Los palacios del cine que olvid¨® la Ciudad de M¨¦xico
La mayor¨ªa de los antiguos cines de la capital mexicana solo quedan en el recuerdo. Los que a¨²n est¨¢n en pie corren el riesgo de desaparecer por completo
Se apagan las luces, las voces van desapareciendo, la pantalla se ilumina y el le¨®n de la Metro Goldwyn Mayer ruge con fuerza. Es un viernes cualquiera de 1960 en la Ciudad de M¨¦xico. Entre el Eje de Xola y Avenida Coyoac¨¢n, en el cine Continental, ponen Ben Hur. Hay aforo completo. M¨¢s de 2.000 personas se preparan para ver a Charlton Heston remar en galeras hasta la extenuaci¨®n al ritmo del tambor: "Tus ojos est¨¢n llenos de odio, n¨²mero 41. Eso es bueno. El odio ayudar¨¢ a conservarte vivo" le dice el general romano al pobre Ben Hur, quien se vengar¨¢ m¨¢s tarde de todo el Imperio Romano en una carrera de cuadrigas, una de las escenas m¨¢s famosas de la historia del cine. "?Ah!, ya no se hacen pel¨ªculas de esas", dice Manuel Balderas, jubilado de 69 a?os.
¡®Ir al cine¡¯, con sus pre¨¢mbulos y ep¨ªlogos, era un ritual que ver la televisi¨®n nunca pudo sustituir Francisco Haroldo Alfaro Salazar
"Ahora se pueden ver en un celular", cuenta el hombre de pelo canoso y ojos grandes, resignado a ver como desapareci¨® una de sus grandes aficiones. Tampoco se hacen cines como los de antes. Balderas quien ha vivido toda su vida en la Ciudad de M¨¦xico, recuerda con la claridad de los que son testigos de la historia, d¨®nde se erig¨ªan los grandes cines de la capital mexicana. ¡°En esta calle, enfrente del Savoy estaba el cine Olimpia. Y aqu¨ª a la vuelta, en San Juan de Letr¨¢n [actual Eje Central] junto a la Torre Latino, estaba Cinelandia donde pon¨ªan caricaturas", dice Balderas. "Uno recuerda esos primeros encuentros [con el cine] como algo atractivo, parte de la memoria de vida¡± dice Francisco Haroldo Alfaro Salazar, arquitecto, maestro de la UAM Xochimilco y coautor del libro Espacios distantes... a¨²n vivos: las salas cinematogr¨¢ficas de la Ciudad de M¨¦xico.?
"Ir al cine fue cambiando su sentido, pero ver una pel¨ªcula ah¨ª, no solo era la pantalla de gran formato. Tambi¨¦n estaba el sentido de preparaci¨®n, la relaci¨®n familiar, el caminar la ciudad y disfrutar en d¨ªas especiales de una ruptura a la cotidianeidad. 'Ir al cine', con sus pre¨¢mbulos y ep¨ªlogos, era un ritual que ver la televisi¨®n nunca pudo sustituir" explica Alfaro en entrevista con EL PA?S.?
Aquellos que disfrutaron de la ¨¦poca de oro del cine mexicano y tambi¨¦n de los a?os m¨¢s dorados de Hollywood guardan en su memoria fragmentos de Pedro Infante en Los tres huastecos, de Mar¨ªa F¨¦lix en La bella Otero o de las producciones de los grandes estudios con cientos de extras y m¨²sica triunfal. Familias enteras sufrieron con la muerte de Torito en Ustedes los ricos, amigos de todas las edades so?aron con ser el octavo magn¨ªfico en la pel¨ªcula de John Sturges y m¨¢s de alguna pareja aprovech¨® la oscuridad de las ¨²ltimas filas para calentarse en medio de la fr¨ªa revoluci¨®n rusa de Doctor Zhivago. "Podr¨ªa decirse que el momento m¨¢s s¨®lido se da en los a?os 40 y 50. En ese periodo hubo m¨¢s de 200 salas en la capital", dice el arquitecto.?
