Italia como ausencia
Paradoja: a Espa?a solo llegan los artistas italianos que cantan en castellano
Cada equis tiempo, alg¨²n cantante espa?ol se l¨ªa la manta a la cabeza y factura un disco de melod¨ªas italianas. Generalmente, el proyecto es recibido con alborozo y (tal vez) una fugaz reflexi¨®n sobre la ¡°extra?a ausencia¡± de la m¨²sica italiana en Espa?a.
De extra?a, nada. A finales de los sesenta, los programadores de la radio musical decidieron que el pop anglosaj¨®n constitu¨ªa el ideal, el est¨¢ndar dorado, el modelo de modernidad. En pocos a?os, consiguieron que de las ondas espa?olas desaparecieran las voces hispanoamericanas, francesas, italianas¡
Solo se hizo una excepci¨®n. Debido a la inagotable demanda de baladas rom¨¢nticas, los cantantes italianos superaban el veto de las radiof¨®rmulas si pagaban el peaje de grabar regularmente en castellano. Eso explica que aqu¨ª sonara Lucio Battisti pero se ignorara a Lucio Dalla. O que Paolo Conte se quedara como personaje de culto mientras que Franco Battiato alcanzaba una popularidad asombrosa. Si cantaban en espa?ol, hasta se perdonaban esas adaptaciones que anticipaban el traductor de Google.
La eliminaci¨®n de la m¨²sica italiana en Espa?a coincidi¨® con la implantaci¨®n de multinacionales del disco estadounidenses como CBS o Warner, que potenciaban el producto que llegaba desde su casa matriz. Ninguna queja por la circulaci¨®n del pop en ingl¨¦s, que viv¨ªa tiempos extraordinariamente f¨¦rtiles, pero cuesta aceptar que eso implicara cerrar el grifo que nos tra¨ªa propuestas emocionalmente muy cercanas.
En plan conspiro-paranoico, alguno sospecha que se buscaba evitar las siempre enojosas comparaciones del pop nacional con el italiano. Entre los dos pa¨ªses hubo relaciones secretas: el primer rock & roll hecho en Espa?a segu¨ªa las pautas de los complessi italianos. Durante a?os, muchos artistas recurr¨ªan al buen hacer de t¨¦cnicos y m¨²sicos milaneses: all¨ª se elaboraron discos espa?ol¨ªsimos de Los Brincos, Joan Manuel Serrat, Ana Bel¨¦n, V¨ªctor Manuel. Hasta el t¨¦rmino ¡°cantautor¡± tiene su origen en el pa¨ªs transalpino.
Aceleremos al siglo XXI. Mientras aqu¨ª se desmoronaba la industria discogr¨¢fica, la infraestructura creativa italiana m¨¢s o menos se ha mantenido: una red de estudios, arregladores, instrumentistas, productores de alta eficiencia. Que est¨¢n al servicio de unos solistas que trabajan para un p¨²blico ferozmente leal, bajo la lupa de una cr¨ªtica atenta y erudita.
Nada es casual: ese humus permite el florecimiento de estrellas que no tienen parang¨®n en Espa?a. Aparte de los ya mencionados, debemos citar a Vasco Rossi, Francesco de Gregori, Edoardo Bennato, Gianna Nannini y ¡ªfallecidos pero muy presentes¡ª Giorgio Gaber, Fabrizio de Andr¨¦ o Pino Daniele.
Por cierto: no esperen encontrar esos nombres en los cr¨¦ditos de esos ¡°homenajes a la m¨²sica italiana¡± que se graban espor¨¢dicamente en Espa?a. Para nada. Nuestros italian¨®filos rara vez miran m¨¢s all¨¢ de la edad de oro del Festival de Sanremo. Ellos se lo pierden.
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