Tapiz medieval
Andr¨¦s Ib¨¢?ez publica 'La duquesa ciervo', una extraordinaria novela de fantas¨ªa poblada de reyes, h¨¦roes, magos, princesas y animales mitol¨®gicos
En un art¨ªculo reciente, escrito bajo la sugesti¨®n de Vindicaci¨®n del arte en la era del artificio, de J.?F. Martel, Andr¨¦s Ib¨¢?ez se prodigaba en la defensa de la inutilidad del arte. All¨ª dec¨ªa que el arte es un lenguaje ¡°hecho de sonidos, de im¨¢genes, de historias, de formas, de resonancias, de ritmos, de confluencias, de s¨ªmbolos¡±, que nos pone en contacto con algo inmenso y misterioso. No parece casual que aquel art¨ªculo coincida con la aparici¨®n de La duquesa ciervo, una novela de fantas¨ªa medieval, g¨¦nero que no ha de sorprender a los lectores de la obra de Ib¨¢?ez, en general una propuesta que hace valer el encantamiento ante la belleza y se ofrece como un espacio de celebraci¨®n. Escritor de gran cultura, muy sensible a la experiencia art¨ªstica, dotado de excelentes recursos, poseedor de una prosa de exultante nitidez, el mundo medieval de fantas¨ªa deb¨ªa resultarle algo m¨¢s que una tentaci¨®n. Un mundo que contiene elementos ben¨¦ficos para la exclamaci¨®n y el prodigio, poblado de castillos, reyes, h¨¦roes, princesas, estancias misteriosas, magos, animales mitol¨®gicos, sabidur¨ªa oculta, objetos cuya b¨²squeda dan sentido a la existencia, regido por normas que excluyen la raz¨®n y que se provee, con resuelta indemnidad, de las leyes que se concede la conciencia imaginativa para favorecer su propia fascinaci¨®n.
Pues se trata, como es sabido desde las sagas de Tolkien, las cr¨®nicas de C.?S. Lewis y actualmente la rimbombancia de Juego de tronos, de una escenograf¨ªa que ya no es un sustrato sobre el que construir nuevos modelos, sino que se surte de variaciones, mezclas y agregados que no terminan de agotarse, como todo misterio que se precie, por muy pr¨®digos que sean sus valedores. Y s¨ª, por tanto, un territorio, una ¨¦poca fuera de la historia muy apta para el entramado simb¨®lico e inici¨¢tico a que se somete la escritura de Ib¨¢?ez. Y claro est¨¢, como no pod¨ªa ser de otra manera, el resultado es una extraordinaria novela, con su punto no calculado de prolijidad, con momentos de eventual aquiescencia, muy perceptible en el agrado del autor por describir vestidos, pedrer¨ªa, objetos, flores y plantas (lo que agradecer¨¢ el lector que no atienda s¨®lo a la peripecia) y un ensanchamiento de la historia que rebaja inevitablemente la emoci¨®n.
Pero nada de ello desmerece la calidez, la protecci¨®n con que este artefacto verbal acoge la inmersi¨®n del lector en una g¨¦nesis po¨¦tica que act¨²a, en efecto, como una magia creciente, con sus amenazas y crueldades, en especial en las ¨²ltimas p¨¢ginas. Aqu¨ª la historia del turbado aprendiz de mago Hjalmar y su amor por Aliso, tan gr¨¢cil como desconcertante (que inspiran p¨¢ginas admirables, como las escenas de exhibici¨®n recatada de la pierna de la duquesa ciervo), es un impulso narrativo, sin otra determinaci¨®n que construir la novela. Y tambi¨¦n son impulsos o despliegues las guerras, las traves¨ªas, la autoridad del rey, las incertidumbres, ¡°la nobleza del coraz¨®n gentil¡±, la aparici¨®n de platos voladores (sic), las comarcas y reinos en disputa, los hombres osos, el drag¨®n llegado de las estrellas que aborrece la ley de las causas y los efectos, y el prodigioso unicornio, que se dice que es un sue?o del drag¨®n. Pues todo se conjuga aqu¨ª para la maravilla. Y si bien no hay que excluir de la fantas¨ªa esa ¡°enajenaci¨®n del fetiche¡± que la emparenta con la superstici¨®n, el virtuosismo de Andr¨¦s Ib¨¢?ez nos impide prevenirnos de la devoci¨®n con que est¨¢ tejido este tapiz medieval.
La duquesa ciervo. Andr¨¦s Ib¨¢?ez. Galaxia Gutenberg, 2017. 384 p¨¢ginas. 20,50 euros
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