(Des)prop¨®sitos de a?o nuevo
Para este a?o, en el que conmemoramos el 40? aniversario de la muerte de Nabokov, me he propuesto revisar la obra de ese autor clave en mi vida de lector
1. Revisiones
Ya no hago prop¨®sitos para el nuevo a?o. Consegu¨ª dejar de fumar (tabaco, me refiero) hace ya 15 a?os, y en cuanto a la dieta sana, aqu¨ª me tienen, siempre luciendo pr¨¢cticos modelos talla dos o tres equis ele, as¨ª que ya no me tomo en serio mis poco voluntariosos esfuerzos de reducir la ingesta de Johnnie Walker (deber¨ªan darme un premio a la constancia) o limitar mis excursiones bul¨ªmicas a la nevera. Cuando era m¨¢s joven (si cabe), sol¨ªa hacer, como el aplicado Jay Gatsby, una lista de lo que quer¨ªa conseguir en el a?o que empezaba: inclu¨ªa ser m¨¢s amable, no procrastinar, mayor actividad f¨ªsica, asistir con frecuencia al teatro y programarme la relectura o lectura de novelistas que me interesan. Para este a?o, en el que conmemoramos el 40? aniversario de la muerte de Nabokov, me he propuesto revisar la obra de ese autor clave en mi vida de lector. Rescato de mi atiborrado archivo el recorte con el obituario (5-7-1977) que le dedic¨® Rafael Conte en este mismo peri¨®dico y en el que el cr¨ªtico citaba la estupenda P¨¢lido fuego como la obra maestra de su autor. Me parece poco: Lolita, Ada o el ardor, Pnin, algunas de sus narraciones cortas (pienso, por ejemplo, en La veneciana) y, sobre todo, Habla, memoria, todas ellas de su gran etapa americana, tambi¨¦n merecen figurar en el pante¨®n de la mejor literatura de la segunda mitad del siglo XX. Si quieren acompa?arme en el homenaje, encontrar¨¢n la mayor¨ªa de su obra publicada en Anagrama en traducciones fiables: con Nabokov, Herralde demostr¨® ser tan cabal que incluso sustituy¨® hace alg¨²n tiempo una mediocre traducci¨®n de Lolita por la actual de Francesc Roca. Algo que, reconozc¨¢moslo, no es muy frecuente en su gremio.
2. Lectores
Menuda cobertura medi¨¢tica logr¨® hace unos d¨ªas la Federaci¨®n de Gremios de Editores (FGE) a cuenta de la presentaci¨®n del informe La lectura en Espa?a, el tercero que se publica ?en los ¨²ltimos 15 a?os! A los medios les interes¨® much¨ªsimo el dato de que en este pa¨ªs exista casi un 40% de la poblaci¨®n que le tiene tanta alergia al libro que no lee nunca: eso es lo que suscit¨® el mayor morbo y provoc¨® que los voraces informativos televisivos improvisaran encuestas callejeras en las que se preguntaba a los ciudadanos cu¨¢ntos y qu¨¦ libros le¨ªan. Lo cierto es que la nota de prensa y las entrevistas a los satisfechos responsables de la FGE dispensaron a los asendereados periodistas de leerse el informe. Si lo hubieran hecho, habr¨ªan descubierto que el texto (como tambi¨¦n ocurr¨ªa en el Informe de comercio interior correspondiente a 2015) estaba trufado de morrocotudas erratas, a veces propias y a veces provenientes de las fuentes utilizadas: en la p¨¢gina 31, por ejemplo, se afirma que en 2015 se editaron un 21% m¨¢s libros que en 2014; y en la 88, que ¡°el 92% de la poblaci¨®n es lectora, si bien s¨®lo el 88,6% lee todos los d¨ªas o, al menos, una o dos veces por semana¡±, algo que de ser cierto convertir¨ªa a los escandinavos en poco menos que analfabetos funcionales al lado de nuestro cult¨ªsimo lectorado. Lo cierto es que la FGE deber¨ªa dedicar una peque?a parte de su exiguo presupuesto a la correcci¨®n de los textos que publica: seguro que, a pesar de los recortes, todav¨ªa podr¨ªa sacar algo de alguna partida presupuestaria dedicada a gastos tontos. La flojera econ¨®mica del que es uno de los m¨¢s importantes sindicatos de editores de Europa viene de lejos: por eso hace casi un lustro que no publican una encuesta m¨ªnimamente fiable acerca de nuestros h¨¢bitos de lectura y compra de libros. Y por eso, adem¨¢s, su presencia internacional (ferias) se ha debilitado. Adem¨¢s de la crisis, de los recortes y de la proverbial alergia a cotizar de sus miembros, la FGE todav¨ªa no se ha recuperado del negr¨ªsimo agujero dejado por su descuidada e ingenua relaci¨®n con Editrain, la empresa (hoy extinta) de Jaume Brull (antiguo secretario general de la FGE), quien consigui¨® la casi exclusividad de los subvencionados cursos de formaci¨®n del sector editorial y que, al final, se fue poco menos que de rositas y dejando a docenas de empleados con un palmo de narices. Espero que, cuando logre tapar del todo el agujero, la FGE se tome m¨¢s en serio sus informes. La sociedad y el sector del libro los necesitan.
3. Mirones
Me lo pas¨¦ bastante bien leyendo El motel del voyeur (Alfaguara), uno de esos reportajes m¨¢s o menos escandalosos con los que el astuto Gay Talese consigue de vez en cuando acaparar la atenci¨®n de los pacatos medios estadounidenses. Un voyeur adquiere un motel en Aurora, Colorado, con el prop¨®sito de observar c¨®mo se lo montan y en qu¨¦ pasan el tiempo sus hu¨¦spedes cuando creen que nadie los mira. A?os m¨¢s tarde contacta con Talese, le invita a conocer su observatorio secreto y le pasa las notas que ha ido tomando durante sus sesiones de mir¨®n. Talese monta su reportaje, interpretando lo que ve y lee, y mezcl¨¢ndolo con sus reflexiones (nada del otro mundo) sobre su anfitri¨®n y sobre la vida americana. Durante mi lectura se mezclaban en mi cabeza, adem¨¢s de las im¨¢genes del sugerente ensayo de Bruce B¨¦gout sobre el motel americano (Lugar com¨²n; Anagrama), el recuerdo de mis lecturas clandestinas adolescentes de un libro mucho m¨¢s antiguo que mi padre escond¨ªa en la zona prohibida de la biblioteca familiar: la novela naturalista El infierno (1908; Rey Lear), de Henri Barbusse, en la que un hombre joven y hastiado, que malvive en una s¨®rdida pensi¨®n, descubre en la pared de su cuarto una grieta por la que puede observar lo que hacen sus vecinos. El de Talese se lee en una tarde de fr¨ªo.
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