¨®n cultural, sino que venga a apoyarla. Ha ocurrido en el Prado, con notable disgusto de Miguel Zugaza, que acaba de dejar la direcci¨®n del museo. Los recortes de m¨¢s de un 60% desde el inicio de la crisis ¡ªunos 16 de millones de euros al a?o¡ª han convertido en raqu¨ªtica la aportaci¨®n del Gobierno en un descenso continuado en barrena que le ha irritado mucho. Lo mismo ha sucedido en los dem¨¢s museos y, algo menos, en el Real, con el consuelo de que all¨ª se muestran satisfechos del ¨¦xito ¡ªenvidiado y a imitar¡ª de su pol¨ªtica de patrocinios.
La autonom¨ªa ha llegado al fin a la Biblioteca Nacional. Esperemos que, junto a ella, no se presente el escaqueo p¨²blico del Gobierno respecto a la cultura
La autonom¨ªa ha llegado al fin a la Biblioteca Nacional. Esperemos que, junto a ella, no se presente el escaqueo p¨²blico de un Gobierno con demasiada tendencia a dejar que todo lo empape la congelada influencia de los expertos en Hacienda respecto a la Cultura.
El de la BNE ha sido un largo anhelo reivindicado insistentemente en la anterior legislatura por Ana Santos Aramburo, su actual y muy eficaz directora. Lo mismo que V¨ªctor Garc¨ªa de la Concha, responsable del Instituto Cervantes, no se rinde a la hora exigir la suya. En su caso, lo tiene m¨¢s crudo. As¨ª como los equipos de Cultura ocupan m¨¢s bien poco en las preocupaciones y urgencias de un ala fuerte del Gobierno que los considera un florero, el Cervantes representa un capricho en un Ministerio de Asuntos Exteriores con un cuerpo diplom¨¢tico menos dado a ceder sus privilegios.
Es uno de los serios inconvenientes de la instituci¨®n: que la a¨²n potente, y de calado, acci¨®n subterr¨¢nea de la diplomacia ¡ªsin apenas idea de lo que debe ser la moderna gesti¨®n cultural a gran escala¡ª lo contempla como un caramelo de retiros, d¨¢divas y caprichos m¨¢s que como una m¨¢quina de expansi¨®n seria de la potencia cultural que refleja hoy una lengua como el espa?ol. El camino hacia su autonom¨ªa requiere salvar m¨¢s obst¨¢culos: no solo de recursos, sino tambi¨¦n de ni?a bonita para el cuerpo de Exteriores.
Sin embargo, el futuro del Cervantes en este mundo din¨¢mico, acelerado y cambiante, no admite retrasos ni ninguneos: se fundamenta en una plena independencia de acci¨®n. Y, ante todo, alejado, como dice Garc¨ªa de la Concha, "de los vaivenes pol¨ªticos".
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.