Lazar Stojanovi?, cineasta, periodista y activista por los derechos humanos
Dirigi¨® la ¨²nica pel¨ªcula que le vali¨® la c¨¢rcel a su autor en la ex-Yugoslavia y fue un referente del pacifismo en los Balcanes
El pasado 4 de marzo mor¨ªa en Belgrado Lazar Stojanovi? a los 73 a?os como consecuencia de un c¨¢ncer. Su desaparici¨®n es una gran perdida para la cultura, la sociedad civil y la lucha por los derechos humanos en los Balcanes y en Serbia. Fue probablemente una de las figuras m¨¢s se?eras del movimiento antiguerra durante los a?os noventa dentro de Yugoslavia, y hasta su muerte segu¨ªa siendo un pensador inc¨®modo para la clase pol¨ªtica, siempre presto a ofrecer al periodista de turno su elocuencia cr¨ªtica. Como ¨¦l dec¨ªa: "Destapas problemas de los que la gente no quiere hablar, y te odian por ello".
?En su biograf¨ªa tiene un lugar destacado los tres a?os que pas¨® en la c¨¢rcel, como consecuencia de la pel¨ªcula Plasti?ni isus (El Jes¨²s pl¨¢stico): la ¨²nica pel¨ªcula en Yugoslavia que supuso una condena de prisi¨®n para su autor ¨Caunque hab¨ªa otras formas de censura, como la no proyecci¨®n¨C. En ella se confrontaba a un hombre an¨¢rquico y exc¨¦ntrico (el artista Tomislav Gotovac) con los totalitarismos del siglo XX. Aunque podr¨ªa interpretarse que la condena estuvo motivada por ser un alegato cr¨ªtico contra el comunismo, lo cierto es que vino a causa de unas im¨¢genes par¨®dicas de Tito: el mariscal aparec¨ªa confundido e indeciso antes de comenzar su discurso. Mientras la pel¨ªcula estuvo retenida, alguien elimin¨® de ella la escena de la boda del artista dram¨¢tico Ljubi?a Risti?; all¨ª aparec¨ªan oficiales del Ej¨¦rcito yugoslavo y, de acuerdo con los severos c¨®digos de la magna instituci¨®n, a los militares vestidos de civiles pod¨ªan tacharlos vejatoriamente de ¡°actores". Stojanovi? sab¨ªa mientras la grababa que esa pel¨ªcula iba tener repercusiones negativas sobre ¨¦l. Muchos han querido situarle como v¨ªctima del comunismo, un anticomunista. La paradoja es que siempre fue un hombre de izquierdas.
El asunto de la pel¨ªcula provoc¨® el distanciamiento con su mentor en la Universidad de Belgrado, el famoso director de cine Aleksandar Sa?a Petrovi?. Con ¨¦l hab¨ªa colaborado como asistente en la monumental Encontr¨¦ z¨ªngaros felices (1967), que hab¨ªa ganado el gran premio especial del jurado del Festival de Cannes, y en el libro de la pel¨ªcula Bi?e skoro propast sveta (1968), otra obra maestra dentro del movimiento La Ola Negra. Sa?a Petrovi? en aquella ocasi¨®n no tom¨® partido a favor de su disc¨ªpulo, sino que incluso le atac¨® p¨²blicamente, a pesar de que, seg¨²n cuenta Stojanovi?, el director serbio ya hab¨ªa valorado positivamente y por escrito su trabajo de posgrado. Cuando le preguntaron a Stojanovi? por qu¨¦ no utiliz¨® a su favor la conformidad del popular cineasta, respondi¨®: ¡°No es cuesti¨®n de que yo fuera una buena persona o que no quisiera ofenderle. A m¨ª no me serv¨ªa para nada y a ¨¦l solo le generaba problemas¡±. La pel¨ªcula ser¨ªa finalmente estrenada en 1990 y galardonada en el Festival de Montreal, diez a?os despu¨¦s de la muerte de Tito.
Lazar Stojanovi? pertenece a una generaci¨®n posterior a la lucha partisana en la Segunda Guerra Mundial, pero coet¨¢nea con las movilizaciones de la primavera del 68. Una elite intelectual que fue germinando gracias al talento individual pero tambi¨¦n a las posibilidades que ofrec¨ªa el estado social y la condici¨®n vivificante de una Yugoslavia no alineada. Sin embargo, Stojanovi?, como otros, sufrieron la represi¨®n del sistema, que se volv¨ªa opresor cuando dentro de los extensos territorios de la cultura yugoslava se traspasa la sola frontera que marcaba la cr¨ªtica contra Tito. Fue precisamente en aquellos a?os, a comienzo de los a?os setenta, cuando se produjeron las segundas grandes purgas, tras las que sufri¨® el estalinismo yugoslavo despu¨¦s de la ruptura del pa¨ªs balc¨¢nico con la URSS (1948). Su generaci¨®n pudo haber protagonizado una transici¨®n pac¨ªfica durante los a?os ochenta y noventa, inspirada en el gran disidente yugoslavo Milovan ?ilas, pero ya hab¨ªa sido reemplazada por el ala m¨¢s dura del tito¨ªsmo. Eso explica parcialmente la llegada al poder, desde el aparato, de pol¨ªticos como Slobodan Milo?evi?, o, desde el nacionalismo anticomunista, de Franjo Tudjman, con una fuerte predisposici¨®n autoritaria, moldeados, como la sociedad, en los contornos inflexibles y cerrados del r¨¦gimen.
