?A qui¨¦n le interesa Arco?
La profesionalizaci¨®n de la feria la convierte en un espacio atractivo para coleccionistas pero con pocos alicientes para el p¨²blico com¨²n
Desde que Juana de Aizpuru se invent¨® Arco, all¨¢ por 1982, la feria ha ido, poco a poco, cambiando el papel que las circunstancias pol¨ªticas y culturales le hab¨ªan otorgado. Era entonces, y lo fue durante mucho tiempo, casi la ¨²nica opci¨®n de contemplar el arte contempor¨¢neo que se hac¨ªa tanto dentro como fuera de Espa?a. Jugaba el papel que en otras partes ten¨ªan las bienales de arte, una secci¨®n de las propuestas m¨¢s rompedoras del arte contempor¨¢neo a las que la prensa dedicaba espacios ahora inimaginables.
Pero los tiempos han cambiado tanto que en la edici¨®n que el domingo cierr¨® sus puertas, lo m¨¢s celebrado es el predominio de piezas de museo, muchas de ellas con precios que pasan del mill¨®n de euros, y la ausencia casi total de obras de contenido directamente pol¨ªtico o provocaciones m¨¢s o menos facilonas. Resulta inimaginable ver ahora piezas como aquella escultura de Eugenio Merino, Always Franco, con el caudillo metido en un ata¨²d de Coca-Cola que tanto impact¨® en 2012.
El lema del equipo de Carlos Urroz ha sido profesionalizar la feria y depurar la selecci¨®n de galer¨ªas hasta el punto de que obras como la mencionada no tengan lugar en los pabellones. El espect¨¢culo es cosa de tiempos pasados y lo que importa es atraer al coleccionista internacional porque son los que m¨¢s compran (Ifema destina 1,5 millones de euros en invitaciones de coleccionistas internacionales). A la vez, se han ido podando muchas de las actividades culturales paralelas a la feria que pod¨ªan distraer a los visitantes pero que no aportaban gran cosa al puro negocio que se persigue en Arco.
Si se logran o no las so?adas transacciones habr¨¢ que dejarlo a la imaginaci¨®n porque Arco, al igual que ferias tan importantes como las de Basilea, no hace p¨²blicas las ventas. Ni siquiera facilita el n¨²mero de piezas vendidas como, en cambio s¨ª hacen en Feriarte. La informaci¨®n queda en manos de las galer¨ªas que voluntariamente quieran hacerlo, aunque a la preguntas de qu¨¦ es lo que han vendido, la invariable respuesta es que les ha ¡°ido muy bien¡±. Los ¨²nicos que difunden sus adquisiciones son los coleccionistas p¨²blicos espa?oles como, por ejemplo, el Reina Sof¨ªa.
Frente a la opacidad del negocio, Ifema s¨ª da el n¨²mero aproximado de visitantes. El p¨²blico tiene acceso los tres ¨²ltimos d¨ªas de la feria. Los dos primeros est¨¢n reservados a los coleccionistas. El pasado a?o, acudieron unas 100.000 personas que pagaron 40 euros por su entrada (30 el domingo y 20 si se trata de estudiantes) y alrededor de un 15% usaron invitaciones. Estas ¨²ltimas jornadas es tambi¨¦n el de los coleccionistas m¨¢s modestos, aquellos que se gastan entre 3.000 y 500 euros. Otros, los m¨¢s van a mirar o a buscar provocaciones y lo que se encuentran es una feria con nombres ya asumidos institucionalmente, una situaci¨®n ante la que cabe preguntarse si para piezas de museo ?no ser¨¢ mejor ir directamente a los museos?.
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