Poetas en el museo
Entre la literatura y el arte, la poes¨ªa experimental no encuentra su sitio en la historia. Una muestra en el Musac lo vuelve a demostrar
El presente texto es resultado de una invitaci¨®n del Musac de Le¨®n para visitar la exposici¨®n Constelaciones. Poes¨ªa experimental en Espa?a (1963-2016), que viene a arropar una merecida y extensa individual que dicho museo dedica al vallisoletano Francisco Pino. Para este a?o hay programada adem¨¢s otra individual de Jos¨¦ Luis Castillejo, sin duda, junto a Pino ¡ªtambi¨¦n frente a este¡ª, uno de los autores m¨¢s singulares de nuestra escritura experimental. El centro se suma as¨ª a la recuperaci¨®n museol¨®gica de nuestra vanguardia de los sesenta y primeros setenta, en especial, de unas manifestaciones po¨¦ticas que s¨®lo muy recientemente han sido objeto de retrospectivas panor¨¢micas. No cabe, pues, sino felicitar al equipo directivo por el riesgo que asume en un tiempo que se presume dif¨ªcil y amenazadoramente recortable. Pero dicho esto, el primer efecto de la exposici¨®n que nos ocupa es el de la perplejidad. Un desconcierto que una vez elaborado lleva a la siguiente conclusi¨®n: el ¨²nico modo de sacar a la llamada ¡°poes¨ªa experimental espa?ola¡± de su pantano de confusi¨®n es historiarla. Historiar para saber qu¨¦ nos cuenta, qu¨¦ es lo que puede decirnos sobre nosotros; pero tambi¨¦n, y con urgencia, historiar en el sentido m¨¢s estrictamente acad¨¦mico de situarla en la historia, de precisar cu¨¢l es la naturaleza de la escena y definir sus l¨ªmites.
El espacio expositivo, como la p¨¢gina o el libro, tiene un car¨¢cter discursivo. Al seguir el curso marcado por la exposici¨®n, como al leer, es leg¨ªtimo preguntarle al autor: ¡°?Qu¨¦ me est¨¢s contando?¡±. Y lo que nos dice el hilo narrativo de la muestra es que hay un fen¨®meno llamado poes¨ªa experimental espa?ola (PEE) que comienza en 1963 (a?o de Problem¨¢tica 63, al que pertenec¨ªa Julio Campal, considerado pionero en Espa?a del experimentalismo po¨¦tico) y que llega hasta la actualidad. Esto se cuenta en un museo de arte contempor¨¢neo y en la nota de prensa se hace alusi¨®n a su origen ¡°en las vanguardias hist¨®ricas del siglo XX¡±. Siguiendo la l¨®gica interna del relato, y dado que la manera convencional de contar las vanguardias es ajustando los estilos con los movimientos, cabe deducir que nos encontramos ante un movimiento de vanguardia, con unos rasgos estil¨ªsticos m¨¢s o menos diferenciados, y que naciendo en 1963 habr¨ªa llegado hasta ahora mismo. Cualquiera que conozca la historia del arte del siglo XX se sorprender¨¢ de que en Espa?a se haya dado un ¡°movimiento¡±, o siquiera una tendencia art¨ªstica homog¨¦nea, que mantenga su continuidad durante m¨¢s de medio siglo.