Ah¨ª estaban el majestuoso ?pera en la colonia San Rafael, con su hermosa fachada rematada por dos grandes esculturas femeninas; el Palacio Chino y su decoraci¨®n oriental; el cine Metropolitan y el Orfe¨®n en el Centro Hist¨®rico; el Cosmos; el Florida con sus 7.500 butacas; el cine M¨¦xico en la calle de Cuauht¨¦moc, el Lido en la colonia Hip¨®dromo, o el gran Diana en el paseo de la Reforma, de los pocos que han sobrevivido al paso de los a?os, a pesar de los cambios en su estructura.
Por las pantallas de las grandes salas pasaron Pedro Armend¨¢riz, Emilio 'Indio' Fern¨¢ndez, Jorge Negrete, Margarita L¨®pez, Dolores del R¨ªo, Yul Brynner, Katharine Hepburn, Humphrey Bogart, Kirk Douglas, Audrey Hepburn, Gregory Peck, Anthony Quinn, Tony Curtis, Boris Karloff, Lauren Bacall, Rita Hayworth y una larga lista que hicieron so?ar y disfrutar a generaciones enteras.
De muchos de estos ¡®palacios del s¨¦ptimo arte¡¯ no queda m¨¢s que el recuerdo. Algunos de ellos, heridos de muerte durante el terremoto del 85, como el Regis, fueron derribados. De otros no queda m¨¢s que un cascar¨®n vac¨ªo. Paredes oscurecidas por el paso del tiempo, marquesinas apagadas y la mancha de lo que alguna vez fueron luces de ne¨®n. Muchos cines fueron transformados en grandes supermercados, edificios de viviendas y plazas comerciales. En el menor de los casos, otros fueron reconvertidos en teatros, librer¨ªas, salas X o multicines. El cine Lido, actual Fondo de Cultura Rosario Castellanos o el Teatro Metropolitan son algunos de ellos.
La falta de programas integrales para rescatar estos cines como patrimonio hist¨®rico y cultural, han provocado que gran parte de las antiguas salas sean solo un recuerdo
"Las expansiones urbanas; la aparici¨®n de otros medios de comunicaci¨®n, la televisi¨®n, los videos y los nuevos formatos de exhibici¨®n fueron menguando el impacto de esos recintos", explica Francisco Alfaro. La falta de programas integrales para rescatar estos cines como patrimonio hist¨®rico y cultural, han provocado que gran parte de las antiguas salas sean solo un recuerdo en la memoria de aquellos que alg¨²n d¨ªa vieron en la gran pantalla Lawrence de Arabia, El Mago de Oz, El Ocaso de los dioses o Un tranv¨ªa llamado deseo.
"Lo primero que se debe hacer es reconocerlos. Saber en qu¨¦ condiciones est¨¢n permitir¨ªa quiz¨¢ tener un cat¨¢logo del que se desprendiesen pol¨ªticas y programas de actuaci¨®n (¡) En una primera instancia esto podr¨ªa ser el trabajo de instituciones federales o locales que tienen el compromiso con la protecci¨®n y conservaci¨®n de bienes culturales" comenta Francisco Alfaro. Como muchos de estos edificios son de propiedad privada el arquitecto considera que se deber¨ªan acordar formas de actuaci¨®n que "comprometan a los due?os, quienes deben ser incentivados a la participaci¨®n".
?Actualmente, el ¨²nico cine que ha sido comprado por el Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA) ha sido el ?pera en 2012. "Rescatar uno es ahora un dato menor ante la posibilidad de hacer de esto un sistema urbano de intervenci¨®n en varios casos", explica el arquitecto. Aunque considera que si las instituciones muestran inter¨¦s pero no hay acci¨®n, se manda un "mensaje contradictorio" a la sociedad a la hora de atender el patrimonio edificado.
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