Bisuter¨ªa de la magia
Este es un musical que traiciona el ritmo de la partitura en el montaje y la continuidad de la melod¨ªa en su puesta en escena
LA BELLA Y LA BESTIA
Direcci¨®n: Bill Condon.
Int¨¦rpretes: Emma Watson, Dan Stevens, Rupert Evans, Kevin Kline.
G¨¦nero: musical. Estados Unidos, 2017
Duraci¨®n: 129 minutos.
Con La Bella y la Bestia (1991), el estudio Disney consolid¨® lo que ya hab¨ªa anticipado La Sirenita (1989): que la firma que fij¨® el lenguaje can¨®nico de la animaci¨®n ingresaba en una nueva edad de oro, sustentada sobre la hibridaci¨®n de dos formas expresivas que parec¨ªan haber pasado a mejor vida; la comedia musical y el largometraje de animaci¨®n. Fue un trabajo que desmont¨® prejuicios y abri¨® ciertas conciencias, por fin dispuestas a aceptar como obra de prestigio una pel¨ªcula animada ¨Cel otro jal¨®n decisivo en el proceso ser¨ªa el premio a Miyazaki en Berl¨ªn-.
Resulta comprensible que, dentro de la actual mec¨¢nica de adaptaciones a imagen real (o as¨ª) de su legado animado, Disney se haya empe?ado en afrontar esta nueva versi¨®n de La Bella y la Bestia?con el respeto reverencial como principio rector: no caben aqu¨ª ni la reivindicaci¨®n l¨²dica de Jon Favreau en El libro de la selva (2016), ni el radical cambio de punto de vista que supuso Mal¨¦fica (2014) con respecto al recuerdo de La bella durmiente (1959). No obstante, a la supuesta vocaci¨®n de fidelidad de Bill Condon la ha cargado el diablo, porque no solo mucho se ha perdido por el camino, sino que las nuevas aportaciones restan y no suman.
Para empezar, este es un musical que traiciona el ritmo de la partitura en el montaje y la continuidad de la melod¨ªa en su puesta en escena. Emma Watson habr¨ªa quedado mejor si no se hubiese pronunciado sobre el debatible feminismo de la propuesta, del mismo modo que hubiese sido m¨¢s apropiado anunciar a un arquetipo hom¨®fobo en lugar de al primer personaje disneyano (oficialmente) gay. La ferocidad animada de la Bestia languidece en el interior de un melanc¨®lico peluche digital. Y, s¨ª, todo brilla mucho y parece deslumbrante, pero solo lo parece¡ como la bisuter¨ªa.
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