En el principio fue la carne
'La carro?a' puede considerarse un libro sobre poes¨ªa, pero tambi¨¦n una obra pol¨ªtica y religiosa
Poeta, ensayista, cr¨ªtico de arte y literatura, Enrique Andr¨¦s Ruiz (Soria, 1961) es uno de los m¨¢s originales intelectuales espa?oles. Si en Vida de la pintura (2001) comparec¨ªa como sabio antimoderno con un gran talento para la provocaci¨®n, La carro?a lo descubre inseguro. O ser¨ªa mejor decir: bien armado de saberes, pero cuidadoso en su defensa de la incertidumbre. La carro?a puede considerarse un libro sobre poes¨ªa, si entendemos por ¨¦sta la capacidad de fijar lo perecedero con la palabra, as¨ª como la de acompa?ar al mundo con una sintaxis. Porque tambi¨¦n es una obra pol¨ªtica y religiosa sobre las diferentes temporalidades con las que el hombre ha dado sentido al mundo.
Un fragmento de las Ge¨®rgicas, de Virgilio, en el que las abejas nacen del cuerpo putrefacto de unos toros sacrificados, as¨ª como el poema ¡®La carro?a¡¯, de Baudelaire, sirven a Ruiz para fijar los dos polos de temporalidad a los que sustraerse; el tiempo cl¨¢sico de la restauraci¨®n m¨ªtica y el tiempo progresivo del pensamiento hist¨®rico contempor¨¢neo. Ambos est¨¢n marcados por una finalidad y su condici¨®n sacrificial: para servir a los argumentos de la totalidad desprecian lo concreto, la carne, la perecedera vida. Una operaci¨®n fraudulenta que Ruiz confronta con varios hitos: el clasicismo de Lucrecio, el protocristianismo de los Hechos de los ap¨®stoles y de Agust¨ªn, el realismo de Cervantes o Spinoza, el liberalismo de Tocqueville (con su moral del ¨¦xito), la Revoluci¨®n de 1848 y la teor¨ªa del duelo en Barthes, entre otros.
A Ruiz le gusta desmontar la man¨ªa binaria del pensamiento, nuestra guerra de conceptos abstractos, as¨ª que a estas dos temporalidades les a?ade un tiempo poshist¨®rico (nuestro presente) con pertinentes llamadas a la ¡°actualidad¡± que remarcan la vigencia pol¨ªtica de estas reflexiones: de la raz¨®n hist¨®rica heredamos su car¨¢cter progresivo, pero agregamos un profundo desencanto. Mantenemos la direcci¨®n ¨²nica aceler¨¢ndola y difiriendo la b¨²squeda de sentido. Hemos cre¨ªdo resolver el problema eludiendo un t¨¦rmino (su t¨¦rmino): la muerte.
Ruiz le exige mucho a su escritura. Se recrea en una forma no lineal de reflexionar. Tampoco quiere concluir, sino ense?ar a percibir la incertidumbre a la que nos referimos al principio. Es en este sentido en el que La carro?a es un libro religioso, cristiano. La corriente literal del cristianismo de Ruiz muestra al cuerpo como primera premisa. Es una religi¨®n de lo fugaz y de la encarnaci¨®n, realista. Frente a las narrativas de la finalidad, el tiempo de la carne es descriptivo: ya hay suficiente mundo en la enumeraci¨®n. No es extra?o que Ruiz considere compa?eros de viaje de esta fe de la carne a Baudelaire, Nietzsche y Spinoza, y vea en cierto ate¨ªsmo la consecuencia l¨®gica de un cristianismo antiplat¨®nico: en el principio no fue la palabra, sino la carne. Porque tambi¨¦n es el tiempo de la literatura, de la restauraci¨®n de la carne en la palabra no dogm¨¢tica. La carro?a es un libro fecundo en intuiciones. Ojal¨¢ hubiera m¨¢s ensayos sobre po¨¦tica con esta ambici¨®n y rigor.
La carro?a. Ensayo sobre lo que se pierde. Enrique Andr¨¦s Ruiz. Pre-Textos, 2017. 272 p¨¢ginas. 22 euros.
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