Juanjo Navarro Arisa, periodista de inmenso talento y registro ampl¨ªsimo
Fue un gran especialista en cultura y pol¨ªtica internacional
Nadie que la viera podr¨¢ olvidar nunca la imagen de Juanjo Navarro Arisa (J.J.N.A., como siempre cuando firmaba con iniciales) llegando en los d¨ªas de verano a la redacci¨®n de EL PA?S de Barcelona en la Zona Franca ataviado con pantalones cortos de gurja y sent¨¢ndose ante el ordenador abriendo previamente su paquetito de croquetas de la charcuter¨ªa de la plaza Molina. Ah¨ª era feliz, ante el teclado, con sus croquetas y con la curiosa indumentaria que le remet¨ªa a ese mundo militar en el que era un experto ser¨ªsimo (¨¢vido lector de Jane¡¯s International Defence Review y de las publicaciones del IISS), como en otros tantos campos, especialmente, tambi¨¦n, el de la pol¨ªtica internacional y el del arte. Porque Juanjo, que falleci¨® el jueves en un hospital de Terrassa a los 61 a?os, pese a que pudiera parecer un personaje un tanto exc¨¦ntrico (y lo era) fue simplemente, en sus buenas horas, uno de los periodistas m¨¢s completos, preparados y brillantes que ha dado este pa¨ªs. Un hombre de una cultura de una vastedad apabullante, capaz de desenvolverse en una multitud de idiomas, dotado de una prosa excelente y con un soberbio instinto period¨ªstico. Hoy ser¨ªa dif¨ªcil encontrar a alguien con sus muchos talentos.
Recuerdo el d¨ªa de 1985 que tuvo que entrevistar a Klaus Kinski, que se pon¨ªa verdaderamente borde con los periodistas, en el set de rodaje de El caballero del drag¨®n, el filme que hac¨ªa con Fernando Colomo (el director luego le dedicar¨ªa a Kinski un c¨¦lebre obituario que conclu¨ªa calific¨¢ndolo literalmente de hijo de puta). Kinski oblig¨® a Juanjo ¨Ccuyo perfil no era precisamente deportivo- a seguirle campo a trav¨¦s al trote y tras haber exigido a un periodista que hablara alem¨¢n (Juanjo lo hablaba a la perfecci¨®n) se pas¨® al ingl¨¦s para chincharlo, vanamente (Juanjo tambi¨¦n lo hablaba perfecto) y luego al franc¨¦s (lo mismo). Juanjo volvi¨® de all¨ª como si regresara de los campos de Flandes, orgulloso de haber vencido la batalla y escribi¨®, chup¨¢ndose los dedos, una entrevista de antolog¨ªa.
Ese era Juanjo en sus mejores momentos. Los malos eran los de su relajo y su pachorra, para m¨ª (que trabaj¨¦ mucho con ¨¦l y que aprend¨ª mucho a su lado) que alimentada por un aburrimiento existencial (le era dif¨ªcil encontrar gente a su altura intelectual) y su mal de vivre, que ten¨ªa mucho que ver con el sentirse encerrado en un cuerpo que no era de los que aparecen en Soldier of Fortune.
En una ocasi¨®n, despu¨¦s de protagonizar una de sus sonadas desapariciones de la redacci¨®n, que esa vez hab¨ªa durado ?tres d¨ªas!, sostuvo que hab¨ªa permanecido desmayado en su piso. Pod¨ªa ser irresponsable hasta la chiquiller¨ªa y egotista hasta la crueldad. Nunca nadie lo pudo meter en cintura en ese aspecto, y mira que se intent¨®. Ten¨ªa un lado infantil cuando inventaba excusas o te ofrec¨ªa pastillas de chocolate para compensarte una faena. Eso lo hac¨ªa entra?able, aunque no tanto para los que tuvieron que sufrir su inquina, pues era capaz de ser maledicente y viperino, sobre todo si se hab¨ªa sentido vejado, y ten¨ªa un punto de ebullici¨®n muy r¨¢pido cuando cre¨ªa que se lo humillaba. Durante un tiempo fuimos muy amigos: habl¨¢bamos de aviones de caza o de pel¨ªculas b¨¦licas. Una vez incluso me invit¨® a cenar mano a mano a su casa (un privilegio poco habitual) y me sirvi¨®, de acuerdo con mis parcos gustos, un bistec con patatas fritas, un crimen seg¨²n sus refinados criterios gastron¨®micos y una hermosa demostraci¨®n de afecto. Me lo com¨ª bajo un T¨¤pies dedicado que ten¨ªa en el comedor. T¨¤pies y Dal¨ª fueron dos nombres fundamentales en su relaci¨®n con el arte. Al primero lo trataba con devota familiaridad y sobre el segundo escribi¨® un libro colectivo, El ¨²ltimo Dal¨ª ?(1985), que desat¨® una tormenta perfecta de egos en la redacci¨®n de EL PA?S precisamente durante la larga agon¨ªa del pintor.
Juanjo Navarro Arisa estudi¨® en la Escuela Suiza de Barcelona, donde aprendi¨® ese alem¨¢n que tanta envidia nos daba a todos menos a Francesc Arroyo, y se licenci¨® en Periodismo en la Universidad Aut¨®noma. Empez¨® a trabajar en Catalunya Express y luego lo hizo en El Correo Catal¨¢n, en la secci¨®n de Cultura de EL PA?S, en El Mundo (donde fue subdirector de la edici¨®n catalana) y en el Avui, donde escrib¨ªa la secci¨®n Plaers de ma vida, por la que gan¨® el Premi Ciutat de Barcelona en 2004. Gran especialista tambi¨¦n en arquitectura, escribi¨® en 2002 Gaud¨ª , el arquitecto de Dios.
Como todos los caracteres complejos, J.J.N.A. deja tras de s¨ª una estela de recuerdos agridulces y de tiernos enigmas. Seguramente a ¨¦l, amante de las historias de intriga, las aventuras y la Guerra Fr¨ªa, le gustar¨ªa que se le recordara acodado en el Puente de los Esp¨ªas, de Berl¨ªn, como una vez lo retrat¨® Joan S¨¢nchez, ofreciendo el perfil de un personaje de John Le Carr¨¦ o Graham Greene. A menudo fue un placer trabajar con ¨¦l y siempre le quisimos como amigo.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.