A la hoguera con Pap¨¢ Noel
La Iglesia protestaba contra la paganizaci¨®n de la Navidad y el protagonismo creciente de Santa Clauss
En la Navidad de 1951 se celebr¨® el ¨²ltimo auto de fe en Europa. La hoguera se encendi¨® ante la catedral de Dijon, una bella ciudad del este de Francia, aunque la v¨ªctima no fue ni un hereje ni una bruja sino una criatura que poco a poco iba imponi¨¦ndose en el esp¨ªritu del continente: un Pap¨¢ Noel. El gran antrop¨®logo franc¨¦s Claude Levi-Strauss escribi¨® un texto sobre aquella extra?a ceremonia titulado 'El suplicio de Pap¨¢ Noel', rescatado este a?o por la editorial francesa Seuil en un peque?o volumen, aunque en castellano existe una edici¨®n anterior de El taller de Mario Muchnik. Muchas de las reflexiones del sabio franc¨¦s sobre el cambio de costumbres en estas fechas, del recogimiento religioso a la fiesta del consumo, son m¨¢s v¨¢lidas en actualidad que entonces.
La idea de quemar en p¨²blico a Santa Claus el 23 de diciembre de 1951 provino de una extra?a uni¨®n entre las iglesias cat¨®lica y luterana como "protesta por la creciente paganizaci¨®n de las fiestas", seg¨²n recogi¨® la cr¨®nica que realiz¨® entonces el diario France Soir. Las im¨¢genes de la ¨¦poca, que se pueden encontrar en Internet, son borrosas y fantasmales, en un blanco y negro que pertenece, efectivamente, a tiempos pret¨¦ritos.
"Pocas veces el etn¨®logo tiene la oportunidad de observar, en su propia sociedad, el crecimiento s¨²bito de un rito e incluso de un culto", escribi¨® el autor de Tristes tr¨®picos y uno de los intelectuales franceses m¨¢s l¨²cidos y le¨ªdos del siglo XX. Su conclusi¨®n es que la Iglesia ten¨ªa muchos motivos para preocuparse por el cambio profundo que ya entonces estaban viviendo las fiestas navide?as, que "han alcanzado en Francia una importancia que nunca hab¨ªan tenido antes de la II Guerra Mundial". Y le da la raz¨®n en el fondo, aunque no en las formas: "La Iglesia no se equivoca cuando denuncia que en la creencia en Pap¨¢ Noel se encuentra el basti¨®n m¨¢s s¨®lido y m¨¢s activo del paganismo en el hombre moderno", se?al¨®.
La celebraci¨®n de Navidad es muy antigua y algunas costumbres se pierden en la noche de los tiempos: aunque las primeras referencias al abeto decorado se encuentran en textos alemanes del siglo XVII, el culto a los ¨¢rboles se remonta a la ¨¦poca del paganismo, anteriores incluso a los romanos, cuya fiesta principal, las Saturnales, inspir¨® la nuestra. El mu¨¦rdago, por ejemplo, tiene su origen en los druidas. Todas estas costumbres fueron adaptadas por la tradici¨®n cristiana que celebra uno de los acontecimientos m¨¢s importantes para esta religi¨®n: el nacimiento de Jes¨²s. La figura de Pap¨¢ Noel tambi¨¦n se pierde en la noche de la historia: es un mito relacionado con el?solsticio de invierno (el 21 de diciembre) que se cristianiz¨® a trav¨¦s de la figura de San Nicol¨¢s y se populariz¨® en todo el mundo con su traje rojo por un anuncio de la Coca-Cola.
