Guardi¨¢n de las expectativas
Plenamente coherente con la obra de su autor, 'The Last Guardian' se convierte, tras nueve a?os de desarrollo, en uno de los t¨ªtulos del a?o
Uno de los pecados de los artefactos art¨ªsticos es muchas veces la disociaci¨®n entre el plano presente y el reflexivo. Al igual que con las experiencias lectoras, cinematogr¨¢ficas o musicales, muchas veces esto pasa en el mundo del videojuego. En otras palabras. Hay juegos con ideas o historias gloriosas cuya jugabilidad no est¨¢ a la altura, y existen juegos perfectamente entretenidos, o estimulantes, que sin embargo no consiguen dejar ninguna herida en la memoria. Se puede decir que el gran m¨¦rito de The Last Guardian es hacer igual de gozosa la sensaci¨®n de estar jug¨¢ndolo que el de haberlo jugado. Eso, y estar a la altura de las enormes emociones con que los jugadores lo esperaban desde hace tanto.
Como en anteriores juegos de Fumito Ueda (Jap¨®n, 1970), las escasas cinem¨¢ticas tienen la punter¨ªa suficiente para ampliar el universo del juego de forma brusca pero coherente, concret¨¢ndolo todo en un mundo menos difuso que el que cada jugador ha imaginado, pero con el tino suficiente para conservar la magia del juego. En retrospectiva, se puede decir que este es uno de los pilares la obra del dise?ador japon¨¦s. Dicho de otro modo, al no dar un universo demasiado cerrado, incoar al propio jugador a que, consciente o inconscientemente, ampl¨ªe los m¨¢rgenes narrativos del juego. Ideas, teor¨ªas, suposiciones: imaginaci¨®n, al fin y al cabo. Haciendo un s¨ªmil con el propio Last guardian, interactuar con los juegos de Ueda es en gran medida recibir el empuj¨®n firme pero cari?oso del morro de un Trico, ser empujados, en este caso, a ser parte del proceso narrativo. Ser estimulados a pensar de forma creativa. Y este es uno de los mayores pasos que se pueden dar a la hora de crear un prestigio intelectual para el sector del videojuego.
Mucho m¨¢s ambicioso en lo est¨¦tico que sus predecesores Ico y Shadow of the Colossus aunque a primera vista no lo parezca, The Last Guardian consigue, por solemnidad, detalle y misterio, convertir ese kilom¨¦trico Nido en el que transcurre en un lugar ya referente en la ficci¨®n. Y el eje central de la trama y de la mec¨¢nica, que es la relaci¨®n entre el protagonista y Trico, est¨¢ desarrollado con precisi¨®n y sutileza, de forma bien cre¨ªble. Acariciar a la criatura solo porque la escuchamos ronronear de forma lastimera, y vernos recompensados con su mero cambio de actitud, es un hallazgo sentimental de primer orden.
Narrativamente, en los otros dos juegos de Ueda, las horas de juego hacen de pr¨®logos a unos finales grandiosos, transgresores para con el propio juego y que dinamitan con severidad el ritmo anterior de la aventura: catalizadores que terminan por liberar toda una amalgama de sentimientos que el juego ha ido incubando con mimo durante su andadura. Pues quiz¨¢ en este aspecto consiga The Last Guardian el mayor refinamiento de la obra de Ueda, al entregar una obra narrativamente seca pero perfecta en su coherencia.
Varias nubes tapan el sol, tambi¨¦n hay que decirlo. The Last Guardian abusa quiz¨¢ de alguna escena cuya fuerza es puramente cinematogr¨¢fica: minutos de equilibrios y persecuciones que atenazan el coraz¨®n con su mezcla de planos y m¨²sica, pero en las que nos limitamos a ser meros espectadores de una secuencia. Es una minucia, claro, pero en esos puntuales momentos viene la frase de aquel a la mente: no es eso, no es eso. De todos modos, hacer bien lo que hace otro arte aunque aqu¨ª no toque no es tan grave como tener defectos en la mec¨¢nica del propio juego, como el autom¨¢tico y caprichoso movimiento del protagonista para agarrarse, o fallos de c¨¢mara que, estos s¨ª, sacan al jugador de la partida (incluso, en cierto momento subacu¨¢tico, amagan con desesperar). Convengamos, eso s¨ª, que por diferencias de tama?os en los personajes y los escenarios, el punto de vista no siempre tiene una soluci¨®n l¨®gica. La m¨²sica, fin¨ªsima y menos importante que en Shadow of the Colossus, es un recurso bien integrado que tampoco en conjunto alcanza la magnificencia de la de aquel.
Solemnidad es un apalabra que viene a la cabeza cuando se piensa en los juegos de Ueda. Bien podr¨ªa ser la palabra justa si hubiera que quedarse con una sola, un solo sentimiento que sus juegos transmitan. Pocas veces el respeto y el mimo que se le imprime a un producto consigue llegar de forma tan directa al consumidor. Hay criaturas que solo pueden ser tratadas con respeto. Fuerzas cuya majestad invita a reverencia. Eso podr¨ªa ser Trico en el universo del juego, y eso podr¨ªa ser The Last Guardian en el nuestro. Una propuesta que, concuerde m¨¢s o menos con nuestras preferencias, ha de ser tratada con el respeto que logra merecerse. Una criatura rotunda y referente de la cual solo cabe lamentar su largo proceso de gestaci¨®n. Eso, y que termine. Que, a rega?adientes tengamos tarde o temprano que decirle adi¨®s.
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