Pese a lo anunciado en el t¨ªtulo, podr¨ªa pensarse que el recorrido de las salas iba a seguir un ¨ªndice en el que se articular¨ªa tan vasto periodo temporal, pero lo cierto es que tanto el orden de las salas como la disposici¨®n de lo exhibido corroboran la idea de unidad compacta del movimiento. Lejos de dividirlo en fases, el relato expositivo amalgama obras de tiempos y lugares lejanos agrupadas en cinco n¨²cleos tem¨¢ticos: Abismos, Saqueos, Homenajes, Extra?amientos e (in)Materiales. Nada puede objetarse a preferir los aires de familia frente a la sucesi¨®n cronol¨®gica o geogr¨¢fica. Puede ser incluso la mejor opci¨®n, excepto cuando, una vez abandonada la seguridad de la l¨ªnea temporal y el contexto, nos enrede hasta perder el hilo. No es en absoluto evidente la relaci¨®n entre los temas y el car¨¢cter de las obras, m¨¢s bien, al contrario, la clasificaci¨®n elegida contribuye a aumentar la confusi¨®n. Un ejemplo, Abismos cuenta con un subapartado llamado ¡®Letrismo¡¯. El letrismo es un movimiento franc¨¦s de posguerra, en Espa?a no hubo letristas, luego cabe suponer que el t¨¦rmino se usa de un modo ahist¨®rico y en un sentido literal como sin¨®nimo de Letras: con esa excusa se re¨²nen vagamente piezas hechas con letras entre 1967 y 2011, revolviendo en la misma sala obras de diferentes periodos y de muy diversa calidad. Esta despreocupaci¨®n por la historicidad lleva al desconcierto de confundir en las cartelas las fechas de las piezas con el asiento bibliogr¨¢fico. As¨ª, podemos contemplar ejemplos de poemas concretos de Felipe Boso fechados, s¨®lo por su edici¨®n, en 1994, 12 a?os despu¨¦s de su muerte.
La t¨®nica general de la muestra es la de mantener la PEE en un limbo extempor¨¢neo y ahist¨®rico. Pero no es un empe?o achacable a sus comisarios, la exposici¨®n sencillamente recoge un estado de opini¨®n dominante desde hace d¨¦cadas. Seg¨²n Joan Brossa, uno de los grandes de la PEE, ¡°para juzgar una obra hay que tener presente el mundo en que ha sido hecha¡±: la vida del artista, la t¨¦cnica y el contexto. Pero lo que resulta fundamental es establecer el horizonte de sentido en el que se inscribe. La PEE es una manifestaci¨®n tard¨ªa de las tendencias intermedia ¡ª?entre medios¡ª de los a?os sesenta. Como ocurre con la poes¨ªa experimental en general, no supone propiamente un nuevo medio o un nuevo g¨¦nero, sino una manifestaci¨®n h¨ªbrida resultado de la voluntad rom¨¢ntica ¡ªque las ¨²ltimas vanguardias llevaron a su extremo¡ª de unificar o desbordar el arte en la vida. Esta misma voluntad es la que alienta la transgresi¨®n de los l¨ªmites entre los g¨¦neros, la que propicia un arte del ¡°entre¡± medios. Por aquel entonces casi todo, el cine, el teatro, la m¨²sica o el arte en general, era experimental. Pero la vanguardia y sus mitos (la revoluci¨®n, lo nuevo, el progreso) cierran su ciclo hist¨®rico en los primeros a?os setenta. Y hoy, cuando el mundo del arte vive en un estado generalizado de experimentaci¨®n programada, el adjetivo ha sido vaciado de sentido. Por supuesto, cada cual puede calificar a su antojo, pero erigirse en heredero de la llama heroica de viejas batallas no s¨®lo resulta anacr¨®nico, sino que, y esto es lo grave, invoca a los fantasmas de los ca¨ªdos conden¨¢ndolos a vagar sin rumbo ni descanso.
Desde hace a?os los autores de la PEE se han venido quejando, y con raz¨®n, de la desidia de los medios literarios y culturales espa?oles ante unas manifestaciones po¨¦ticas que hace ya tiempo deber¨ªan figurar sin estridencias en nuestros libros de historia. Pero lo sorprendente, y significativo, es lo bien que se acomoda esa injusta expulsi¨®n, auspiciada por los defensores de unos h¨¢bitos culturales catedralicios, con este enigm¨¢tico empe?o de buena parte de nuestros experimentales por mantener la PEE en un limbo intemporal, es decir, fuera de la historia.
¡®Constelaciones. Poes¨ªa experimental en Espa?a (1963-2016)¡¯. Musac. Le¨®n. Hasta el 4 de junio.
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