Gabo, el oficio del detective y la pluma del poeta
As¨ª pasen mil a?os los lectores entender¨¢n las palabras como flores del Nobel colombiano
Gabriel Jos¨¦ de la Concordia Garc¨ªa M¨¢rquez, que vino al mundo hace noventa a?os, lleg¨® para contar las historias que hered¨®, narrar los paisajes y pasajes que vivi¨®, sonre¨ªr el hablar pausado que parec¨ªa de versos, bailar vallenatos como si planeara por la nubes con las manos bajas extendidas y cantar boleros con los amigos en una liturgia que se improvisaba con cada sobremesa. Gabo se extiende en el amor infatigable de Mercedes y en el brillo entra?able de los ojos de sus hijos y las miradas de sus nietos que son sonrisas, incluso cuando los he visto tristes; Gabo se multiplica en los millones de lectores que siguen conversando con sus p¨¢ginas en silencio, sincronizando sus propias biograf¨ªas con cada p¨¢rrafo que se abre como enredadera de verdes hojas, en generosa selva de su prosa y, s¨ª, ten¨ªa toda la raz¨®n Eliseo Alberto cuando pronostic¨®? que dentro de quinientos a?os no sabemos bien a bien qui¨¦n leer¨¢ el Quijote aquilatando sus palabras a?ejas, mientras que consta que as¨ª pasen mil a?os habr¨¢ no pocos lectores que entiendan perfectamente ¡ªen cualquier tipo de plataforma, idioma o dialecto¡ª las palabras como flores de Gabriel Garc¨ªa M¨¢rquez.
Gabo es mucho m¨¢s que las mariposas amarillas que le siguen la cabellera a sus personajes o los enredos inolvidables de los amores contrariados: es en s¨ª mismo una Literatura como may¨²sculas, que ha de leerse con la sabia saliva de los murmullos y la conversaci¨®n en voz baja, entre las sabanas de un insomnio quiz¨¢ compartido y el largo paseo de toda una vida para rememorar lo que a¨²n no se inventaba. Gabo es el periodista en persecuci¨®n del arte del hecho, con el oficio de detective y la pluma del poeta, que no precisa poner en versos lo que le cabe en un p¨¢rrafo urgente; con la adrenalina de lo ef¨ªmero, narrar para que la memoria no lo olvide y apuntalarlo todo con el saz¨®n art¨ªstico de la met¨¢fora precisa, tan aguda que no recurre a la exageraci¨®n del adjetivo, sino a la descripci¨®n exacta y as¨ª, como periodista, Gabo convirti¨® en novela el naufragio de un hombre cuya cr¨®nica ya hab¨ªa sido narrada mec¨¢nicamente por otros reporteros, y elev¨® a rango de las bellas artes el maquinazo sobre el acorde¨®n, para rellenar un hueco en la p¨¢gina ocho de un diario condenado a volverse papel amarillo en los archivos.
Gabo es el cuentista que nos ense?a a todos la suprema importancia de saber describir todo lo escrito que le sobra a la trama en su nudo, a los personajes en su perfil y al planteamiento en su contundente convicci¨®n instant¨¢nea y por ello, Gabo es el novelista que desenreda sobre una navegaci¨®n de largo aliento todas las palabras que han de deshilarse para que todos los personajes se vuelvan palpables, cre¨ªbles en el espejo de su prosa con todas sus aventuras y traves¨ªas perfectamente constatables en la flor de sus respectivos finales. Pero Gabo es tambi¨¦n el generoso lector del mundo, que se obsesionaba con los guiones de las historias visuales, tanto como se hipnotizaba con los hombres que desde el parapeto del poder intentaban sortear el enga?oso rasero de intentar gobernar a los dem¨¢s, o a los demonios de s¨ª mismos o las dimensiones invisibles del mundo o el mercado.
El hombre que lleg¨® al mundo hace noventa a?os ha de permanecer intacto en el recuerdo del lector que hoy mismo lo descubra por primera vez y en la bit¨¢cora de la inmensa gratitud que le guardan quienes ya lo ven¨ªan leyendo desde hace m¨¢s de medio siglo, con sus historias ensortijadas como peces de plata derretida que se vuelve a coagular a la siguiente lectura. Es el hombre que confes¨® escribir para que sus amigos lo quisieran m¨¢s cada d¨ªa y que evadi¨® la banalidad de las mentiras para convertir en verdad toda f¨¢bula legible y es el hombre cari?oso que abrazaba con afecto incuestionable y procuraba ayudar sin condiciones a quienes buscaban orientaci¨®n en tinta. Es el hombre ya sin tiempo que conquist¨® al mundo con la imaginaci¨®n de su memoria y el recuerdo genial de sus inventos: la constancia del mundo alrededor de la vista y la invenci¨®n de todos los mundos que solo se ven cuando se leen, o al cerrar los ojos con las yemas de los dedos sobre el rengl¨®n que parece moverse con cada s¨ªlaba ¡ªen cualquier idioma¡ª para recorrer el p¨¢ramo de todas sus p¨¢ginas. Es el hombre que hoy cumple noventa a?os en el recuerdo de un siglo que le espera ya ma?ana para seguir celebrando todo lo que cuenta por haber venido a este mundo.
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