Al margen de la Red
De los adictos a Chejfec, soy de los que disfrutan cuando sus escenas suceden de noche en un bar destartalado
Nada m¨¢s abrir el libro, percibo que entro directamente en la ¡°atm¨®sfera Chejfec¡±. De entre los adictos a este escritor, soy de los que disfrutan cuando sus escenas suceden de noche en un bar destartalado, aunque tambi¨¦n acepto las que transcurren en la calle al salir de un bar, como en ese impresionante documento que ya conoc¨ªa y que Chejfec ha tenido a bien incluir en su nuevo libro, ese texto que recoge una conversaci¨®n de madrugada con Antonio di Benedetto en la calle Talcahuano de Buenos Aires.
Esta vez, nada m¨¢s irrumpir en el nuevo libro, en Teor¨ªa del ascensor (Jekyll & Jill), he ido a parar a un bar en el que el narrador escucha a alguien que dice que quiere volver a casa y no salir m¨¢s, y no solamente no salir m¨¢s, sino tampoco contestar al tel¨¦fono y, sobre todo, no leer el correo electr¨®nico, olvidarse de Facebook y de Twitter, de WhatsApp y de Reddit, de Linkedin y de Instagram y de Skype: ¡°Quisiera borrarme de todo esto y permanecer as¨ª durante largo tiempo, hasta que quienes me conocen se olviden de m¨ª. Y una vez que eso ocurra, me gustar¨ªa empezar a vivir de otro modo¡±, dice la voz del bar.
S¨¦ de quienes han desconectado de Internet porque no se resignan al cambio radical que se ha producido en el mundo: las cosas ya no ocurren en la vida real, s¨®lo suceden en la Red. Por ejemplo, uno va caminando por una calle o entra en un bar y no sabe que en realidad ya solo es un personaje de Instagram.
En Teor¨ªa del ascensor hay alguien que acaba pensando que se ha convertido en ¡°otro¡±, aunque no a la antigua manera, porque Chejfec dice que para ¨¦l ¡°ser otro¡± significa no tanto una nueva personalidad, sino entrar en un mundo nuevo, es decir, un mundo donde la realidad y todos los individuos pierdan o dejen de lado su memoria y le admitan a ¨¦l como un miembro desconocido, reci¨¦n llegado¡
Acaba de sonar mi m¨®vil.
No hay salida, que dec¨ªa Kafka. La ¨²nica puerta abierta para huir de la vida real de la Red es la que se?ala ese vecino del bar de Chejfec que quiere volver a casa y no salir nunca m¨¢s, que quiere comenzar un definitivo periodo de vida furtiva, porque es lo m¨¢s parecido que encuentra a la idea de cortar con su propio sujeto: que las acciones, al no ser electr¨®nicas y resultar por tanto dif¨ªcilmente legibles, dejen de estar asociadas a ¨¦l.
S¨¦ que, de entre los que est¨¢n logrando vivir desconectados de ellos mismos, para algunos situarse fuera de la Red equivale a encontrarse con ¡°la infancia recuperada¡±, quiz¨¢s porque en otro tiempo vivieron en algo parecido a la sigilosa y anticuada ¡°atm¨®sfera Sebald¡± que cita Chejfec en su libro. La memoria de ese clima calmo la tienen cuantos, aun habiendo presenciado el cambio radical de las ¨²ltimas d¨¦cadas, pasaron sus primeros a?os casi como si hubieran echado ra¨ªces en pueblos de altura, en sitios sin coches ni m¨¢quinas y en los que los ¨²nicos sonidos proven¨ªan de la naturaleza, de las herramientas manuales, o incluso de los materiales con que estaban hechas las casas cuando variaba la temperatura.
Perd¨®n, me llega un whatsapp.
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