Cuando Manhattan quiso querer a Fidel
Un ensayo ahonda en la contradictoria relaci¨®n de la izquierda de Nueva York con la Revoluci¨®n cubana
En ning¨²n lugar como Nueva York, escribe el historiador Rafael Rojas, se dio ¡°esa doble condici¨®n de lugar para la solidaridad y la cr¨ªtica de la Revoluci¨®n cubana¡±.Traductores de la utop¨ªa. La Revoluci¨®n cubana y la nueva izquierda de Nueva York (Fondo de Cultura Econ¨®mica) investiga la variada y contradictoria relaci¨®n de la inteligencia izquierdista de Manhattan con la isla durante la d¨¦cada de los sesenta. Desde el apoyo a la soberan¨ªa nacional y a los ideales de justicia social hasta el rechazo del conservadurismo moral y sobre todo de la sovietizaci¨®n del sistema ¨Cpese a lo que prometiera Fidel Castro en primavera de 1959 en la Universidad de Princeton: ¡°Cuando hayamos cumplido nuestros objetivos, el comunismo estar¨¢ muerto¡±.
Rojas (Santa Clara, Cuba, 1965) desglosa las miradas neoyorquinas sobre la Revoluci¨®n. Humanistas, socialdem¨®cratas, marxistas, populistas, prosovi¨¦ticos, liberales, guevaristas, antiimperialistas, bohemios¡ Tantas miradas como corrientes hab¨ªa en Manhattan y como giros o acelerones daba La Habana hacia la institucionalizaci¨®n del marxismo-leninismo castrista. El punto en com¨²n de la variedad de visiones, explica el autor, fue la objeci¨®n a las pol¨ªticas de Washington en la Guerra Fr¨ªa, viendo en el retrovisor el golpe de Estado que organiz¨® en Guatemala contra el Gobierno progresista de Jacobo Arbenz. El punto de fricci¨®n fue el autoritarismo, con el que cada cual lidi¨® como pudo.
El escritor Waldo Frank tuvo una experiencia amarga. El Gobierno cubano le pag¨® por hacer "un retrato" de la isla, Cuba. Prophetic Island (Cuba. Isla prof¨¦tica, 1961). Fundador del Fair Play for Cuba Comitte (Comit¨¦ del Juego Limpio con Cuba), Frank ten¨ªa una visi¨®n positiva de la Revoluci¨®n como fen¨®meno de emancipaci¨®n nacional pero no del rumbo leninista de Castro, a quien pidi¨® que mantuviera su fe en la ¡°visi¨®n democr¨¢tica judeo-cristiana del hombre total¡±. A La Habana no le gust¨® el resultado del libro por encargo y no se edit¨® en Cuba.
La revista Monthly Review s¨ª concibi¨® lo que ocurr¨ªa en Cuba como una cuesti¨®n de ideolog¨ªa y apoy¨® su apuesta por el socialismo, sobre todo al empezar en la isla las nacionalizaciones de capitales estadounidenses. Esta publicaci¨®n, sin embargo, era contraria al dogmatismo de Mosc¨², y despu¨¦s de que la Crisis de los Misiles de 1962 fijara claramente a Castro en la ¨®rbita sovi¨¦tica, se arrim¨® hacia los m¨¢rgenes del panamericanismo guerrillero del Che Guevara.
El profesor de Columbia Charles Wright Mills tuvo una relaci¨®n con la Revoluci¨®n similar a la de aquella revista. En su caso, la conexi¨®n lleg¨® por su car¨¢cter antiimperialista, que elogi¨® en su obra Listen, Yankee (Escucha, yanqui, 1961). Wright Mills consideraba que el marxismo castrista no era de tipo sovi¨¦tico. Lo ve¨ªa antes en la l¨ªnea de la Revoluci¨®n mexicana que en la de la rusa de 1917. Pero su argumento se fue viniendo abajo a medida que el socialismo cubano iba adoptando el modelo de la burocracia sovi¨¦tica.
Por la revisi¨®n de Rojas pasan figuras como Norman Mailer o Susan Sontag, el movimiento de los Panteras Negras o la Generaci¨®n Beat, cuya estrella Allen Gingsberg simpatiz¨® con el nuevo r¨¦gimen cubano hasta que viaj¨® a La Habana en 1965 y fue expulsado por apolog¨ªa de la homosexualidad y de las drogas. ¡°Recordaba entonces lo insultante que le result¨® la explicaci¨®n oficial de por qu¨¦ no se permit¨ªa el consumo de marihuana en Cuba¡±, escribe Rojas. ¡°Porque los soldados de Batista se drogaban con cannabis¡±. La liberal Nueva York quiso querer a aquella Cuba. Pero no pod¨ªa dejar de ser Nueva York.
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