C¨¢diz, ciudad de gais: el origen de la leyenda
Los prostitutos de 1898 desataron una crisis pol¨ªtica nacional y crearon un mito muy explotado en el humor y en el carnaval. Un estudio analiza aquel episodio
Es dif¨ªcil, por no decir imposible, que un cocodrilo pueda vivir en las alcantarillas de una gran ciudad. Tampoco nadie ha visto la famosa escena televisiva de Ricky Martin y la mermelada. No obstante, todo el mundo conoce a un amigo o familiar que dice saber de buena tinta la veracidad de ambas leyendas urbanas. Por obra y gracia de esta suerte de mitolog¨ªa contempor¨¢nea, no son pocos los que creen que C¨¢diz es un ¡°reino sarasa¡± en el que existe una poblaci¨®n homosexual superior a la de otras partes. Y para justificar su creencia, muy explotada en el humor y en el Carnaval, aportan razones varias: desde la acogida en la ciudad de un buque de homosexuales naufragado a militares gais que, al ser descubiertos, se quedaban en C¨¢diz en lugar de embarcar. Ahora, el estudio hist¨®rico Los or¨ªgenes de una leyenda: C¨¢diz como ciudad de invertidos ha conseguido encontrar el origen del mito y, de paso, desmontar su validez.
Hace a?os que el catedr¨¢tico de la Universidad de C¨¢diz, fil¨®sofo e historiador Francisco V¨¢zquez se propuso encontrar una explicaci¨®n a la extendida creencia. La encontr¨® en un esc¨¢ndalo pol¨ªtico ocurrido en la ciudad, con el Desastre de Filipinas, como tel¨®n de fondo, y que motiv¨® una crisis de Gobierno. En octubre de ese a?o, el gobernador civil de C¨¢diz, Pascual Ribot, fue acusado de ¡°tolerar y reglamentar la prostituci¨®n masculina homosexual¡±. En plena crisis nacional, el suceso se magnific¨® y alcanz¨® fama en todo el pa¨ªs que, al paso de los a?os, se mantuvo solo en una parte: la que se refer¨ªa a C¨¢diz como ciudad gay.
En su amplia trayectoria en estudios de historia de la sexualidad, V¨¢zquez ya se hab¨ªa topado con diversa documentaci¨®n que hac¨ªa referencia a la fama de C¨¢diz. Art¨ªculos de prensa y referencias en la literatura (como la Oda a Walt Whitman de Lorca en la que se habla de los ¡°sarasas de C¨¢diz¡±) que ahora ha analizado hasta encontrar el origen de la asociaci¨®n. ¡°Todo comenz¨® el lunes 17 de octubre de 1898, cuando el director del peri¨®dico conservador El Nacional, Adolfo Su¨¢rez de Figueroa, y diputado, public¨® el art¨ªculo titulado El reino de Sarasa¡±, detalla V¨¢zquez en su estudio.
En aquel art¨ªculo acusaba al gobernador Ribot de haber legalizado la prostituci¨®n masculina. Por entonces, algunos hombres compart¨ªan prost¨ªbulo con las mujeres, pero as¨ª como ellas ten¨ªan su "servicio de higiene", una cartilla sanitaria, ellos no contaban con esa regularizaci¨®n. Los sirvientes de manceb¨ªa recibieron por parte del gobernador un volante que les distingu¨ªa como gaditanos entre los 200.000 soldados que desembarcaron en C¨¢diz de la Guerra de Cuba. Se trataba de saber qui¨¦n era qui¨¦n cuando se produc¨ªan altercados callejeros, que no eran pocos. Y ese volante fue el origen de la discordia.
Ribot estaba casado con la hermana de Antonio Maura (destacada figura del Partido Liberal, que gobernaba entonces) y emparentado con Germ¨¢n Gamazo, ministro de Fomento de Sagasta. Con estos mimbres, el caso no tard¨® en saltar a la prensa nacional como ¡°el esc¨¢ndalo de las cartillas¡±. Aquellos volantes "no ten¨ªan nada que ver con las cartillas sanitarias de las prostitutas¡±, pero se usaron como arma arrojadiza por los conservadores. Y consiguieron su objetivo: para el 21 de octubre, tanto Ribot como el ministro Gamaza hab¨ªan dimitido y, con su marcha, se abri¨® una brecha entre los liberales y en el propio Gobierno.
Los ¡°sirvientes de manceb¨ªa¡± o ¡°estetas de burdel¡± sol¨ªan vivir en burdeles femeninos.? A diferencia de otros prostitutos que explotaban su hombr¨ªa, estos estetas sol¨ªan maquillarse y vestirse de mujer. ¡°Para los marineros, tener sexo con ellos era m¨¢s barato y no restaba virilidad¡±, reconoce el historiador. De hecho, su labor, aunque no estaba bien vista, no estaba prohibida. Eso no fue ¨®bice para que C¨¢diz se convirtiera en ejemplo de la decadencia que atravesaba Espa?a como potencia, ¡°de la ignominia y del vicio¡±, como recogen art¨ªculos de la ¨¦poca. ¡°La crisis de la naci¨®n y la crisis de la frontera entre sexos aparec¨ªan como caras de una misma moneda¡±, a?ade el catedr¨¢tico.
Nada pudieron hacer las clases adineradas gaditanas para quitar el sambenito a la ciudad, justo cuando C¨¢diz intentaba pujar como destino para el creciente turismo. ¡°Por un motivo que se desconoce y que ser¨ªa interesante profundizar¡±, dice V¨¢zquez, Espa?a olvid¨® el esc¨¢ndalo pol¨ªtico y se qued¨® con su consecuencia. Ya en el franquismo, la conexi¨®n entre lo denotativo y lo connotativo ¡°parec¨ªa quedar totalmente rota¡±. ¡°Ser de C¨¢diz¡± se convirti¨® en sin¨®nimo de ¡°ser homosexual con mucha pluma¡±.
El suceso se reelabor¨® una y otra vez, en cada ocasi¨®n con or¨ªgenes distintos y sin base hist¨®rica alguna. Con la llegada de la democracia, la fama de C¨¢diz perdi¨® su cariz negativo y se asoci¨® a la libertad. Hoy, incluso en la prensa local se ha llegado a hablar de aprovechar esta fama para atraer turismo gay. A V¨¢zquez le parece toda una paradoja: ¡°La verg¨¹enza que experimentaron los gaditanos de principios del siglo XX se ha convertido en orgullo para un mismo fin, atraer el turismo¡±.
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