Patti Smith rinde un emocionado tributo a un Dylan ausente en la ceremonia del Nobel
La cantante, nerviosa, tuvo que volver a comenzar su actuaci¨®n
Nunca antes un premiado con el Nobel estuvo tan presente en una ceremonia como en esta, en la que el protagonista no acudi¨®. Bob Dylan, maestro de las paradojas, consigui¨® con su ausencia captar la atenci¨®n de todos. Como en una de sus m¨¢s c¨¦lebres canciones, Blowin¡¯ in the wind, su nombre estaba flotando en el viento durante la gala en Estocolmo, que qued¨® marcada por la emotiva actuaci¨®n de Patti Smith, interpretando casi en l¨¢grimas una composici¨®n de Dylan, y el magn¨ªfico discurso de la Academia sueca de reconocimiento a un creador que "cambi¨®" la "idea de la literatura".
Patti Smith, que se dedic¨® a la poes¨ªa y la m¨²sica maravillada por la obra de Dylan, tal y como ha reconocido en varias ocasiones, se llev¨® la mayor ovaci¨®n de la tarde cuando acab¨® su interpretaci¨®n de A Hard Rain's a-Gonna Fall, la canci¨®n de Dylan de 1963 perteneciente al disco The Freewheelin' Bob Dylan. Previamente, la orquesta hab¨ªa tocado distintas piezas cl¨¢sicas tras los discursos de los premios de F¨ªsica, Qu¨ªmica o Medicina, pero ninguna alcanz¨® el punto apasionado de Smith que, como escondida en su larga y abultada melena blanca, tuvo que parar en mitad de la canci¨®n, visiblemente emocionada. "Lo siento. Estoy muy nerviosa, les pido disculpas", reconoci¨® ante el auditorio, repleto de hombres en chaqu¨¦ y pajarita y mujeres con ostentosos vestidos.
La cantante, pionera del punk norteamericano, se quebr¨® como una debutante, perdiendo el hilo de una composici¨®n que guarda versos tan incisivos como ese que reza: ¡°O¨ª 100 tamborileros cuyas manos ard¨ªan, o¨ª diez mil susurros y nadie escuchando, o¨ª a una persona morir de hambre, o¨ª a mucha gente re¨ªr, o¨ª la canci¨®n de un poeta que mor¨ªa en la cuneta¡±.
Bajo los acordes de la guitarra ac¨²stica, fue una interpretaci¨®n sentida, con el peso a?adido de la responsabilidad de representar al ¨²ltimo premio Nobel de Literatura, que no acudi¨® a la ceremonia por tener ¡°otros compromisos previos¡±, en una maniobra que muchos acusan de irresponsable y caprichosa, pero que ilustra perfectamente, a poco que se bucee en su biograf¨ªa, al genio iracundo, herm¨¦tico e ingobernable desde que all¨¢ por los sesenta, calificado como el ¡°mes¨ªas¡± o ¡°el mayor poeta de su generaci¨®n¡±, decidi¨® hacer lo contrario de lo que se esperaba de ¨¦l. Decidi¨® dar la espalda a los mit¨®manos. Hoy, s¨¢bado, Smith se hizo cargo del asunto y, al igual que la Academia sueca reconoci¨® en Dylan al autor que llev¨® la poes¨ªa con sus canciones ¡°a su estilo m¨¢s elevado¡±, ella elev¨® la m¨²sica a la dimensi¨®n m¨¢s alta.
Una dimensi¨®n parecida alcanz¨® el gran discurso que dio minutos antes el acad¨¦mico Horace Engdahl que, para hablar del premiado, se refiri¨® a una ¡°literatura cambiante¡± a lo largo de la historia, rese?ando el valor, m¨¢s all¨¢ de la conocida como novela moderna, de las f¨¢bulas, las ep¨ªstolas, los cuentos de Andersen y las canciones como g¨¦neros que han marcado tambi¨¦n el desarrollo literario de la humanidad. ¡°Nuestra idea de literatura cambia con todos ellos¡±, dijo. Y record¨®: ¡°L¨ªrica viene de lira¡±.
A partir de ah¨ª, incidi¨® en la trascendencia de las rimas de Dylan. ¡°Disuelven contextos para crear otros nuevos, dif¨ªcilmente contenibles por el cerebro humano". Engdahl calific¨® la obra del autor de Like a Rolling Stone de "shock". "Se dedic¨® en cuerpo y alma a la m¨²sica popular americana para la gente com¨²n, tanto blancos como negros, con canciones protesta, country, blues, primer rock¡¯n¡¯roll, g¨®spel y m¨²sica m¨¢s comercial. Escuchaba m¨²sica d¨ªa y noche, probando cosas que sal¨ªan de sus instrumentos, tratando de aprender. Pero cuando empez¨® a escribir canciones similares a lo que o¨ªa, estas salieron de otra manera. En sus manos, el material cambi¨®. De lo que descubri¨® en la herencia y los restos, en la rima y el ingenio r¨¢pido, en las maldiciones y las oraciones piadosas, en las bromas dulces y las crudas, Dylan bombe¨® el oro de la poes¨ªa. Si fue a prop¨®sito o por accidente, es irrelevante. Toda creatividad comienza en la imitaci¨®n", dijo. "De repente, gran parte de la poes¨ªa de los libros en nuestro mundo se sent¨ªa an¨¦mica, y las letras de canciones rutinarias que sus colegas segu¨ªan escribiendo eran como p¨®lvora anticuada despu¨¦s de la invenci¨®n de la dinamita. Pronto, la gente dej¨® de compararlo con Woody Guthrie y Hank Williams, y se volvi¨® a Blake, Rimbaud, Whitman, Shakespeare¡±.
"Devolvi¨® al lenguaje de la poes¨ªa su estilo elevado, perdido desde los rom¨¢nticos. No para cantar las eternidades, sino para hablar de lo que estaba sucediendo a nuestro alrededor. Como si el or¨¢culo de Delfos leyera las noticias de la tarde¡ La jerarqu¨ªa de los g¨¦neros ¡ªla estimaci¨®n de lo grande y lo peque?o, lo alto y lo bajo de la literatura¡ª se anul¨®. ?Qu¨¦ importa el rango de una obra cuando su belleza es del m¨¢s alto rango? Esa es la respuesta directa a la pregunta de c¨®mo Bob Dylan pertenece a la literatura: porque la belleza de sus canciones es del m¨¢s alto rango". Y, como para sentenciar la controversia surgida desde el primer d¨ªa por la concesi¨®n de este premio a un m¨²sico, concluy¨®: "Es un cantante digno de un lugar al lado de los griegos y los rom¨¢nticos, junto a los maestros olvidados de los est¨¢ndares brillantes. Los buenos deseos de la Academia sueca siguen al se?or Dylan en su camino".
Dylan no estuvo en Estocolmo, y tal vez vio la ceremonia en su honor por televisi¨®n, pero una cosa parece clara: su estela sigue siendo ¨²nica, motivo de pol¨¦mica y de pasiones. Pero, tal y como ha quedado demostrado con este inveros¨ªmil premio Nobel, a fin de cuentas, es una estela extraordinaria.
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