Un Hitler m¨¢s normal
Una biograf¨ªa sobre la vida del F¨¹hrer, desde su nacimiento hasta 1939, reabre el debate sobre el ascenso de los l¨ªderes populistas
Han pasado 71 a?os desde su suicidio en Berl¨ªn, y el inter¨¦s por Adolf Hitler no decae. Al contrario, su figura despierta cada cierto tiempo nuevas oleadas de atenci¨®n. Y todo apunta a que asistimos a una.
En la biograf¨ªa que public¨® en 2013, el autor alem¨¢n Volker Ullrich (Celle, 1943) quiso ahondar en la personalidad del protagonista. Frente a otras obras centradas en el contexto pol¨ªtico y social, ¨¦l mir¨® a los ojos del gran genocida. El libro fue recibido con reparos por los cr¨ªticos alemanes: no ve¨ªan novedades sustanciales y, sobre todo, dudaban de la conveniencia de presentar un Hitler demasiado cercano. ?Hasta d¨®nde se puede humanizar al monstruo? Mejor recepci¨®n ha tenido este a?o la versi¨®n inglesa. The New York Times la alab¨® como una ¡°fascinante par¨¢bola shakesperiana¡±. Sin mencionar su nombre, la rese?a del Times suger¨ªa paralelismos con el presidente electo de Estados Unidos, Donald Trump. Ullrich tambi¨¦n detecta parecidos entre ambos.
Desde su casa de Hamburgo, este periodista que dirigi¨® durante 20 a?os la secci¨®n de historia del semanario Die Zeit insiste en la importancia de volver sobre la personalidad de Hitler. ¡°Sin ¨¦l, no se tomaba ninguna decisi¨®n importante en el Tercer Reich¡±. Y asegura que estos d¨ªas, cuando en todo el mundo triunfan l¨ªderes autoritarios y carism¨¢ticos, interesa a¨²n m¨¢s responder a la pregunta fundamental: ?c¨®mo pudo ocurrir?
?Por qu¨¦ pens¨® que el mundo necesitaba otra biograf¨ªa de Hitler? ¡°La escrib¨ª desde el convencimiento de que este tipo de pol¨ªticos est¨¢ de vuelta. Son los que saben c¨®mo movilizar los miedos y esperanzas de la gente en ¨¦pocas de crisis. Eso lo entendi¨® Hitler como nadie durante la Rep¨²blica de Weimar. Se present¨® como el mes¨ªas que devolver¨ªa la grandeza a Alemania¡±, asegura.
Ullrich no aspira a ofrecer una imagen novedosa de la que quiz¨¢s sea la persona m¨¢s escudri?ada del siglo XX. Pero s¨ª trata de a?adir matices; y deshacer algunos t¨®picos. Como la idea de que el l¨ªder nazi no ten¨ªa vida m¨¢s all¨¢ de la pol¨ªtica. ¡°Historiadores como Joachim Fest e Ian Kershaw cayeron v¨ªctimas de la escenificaci¨®n que Hitler hizo de s¨ª mismo como alguien que renuncia a sus necesidades y se entrega a la misi¨®n hist¨®rica de servir al pueblo alem¨¢n. En realidad, ten¨ªa una vida privada muy rica. Pero oculta¡±. Cada ¨¦poca ha tenido su biograf¨ªa de Hitler. En los a?os cincuenta apareci¨® la de Alan Bullock, que lo presentaba como un oportunista sediento de poder sin ideolog¨ªa. Dos d¨¦cadas m¨¢s tarde, Fest ahondar¨ªa m¨¢s en su psicolog¨ªa. Y, por fin, Kershaw dibujar¨ªa en los a?os noventa un impresionante retrato en el que a?ad¨ªa el sustrato social que explica el ¨¦xito del tirano.
La cr¨ªtica alemana recibi¨® el libro con reparos por ofrecer una imagen muy cercana de su protagonista
Es indudable que Hitler se benefici¨® del menosprecio de sus coet¨¢neos. Pero no solo fueron ellos. Ullrich acusa a otros historiadores del mismo error. ¡°Mucha gente se pregunta c¨®mo una persona inculta y mediocre pudo llegar tan alto. La premisa es que era alguien del mont¨®n. Y no es as¨ª. Ten¨ªa cualidades ins¨®litas. No solo la demagogia y la facilidad para hablar ante las masas. Tambi¨¦n pose¨ªa un gran talento como actor. Pod¨ªa presentarse de forma totalmente distinta en funci¨®n de las circunstancias¡±. Sus dotes camale¨®nicas le permit¨ªan hablar ¡°como un sabio estadista en el Reichstag; como un hombre moderado ante los empresarios; o frente a las mujeres como el padre bienhumorado que ama a los ni?os¡±.
