Se?orita Mar¨ªa, la reivindicaci¨®n de una mujer que naci¨® en cuerpo de hombre
Un documental de Rub¨¦n Mendoza exalta la vida de una campesina colombiana marginada por su identidad
La se?orita Mar¨ªa era un rumor. Usaba falda, ten¨ªa el pelo largo y se rasuraba la barba todas las ma?anas. La se?orita Mar¨ªa cuando montaba en su caballo lo hac¨ªa sentada de lado, como dicen que lo hacen las damas. Tambi¨¦n se le ve¨ªa caminando con animales por la carretera hacia Boavita, un pueblo en Boyac¨¢. Rub¨¦n Mendoza (1980) hab¨ªa escuchado de ella desde que era ni?o y su pap¨¢ lo llevaba a esas monta?as fr¨ªas en donde su abuela viv¨ªa. Siempre le caus¨® curiosidad. Cuando la vio, muchos a?os despu¨¦s, fren¨® en seco su carro y le pregunt¨® cualquier cosa. Quer¨ªa detallarla. El rumor estaba ah¨ª, llevando un par de vacas, vestida con una falda y un par de trenzas tejidas en su larga melena.
Despu¨¦s de una beca que lo mantuvo lejos de Colombia, Rub¨¦n regres¨®. Se reencontr¨® con la se?orita Mar¨ªa y empez¨® la historia, que diez a?os despu¨¦s conmueve a quienes ya vieron el estreno del documental Se?orita Mar¨ªa, la falda de la monta?a. En el Festival de Cine de Cartagena, en donde se present¨® la semana pasada, Mendoza se llev¨® el premio a mejor director y Mar¨ªa Luisa Fuentes supo qu¨¦ era caminar sin recibir burlas y ser reconocida como una mujer, a pesar de que haber nacido en el cuerpo de un hombre.
No fue f¨¢cil derribar los muros que, sin querer, hab¨ªa levantado su apariencia en el pueblo conservador en el que naci¨® (de all¨ª son los Chulavitas, el primer grupo armado de derecha). ¡°Despu¨¦s de unos meses de grabaci¨®n se me escondi¨®. Estuvo dos a?os neg¨¢ndose, evitando hablar con nosotros¡±, cuenta el director a ELPA?S. Mar¨ªa se ocultaba en la punta de la monta?a y desde ah¨ª ve¨ªa cuando el equipo de producci¨®n llegaba, la buscaba, esperaba, se iba. Mendoza, a punta de mensajes, empez¨® a acercarse. Se volvieron amigos.? La relaci¨®n trascendi¨® a la de un director frente a un personaje. ¡°Logr¨¦ su confianza con sinceridad, con admiraci¨®n genuina. Nunca la quise filmar para mostrar miseria. ?Para eso me voy al Congreso!¡±, dice, directo como siempre. La historia de Mar¨ªa Luisa va m¨¢s all¨¢ de mostrar a una campesina transexual. Es un retrato de una fuerza descomunal y femenina, en palabras del director, que descubri¨® en ella la que podr¨ªa ser una radiograf¨ªa universal. En Mar¨ªa hay soledad, dolor, pero tambi¨¦n humor, ternura, luz. No fue de otra manera que el proyecto logr¨® mantenerse por seis a?os. Fue una grabaci¨®n larga y de mucha paciencia.
Rub¨¦n y su equipo se sentaron durante horas con calma en el patio de la casa de Mar¨ªa; es decir, en la monta?a, a esperar un eclipse, a que se asomara un arco¨ªris, a que se corriera una nube, a que saliera ese rayo de sol que termin¨® iluminando sus palabras cuando recordaba los dolores que hab¨ªa sufrido, las ausencias con las que hab¨ªa crecido o las veces que hab¨ªa dejado en manos de Dios el castigo para los que la ofend¨ªan. ¡°La fuerza de Mar¨ªa est¨¢ en su alma, en su amor por los animales, en su fe¡±, dice Mendoza.
Mar¨ªa Luisa tiene 45 a?os y est¨¢ viva de milagro. Colombia es un pa¨ªs violento con el que piensa diferente o el que se sale de la norma. Su pueblo, conservador y cat¨®lico, la apart¨®. Tuvo que marginarse y aferrarse a que ocurriera un milagro. So?aba que ten¨ªa un hijo. ¡°Un ni?o. ?Ay, esa es alegr¨ªa para m¨ª!¡±, exclama con naturalidad. Pudo ser lo que quiso. En medio de su soledad encontr¨® la fuerza para no quebrarse, para ser digna y valiente en un pa¨ªs en donde ser mujer y campesina es de por s¨ª motivo de exclusi¨®n.
Mendoza se mantiene en un cine documental que logra un retrato que supera un simple personaje. Pone frente a la pantalla a personas de intensa humanidad y a trav¨¦s de ellas muestra qu¨¦ tan cruel puede ser el mundo, pero sobre todo en d¨®nde est¨¢ la fuerza para no dejarse caer. ¡°Mar¨ªa empieza a entender el sentido de la dignidad. Es una persona que estaba convencida de que ten¨ªa que avergonzarse por ser lo que sent¨ªa, pero que descubre que su historia es valiosa, que su vida importa, que la quieren escuchar¡±. Y abrazarla. Como si con el contacto se pudiera contagiar algo de la fortaleza de la que est¨¢ hecha Mar¨ªa.
¡°Mi Dios hizo de todo: feos y bonitos, pero para ?l todo es bonito. Para mi Dios somos iguales. Esa es la belleza¡±, dice ella. Cuando sonr¨ªe, casi siempre que habla de Dios, se le forman dos hoyuelos en las mejillas.
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