Las vi?etas del exterminio jud¨ªo
La exposici¨®n ¡®Holocausto y c¨®mics¡¯ en el Memorial de la Shoah de Par¨ªs actualiza el debate sobre el horror y sus representaciones
La exposici¨®n Shoah et bande dessin¨¦e. L¡¯image au service de la m¨¦moire (Holocausto y c¨®mics. La imagen al servicio de la memoria) en el M¨¦morial de la Shoah de Par¨ªs es un instrumento tan inesperado como valioso para volver a la cuesti¨®n de la historia y sus representaciones. Tambi¨¦n para examinar, por un lado, si todo vale en la plasmaci¨®n ic¨®nica del horror y, por el otro, en qu¨¦ medida acaba imponi¨¦ndose la fuerza del tab¨². Por ¨²ltimo, para el mero disfrute ante la contemplaci¨®n de un peque?o tesoro en vi?etas: m¨¢s de 200 originales procedentes de museos, fondos editoriales y colecciones privadas¡ si es que puede hablarse de disfrute cuando nos referimos a un tema como la soluci¨®n final y el exterminio jud¨ªo.
El espejo del genocidio a manos de los nazis durante la Segunda Guerra Mundial lleg¨® tarde y en variado y desigual formato: el Holocausto permaneci¨® demasiado tiempo como algo intocable o al menos inc¨®modo para demasiados sectores de la pol¨ªtica y tambi¨¦n de la cultura. Tardaron demasiado las artes en reflejar el infierno de los jud¨ªos en aquellos a?os. Cuando lo hicieron, la maquinaria creativa result¨® imparable.
El cine nos dio ficciones de base m¨¢s o menos real como La lista de Schindler, de Spielberg, lecciones de crudo e imbatible realismo, como las nueve horas del documental Shoah, de Claude Lanzmann, y hasta controvertidas propuestas de corte humor¨ªstico ¡ªtambi¨¦n desolador¡ª como La vida es bella, de Roberto Benigni, adem¨¢s de innumerables bodrios de comida r¨¢pida. La poes¨ªa tuvo en Paul Celan al mejor bardo posible para cantar el color negro de la eterna noche del Holocausto, en contra de la m¨¢xima de Adorno de que era una ignominia hacer poes¨ªa despu¨¦s de Auschwitz. Primo Levi (Si esto es un hombre) e Imre Kert¨¦sz (Sin destino) firmaron en prosa las reflexiones personales m¨¢s estremecedoras de la historia de la literatura acerca del genocidio: sab¨ªan de lo que hablaban, estuvieron all¨ª, en los campos de la muerte.
Tambi¨¦n el teatro se asom¨® al horror: Peter Weiss con su obra La indagaci¨®n, Arthur Miller con Cristales rotos o, por caminos m¨¢s oblicuos, Harold Pinter con Cenizas a las cenizas constituyen ineludibles ejemplos. Y compositores como Sch?nberg, Penderecki o Shostak¨®vich llevaron a los pentagramas la memoria de la tragedia del pueblo jud¨ªo.
Mucho m¨¢s ins¨®lito, por lo inhabitual, es evocar el reflejo que el genocidio tuvo en el mundo del c¨®mic. ?Tebeos y Holocausto? Para Didier Pasamonik, comisario de la exposici¨®n en el Memorial de la Shoah de Par¨ªs, la cuesti¨®n est¨¢ clara: ¡°La Shoah es un acontecimiento hist¨®rico, y hay que contemplar las cosas desde ese punto de vista, para evitar que se produzcan malentendidos. Lo interesante de esta exposici¨®n es que la historia la cuenta gente que no es historiadora¡±.
El visitante de las salas del Memorial, en el parisiense barrio de Le Marais, asiste a un viaje en el tiempo cuyo eje indiscutible es la publicaci¨®n en 1986 de la novela gr¨¢fica Maus, de Art Spiegelman. Una historia en blanco y negro en la que los jud¨ªos son ratones, y los nazis, gatos. En realidad no era una novela gr¨¢fica, sino una recopilaci¨®n en un solo volumen: su autor llevaba desde 1980 public¨¢ndola por entregas en la revista underground Raw, que ¨¦l mismo hab¨ªa fundado.
Sin duda aquella historia pensada, escrita y dibujada por Spiegelman, hijo de supervivientes de Auschwitz, marc¨® el momento clave en la representaci¨®n de los campos de la muerte a trav¨¦s del c¨®mic. Maus gan¨® un Premio Pulitzer (el primero para una historieta) y contribuy¨® decisivamente a que el c¨®mic como g¨¦nero ganara una respetabilidad que se le hab¨ªa negado.
Pero la exposici¨®n dedica su atenci¨®n tambi¨¦n a otros cl¨¢sicos, como las ocho p¨¢ginas de Master Race (1955), obra maestra de s¨ªntesis y concisi¨®n sobre el crimen y la culpa, una historieta de Bernard Krigstein y Al Feldstein acerca del reencuentro fortuito, en un vag¨®n del metro de Nueva York, de un superviviente del Holocausto y su torturador.
Por las salas desfilan testimonios terribles en primera persona, como las vi?etas dibujadas por Horst Rosenthal (Mickey Mouse en el campo de Gurs), asesinado en Auschwitz en 1942. O los dibujos realizados por David Ol¨¨re, superviviente del mismo campo. Frente al pionero Edmond-Fran?ois Calvo y su ¨¢lbum La b¨ºte est morte! (?La bestia ha muerto!, trasunto de la Segunda Guerra Mundial y el horror nazi representado en animales) se sit¨²a el ambiguo papel jugado por los superh¨¦roes de Marvel o DC Comics (?Por qu¨¦ los superh¨¦roes no liberaron Auschwitz? es el t¨ªtulo de uno de los art¨ªculos que figuran en el espl¨¦ndido cat¨¢logo de la muestra).
Lugar aparte merece el affaire Vuillemin. El ¨¢lbum Hitler = SS del controvertido ilustrador franc¨¦s Philippe Vuillemin fue prohibido en 1989 por ofensa a las v¨ªctimas, y su autor, condenado a pagar la cantidad simb¨®lica de un franco (el ¨¢lbum fue secuestrado en Espa?a tras la denuncia de varias asociaciones jud¨ªas, y su publicaci¨®n sigue estando prohibida). ¡°Quisimos que estuviera en la exposici¨®n porque les dije a los responsables del Memorial de la Shoah ¡ªy ellos estuvieron de acuerdo¡ª que no podemos dejar el humor a los negacionistas. Porque entonces habremos perdido el partido¡±, explica el comisario.
Babelia
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