Tras este repaso hist¨®rico, Levi Strauss relata un momento crucial cuando la Navidad, olvidada durante las penurias de la II Guerra Mundial, vuelve a ocupar un lugar muy importante en la sociedad, pero con nuevas figuras que reemplazan a los antiguos dioses. El antrop¨®logo mantiene que el papel que ha ido alcanzando Pap¨¢ Noel a lo largo de los a?os "no puede deberse s¨®lo al prestigio de Estados Unidos" (muy elevado entonces, en pleno Plan Marshall y tras la liberaci¨®n de Europa). Seg¨²n su punto de vista, el ¨¦xito de ese anciano bonach¨®n se debe a que "en las sociedades los ritos de iniciaci¨®n tienen una funci¨®n pr¨¢ctica". En este caso, el chantaje al que son sometidos los ni?os que recibir¨¢n regalos a cambio de su buen comportamiento durante el a?o.
Otro libro esencial para entender la forma en que celebramos actualmente estas fiestas tambi¨¦n surgi¨® de un momento de crisis. Justo cuando las celebraciones hab¨ªan ca¨ªdo en un cierto olvido, Charles Dickens public¨® uno de sus relatos m¨¢s conocidos: Cuento de Navidad. Constantemente reeditado, traducido y adaptado ¡ªinolvidable la versi¨®n radiof¨®nica?de Juan Cavestany que ofreci¨® la cadena SER en 2013 y este a?o repite con otra adaptada por Eduardo Mendoza?que se emite el 25 de diciembre¡ª, muchos historiadores consideran a Dickens como el hombre que invent¨® la Navidad o, por lo menos, el que le dio la fuerza que tiene en la actualidad.
El hombre que invent¨® la Navidad
El autor estadounidense Les Standiford escribi¨® en 2008 un libro titulado precisamente as¨ª, The Man Who Invented Christmas: How Charles Dickens' A Christmas Carol Rescued His Career and Revived our Holiday Spirits (El hombre que invent¨® la Navidad: c¨®mo El cuento de Navidad de Charles Dickens rescat¨® su carrera y revivi¨® nuestro esp¨ªritu festivo). "No exist¨ªan las tarjetas de Navidad en la Inglaterra de 1843, no hab¨ªa ¨¢rboles de Navidad en las residencias reales, no cerraban las empresas durante una semana, ni se celebraban tantos servicios religiosos de medianoche. Para la iglesia anglicana todo el asunto de la Navidad ten¨ªa un lejano regusto a paganismo", escribe Standiford en este libro, del que se est¨¢ preparando una versi¨®n cinematogr¨¢fica dirigida por Bharat Nalluri y protagonizada por Dan Stevens como Dickens y Christopher Plummer como Scrooge.
El libro de Dickens tuvo un ¨¦xito gigantesco. Como escribi¨® su contempor¨¢neo William Makepeace Thackeray, autor de dos obras m¨ªticas, La feria de las vanidades y Barry Lyndon, "desencaden¨® una oleada de hospitalidad en toda Inglaterra, fue la causa por la que se encendieron cientos de fuegos junto a los ¨¢rboles de Navidad, de una terrible matanza de pavos de Navidad".
No se puede decir que Dickens y sus fantasmas inventasen la Navidad, de hecho no es la ¨²nica obra sobre el tema publicada en la primera parte del siglo XIX, pero s¨ª dieron un impulso a la fiesta que, como en el caso del Pap¨¢ Noel quemado de Dijon, ten¨ªa algo de pagano. En ambos casos las celebraciones se hab¨ªan apagado para resucitar resucitado en periodos de cambio ¡ªen el siglo XIX se produjo la explosi¨®n econ¨®mica de la primera revoluci¨®n industrial¡ª.
Estos dos libros tan diferentes reflejan hasta qu¨¦ punto lo pagano y lo religioso, lo sagrado y lo profano, est¨¢n unidos en estas fiestas que nunca han logrado separarse de su origen m¨¢s remoto, el sol invicto. Tras meses de d¨ªas cada vez m¨¢s cortos y noches interminables, el solsticio de invierno?marca el principio de un nuevo tiempo. Ninguna otra fiesta refleja una mezcla tan profunda y remota de costumbres y ritos, a los que se van incorporando todo tipo de nuevos mitos, desde fantasmas hasta extra?os autos de fe.
Babelia
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