Aqu¨ª llegan las semejanzas ¡ªy diferencias¡ª con Trump. Entre las primeras, Ullrich se?ala un ¡°car¨¢cter egoc¨¦ntrico con tendencia a mezclar la mentira con la realidad¡±, la promesa de volver a hacer grandes sus respectivos pa¨ªses o la capacidad de ambos de valerse de los medios de comunicaci¨®n. ¡°Aunque veo m¨¢s sofisticado y t¨¢ctico a Hitler¡±, a?ade. Las diferencias tambi¨¦n son enormes. En primer lugar, Hitler nunca obtuvo la mayor¨ªa absoluta en unas elecciones democr¨¢ticas (fue designado canciller por el presidente de la Rep¨²blica en enero de 1933 tras haber sido su partido el m¨¢s votado con el 33% de los votos, pero lejos de la mayor¨ªa absoluta en el Parlamento). En segundo lugar, el NSDAP era un partido totalmente centrado en su F¨¹hrer. ¡°Trump lanza proclamas xen¨®fobas y machistas. Pero no sabemos si lo piensa de verdad o es solo ret¨®rica electoral. Esa duda tambi¨¦n surgi¨® con la llegada de Hitler al poder. Se pensaba que el cargo le moderar¨ªa. Al principio de su mandato se present¨® como un hombre de paz, aunque ya entonces pensara en la guerra¡±.
El primer volumen, titulado simplemente Ascenso, termina en 1939, con el 50? cumplea?os del tirano. El periodista trabaja ahora en la narraci¨®n de los seis a?os posteriores. Ullrich describe la ¡°naturaleza dual¡± de Hitler, que aunaba energ¨ªa criminal con una personalidad amable, incluso atractiva. ?Le diagnosticar¨ªa un psiquiatra alguna dolencia mental? ¡°Era m¨¢s normal de lo que desear¨ªamos. En sus cr¨ªmenes, fue absolutamente excepcional. Pero como hombre, en sus gustos y costumbres, no se sali¨® demasiado de la norma. Ser¨ªa muy c¨®modo quitarse a Hitler de encima describi¨¦ndolo como un soci¨®pata criminal. El peligro es que as¨ª no podremos entender c¨®mo logr¨® un poder de atracci¨®n tan monstruoso entre los alemanes¡±.
Una opini¨®n parecida ten¨ªa Leni Riefenstahl, la directora de cine de cabecera del Tercer Reich. ¡°Ni puedo ni quiero olvidar ni perdonar las cosas terribles que ocurrieron en su nombre. Pero tampoco quiero olvidar el enorme efecto que causaba en la gente. Esto har¨ªa las cosas demasiado f¨¢ciles para nosotros¡±, escribi¨® en los a?os setenta la mujer que supo plasmar como nadie los ideales de belleza del nazismo. Esta impresi¨®n positiva tambi¨¦n lleg¨® a diplom¨¢ticos europeos y personas ajenas a su c¨ªrculo, a los que asombraba como un anfitri¨®n encantador y culto. Sin formaci¨®n acad¨¦mica, pero lector empedernido ¡ªotro aspecto que lo separa de Trump¡ª ten¨ªa una memoria extraordinaria.
Ullrich descarta como totalmente indocumentadas las especulaciones sobre la supuesta homosexualidad o los problemas en los genitales del F¨¹hrer. Aqu¨ª, una vez m¨¢s, la normalidad es la regla. Aunque parezca que hasta los 30 no tuvo relaciones sexuales, lo que dio pie, como cuenta el libro, a que sus compa?eros en la I Guerra Mundial se burlaran de su virginidad. ¡°Entonces no era extra?o lo que hoy nos parece un desarrollo sexual tard¨ªo. Cuando volvi¨® a M¨²nich tras la guerra se puso al d¨ªa muy r¨¢pido. Y desde finales de los a?os veinte tuvo una relaci¨®n de lo m¨¢s normal con Eva Braun. Ni perverso ni s¨¢dico¡±, concluye.
El autor considera que Hitler y Trump comparten ¡°un car¨¢cter egoc¨¦ntrico¡± con tendencia a la mentira
Pese al alud de datos e informaciones sobre su vida, Hitler permanece en esta biograf¨ªa como un enigma. ¡°Ten¨ªa muy pocos amigos en los que confiara. Siempre mostr¨® mucha distancia con la gente. Y adem¨¢s tenemos muy pocos documentos personales. Podemos acercarnos a su misterio, pero nunca lo descifraremos¡±.
La pregunta fundamental sigue sin respuesta. ?C¨®mo pudo ocurrir? ¡°Hitler se benefici¨® de una constelaci¨®n ¨²nica de crisis que aprovech¨® de forma inteligente y sin escr¨²pulos¡±, escribe Ullrich. Pero esto no explica c¨®mo un pa¨ªs rico y culto lo permiti¨®. ¡°Tuvo una relaci¨®n simbi¨®tica con el pueblo alem¨¢n. Nunca habr¨ªa llegado al poder si no hubiera explotado ideas profundamente arraigadas en la tradici¨®n cultural del pa¨ªs: nacionalismo extremo, profundo antisemitismo, resentimiento contra el parlamentarismo y la democracia¡ Alemania era caldo de cultivo para este tipo de pol¨ªticos carism¨¢ticos¡±, concluye.
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