De sue?os hechiceros
En aquellos a?os maravillosos en Madrid ni siquiera el cielo era el l¨ªmite
En el verano de 2006, desde el Retiro madrile?o, El Hortelano reflexionaba sobre aquellos a?os fascinantes que ¨¦l, igual que otros, hab¨ªa vivido no muy lejos de all¨ª, a pocas calles, entre las ca?as del domingo en La Bobia y las noches del Rock-Ola, que, siempre seg¨²n El Hortelano, era el lugar donde se iba a pensar y a compartir ideas; a conocer gente; a so?ar con piezas como Constelaci¨®n (en zelestes procesiones de sue?os hechiceros).
De alguna manera, en ese dibujo m¨ªtico plagado de estrellas y sue?os se podr¨ªan resumir aquellos a?os maravillosos en Madrid, donde ni siquiera el cielo era el l¨ªmite. La obra, realizada en 1977 y en la cual estar¨ªa el origen del nombre de la fot¨®grafa Ouka Leele, una de sus m¨¢s queridas amigas, defin¨ªa un mundo de maravillosos sobresaltos, desviaciones y subversi¨®n que se bautizar¨ªa como Movida madrile?a y que tuvo en El Hortelano a uno de sus protagonistas m¨¢s especiales, uno de los m¨¢s agudos dibujantes.
El dibujo era entonces un lugar extraordinario de experimentaci¨®n ¡ªdesde los collages de Almod¨®var a la Estrellita en Nueva York de Ceesepe¡ª, sobre todo porque se convert¨ªa en el medio a trav¨¦s del cual artistas pl¨¢sticos encontraban un territorio de colaboraci¨®n con m¨²sicos o cineastas. Desde Radio Futura o Gabinete Caligari ¡ªcon quienes colabora Pepito El Hortelano¡ª, pasando por el retrato de su gran amigo Ceesepe para Pepi, Luci, Bom, esa generaci¨®n ¡ªEl Hortelano y sus amigos m¨¢s pr¨®ximos entonces, Ouka Leele, Ceesepe, Garc¨ªa-Alix o P¨¦rez Villalta¡ª tuvo el privilegio de vivir algo que en 2006 defini¨® as¨ª el propio Hortelano : ¡°La Movida, para m¨ª, significa el movimiento de la vida, vida en estado puro, caliente, palpitante, transgresora y fecunda. Me paro a pensar, despu¨¦s de tantos a?os, y me doy cuenta de que he sido un aut¨¦ntico privilegiado por haber vivido y compartido ese milagro¡±.
Luego todo se fue diluyendo en Madrid y cada uno de ellos sigui¨® con su vida, con su trabajo; El Hortelano, desde Nueva York con una beca del Comit¨¦ Conjunto Hispano Norteamericano. Y despu¨¦s algunos se fueron yendo de forma m¨¢s irremediable, dejando tras de s¨ª la estela y el sabor del aquel Marlboro en La Bobia, cualquier domingo a mediod¨ªa, con toda la vida por delante.
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