Una ficci¨®n balcanizada

Los habitantes de Sarajevo est¨¢n condenados a tener siempre dos versiones de la misma historia, se afirma en el s¨¦ptimo largometraje de Danis Tanovic. El punto de partida de esa bifurcaci¨®n estuvo en la esquina desde la que el nacionalista serbio-bosnio Gavrilo Princip, que por entonces contaba con tan s¨®lo veinte a?os de edad, dispar¨® al archiduque Francisco Fernando y a la duquesa de Hohenberg Sofia Chotek, prendiendo as¨ª la mecha de la Primera Guerra Mundial, puerta de entrada a un siglo XX europeo regido por el signo de lo traum¨¢tico. La poblaci¨®n serbia de Sarajevo sigue considerando a Princip como un h¨¦roe nacional y a sus v¨ªctimas, emblemas de una fuerza de ocupaci¨®n: una interpretaci¨®n que debe convivir con la versi¨®n de los hechos que lo sanciona como terrorista. Sarajevo es, pues, un territorio de signos inestables, susceptibles de ver su significado erosionado, transformado como el texto que, en la primera placa conmemorativa colocada en el lugar del atentado, celebraba a Princip como luchador por la libertad y portavoz de las leg¨ªtimas aspiraciones del pueblo, y que hoy se limita a dejar constancia de los hechos con la escueta neutralidad de un acta notarial. Entre una placa y otra, la ocupaci¨®n nazi y las guerras balc¨¢nicas que desangraron el territorio y que dejaron esa herida abierta sobre la que Tanovic levanta su pel¨ªcula.

La celebraci¨®n del centenario del atentado en un concurrido hotel, que funciona como reducci¨®n a escala de una Europa que quiz¨¢ ya no sea m¨¢s que una entelequia, es el pretexto narrativo que emplea el cineasta para transformar lo que iba a ser un documental en torno a una representaci¨®n de la obra teatral Hotel Europa de Bernard-Henri L¨¦vy en una aparatosa ficci¨®n balcanizada. Jacques Weber, el actor que estren¨® la obra en 2014, llega a un hotel para ensayar su mon¨®logo antes de su representaci¨®n en un acto oficial. Mientras un equipo de periodistas realiza sus entrevistas en la azotea y los trabajadores se organizan para la huelga, Tanovic dibuja en planos secuencia su mapa de desencuentros y tensiones irreconciliables; la imposibilidad, en definitiva, de ese relato com¨²n. Su vigor estil¨ªstico no matiza los abundantes trazos gruesos: tanto la caracterizaci¨®n de esa mafia de subsuelo, instrumentalizada por el director del hotel, como la forzada escena de la agresi¨®n sexual introducen un amarillismo que, contradiciendo la tesis principal, s¨®lo puede entenderse de una manera. Como debilidad.