A la carrera como cineasta de Stojanovi?, le hab¨ªa acompa?ado la de editor de la revista Vidik, que tambi¨¦n sufri¨® el azote de la censura despu¨¦s de publicarse un n¨²mero dedicado a la cultura, el sistema judicial y la propaganda en el Tercer Reich, en una suerte de cr¨ªtica refractaria del modelo yugoslavo. Stojanovi? dec¨ªa: ¡°Hitler acariciando a un ni?o, abriendo una f¨¢brica, sentado en un c¨ªrculo de luz, paseando al perro [...] claro que no quer¨ªamos igualar un sistema a otro, sino advertir que ¨ªbamos por un camino equivocado, en el que el inter¨¦s del Estado, y lo que se llamaba la clase trabajadora, estaban por encima del individuo¡±. En su carrera vital y profesional Stojanovi? siempre procur¨® defender la libertad de la persona frente a los excesos y abusos del poder.
Durante los a?os noventa Stojanovi? ayudar¨ªa a la fundaci¨®n del semanario Vreme, voz cr¨ªtica y emancipada contra el r¨¦gimen de Milo?evi?. Las guerras en Yugoslavia le obligaron a ensamblar dos de sus facetas, teniendo un impacto demoledor sobre el eje de flotaci¨®n del nacionalismo serbio. A su militancia antibelicista, se sum¨® la realizaci¨®n de ambos documentales sobre los dos criminales de guerra serbo-bosnios m¨¢s reconocidos: Ratko Mladi? y Radovan Karad?i?. Sobre lo reveladoras que eran aquellas im¨¢genes grabadas con el permiso de los l¨ªderes, dec¨ªa: ¡°Dales una cuerda lo suficientemente larga, que ellos se ahorcar¨¢n solos¡±. Se sinti¨® principalmente orgulloso de grabar al escritor ruso Eduard Lim¨®nov disparando durante el asedio a Sarajevo (Serbian epics), y puede estarlo del documental ?korpioni-spomenar, donde, en clave de denuncia, se emiten las im¨¢genes adquiridas por una ONG local de unos asesinatos perpetrados en Trnovo por paramilitares serbios contra un grupo de civiles musulmanes, en el marco del genocidio de Srebrenica (1995).
Defensor de la independencia de Kosovo, desde que en 1972 conociera en la c¨¢rcel a presos pol¨ªticos albano-kosovares, Stojanovi? trabajar¨ªa para el diplom¨¢tico William Walker en Kosovo, y despu¨¦s en Naciones Unidas. En su trayectoria se podr¨ªa a?adir su etapa como director de teatro, como periodista en la guerra irano-iraqu¨ª, su viaje a Afganist¨¢n, y, en general, sus a?os residiendo en el extranjero: Tailandia, Indochina, India, T¨ªbet, Ceil¨¢n ¨C involucrado en la causa tamil¨C, EE.UU... Fue pintor de brocha gorda, traductor, comerciante de piezas preciosas, agente inmobiliario y dec¨ªa con sorna que siendo barman es como cosech¨® m¨¢s ¨¦xitos. Un recorrido vital y profesional disperso e intenso, ocultado por su controvertido activismo en un panorama cultural y pol¨ªtico local donde personalidades como la suya generaban algunas adhesiones, pero tambi¨¦n animadversi¨®n por parte de importantes sectores sociales. Muchos le llamaron traidor. ?l simplemente se defend¨ªa diciendo: "eso es algo que debo soportar".
Yo le conoc¨ª hace dos a?os, durante el festival de literatura Krokodil. Despu¨¦s de aquel d¨ªa nos encontramos en m¨¢s ocasiones, y pudimos conversar muy largamente, pero en cualquier caso mucho menos de lo que su trayectoria merec¨ªa y mi inter¨¦s demandaba. Un rasgo a destacar de ¨¦l era que sus a?os en la c¨¢rcel, y su condici¨®n muchas veces marginal, no le convirtieron en un intelectual esc¨¦ptico ni resignado. No cay¨® en el fatalismo propio de muchos integrantes de su promoci¨®n, que padecieron mucho menos que Stojanovi? la disidencia, incluso en muchos casos la llegaron a rentabilizar como nacionalistas durante la transici¨®n.
He discrepado con algunas de sus opiniones p¨²blicas ¨Csu apoyo a los bombardeos de la OTAN a Yugoslavia por ejemplo¨C, pero siempre tuve la sensaci¨®n de que pugnaba desde sus convicciones e ideolog¨ªa, y no desde una atalaya identitaria, como es habitual en la regi¨®n cuando emergen los conflictos que parecen tantas veces encaminados a la rivalidad ¨¦tnica. La sociedad a la que pertenec¨ªa no le ha reconocido todos sus m¨¦ritos ¨Cera un espejo embarazoso para la pureza y sumisi¨®n nacional¨C, pero tambi¨¦n s¨¦ que lo terminar¨¢ haciendo.
De momento, en Belgrado, durante el festival de cine FEST, el minuto de silencio fue sepulcral, reverencial, compungido para muchos como yo, que sienten un gran respecto por su rectitud en medio de la zozobra pol¨ªtica. El organizador del festival lo expres¨® de otra manera: "fue valiente en tiempos en los que era valiente ser valiente". Dec¨ªa Lazar Stojanovi? que cada uno elige por s¨ª mismo cu¨¢ndo ser valiente. No hay duda de que lo era. Hasta sus m¨¢s firmes detractores deber¨¢n reconoc¨¦rselo.
?Miguel Rodr¨ªguez Andreu es director de la revista Balkania.
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