La vida dura un minuto
Contra lo que Wilder deseaba, 'Our Town' suele resultar genuinamente estadounidense, por lo mucho que de la Am¨¦rica profunda hay en el dibujo y en el paisanaje de Grover¡¯s Corner
Una funci¨®n sin trama, en la que nada excepcional ocurre, salvo ver como se les pasa la vida a sus protagonistas. Y sin embargo, Our Town (estrenada por Luis Escobar en Espa?a como Nuestra ciudad, 1944) obtuvo un ¨¦xito concluyente por la manera en que pone en valor lo cotidiano y los peque?os acontecimientos: mirar por la ventana de casa es m¨¢s importante que mirar por la de un tren transoce¨¢nico a Bucaramanga.
OUR TOWN
Autor: Thornton Wilder. Int¨¦rpretes: Ra¨²l Pe?a, Chupi Llorente, Alejandro Pantany, M¨®nica Vic, ?gel Perab¨¢, David Garc¨ªa Palencia, Efra¨ªn Rodr¨ªguez, Eduard Alejandre, Eva Higueras, Javier Mart¨ªn, Gemma Sol¨¦, Elena de Frutos, Paco Mora, Roser Pujol. Direcci¨®n: Gabriel Olivares. Madrid. Teatro Fern¨¢n G¨®mez, hasta el 22 de enero.
En los Estados Unidos, Our Town se sigue reponiendo con asiduidad, porque algo hay de cautivador en el relato sin fantas¨ªa de Thornton Wilder y en ese gran teatro del mundo que nos propone, con su narrador demi¨²rgico y sus figuritas de barro, tan fr¨¢giles e inconscientes como nosotros mismos. Al comprimir 17 a?os de vida corriente y moliente en apenas tres actos, el autor parece sugerirle al espectador que haga balance de lo que es importante y lo que no en su propia existencia.
Para su buen desarrollo, la funci¨®n requiere de un espacio po¨¦tico holgado, en el que con pocos elementos escenogr¨¢ficos pueda ofrecerse una visi¨®n estilizada del mundo. Contra lo que Wilder deseaba, Our Town suele resultar genuinamente estadounidense, por lo mucho que de la Am¨¦rica profunda hay en el dibujo y en el paisanaje de Grover¡¯s Corner, rinc¨®n rural de New Hampshire que resulta tan caracter¨ªstico de un lugar y de una ¨¦poca como pudieran serlo las localizaciones de Las Hurdes, tierra sin pan.
Tampoco el montaje que ofrece Gabriel Olivares, ni su adaptaci¨®n, an¨®nima, nos aproximan el texto: el actor espa?ol medio tiene herramientas sobradas para encarnar a Willy Loman o a Joe Keller, personajes locales contorneados con trazo psicol¨®gico firme, pero se las ve y se las desea a la hora de representar sin sentimentalidad a figuras bidimensionales de fuerte car¨¢cter local con vocaci¨®n universal, como los Gibbs. M¨¢s todav¨ªa, cuando est¨¢ obligado a mimar simult¨¢nea, agotadora y minuciosamente una mir¨ªada de acciones cotidianas, como pelar y cortar las jud¨ªas, servir las tostadas, etc¨¦tera, que distraen la atenci¨®n general respecto de lo que se est¨¢ diciendo y dilucidando: mejor resultar¨ªa, aventuro, no siendo los int¨¦rpretes mimos consumados, que la direcci¨®n les hubiera propuesto esbozar tales actividades de manera sucinta o enunciarlas sin m¨¢s.
Entre el esfuerzo que el p¨²blico ha de hacer por ubicarse en un espacio sin ning¨²n punto de referencia fijo, por seguir la sucesi¨®n de pantomimas y los desdoblamientos de alg¨²n actor, por convencerse de que esos norteamericanos que los c¨®micos quieren representar simbolizan figuras de valor universal que nos ata?en y por figurarse que las edades de los personajes son las que ellos o sus circunstancias dicen y no las que ciertos int¨¦rpretes aparentan, la funci¨®n se sigue con alguna dificultad preliminar y con posteriores ca¨ªdas de inter¨¦s hasta que, llegado el tercer acto, Wilder va al meollo y todo se templa y se pone en su sitio. Ya lo estaba, desde el principio, Chupi Lorente, actriz que le pone fondo a cada acci¨®n, y lo est¨¢ ahora la jovenc¨ªsima Rebeca Brik, que le da profundidad a Emilia Webb durante su mon¨®logo reflexivo.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.