Dentro de la boca de Bj?rk
Como colof¨®n a su gira mexicana, aterriza en la capital la exposici¨®n itinerante Digital Bj?rk: los ¨²ltimos v¨ªdeos de la artista islandesa en 3D y realidad virtual al modo de una ¨®pera tecnol¨®gica
Por mucho que Bj?rk se empe?e cada d¨ªa m¨¢s en convertirse en una mujer-cyborg, su garganta sigue siendo de carne y roja, como la de cualquier humilde mortal. Para uno de los v¨ªdeos de su ¨²ltimo disco, le metieron una peque?a camarita en la boca y despu¨¦s los ordenadores hicieron el resto: un viaje laringol¨®gico en 360 grados mientras, gafas 3D mediante, la diva islandesa canta: ¡°tengo tristeza bucal¡±.
La pieza se llama Mouth mantra y tiene que ver con la obsesi¨®n de la cantante por las gargantas ¨C¡°mi punto m¨¢s vulnerable¡±, dijo en una reciente entrevista para la revista Warp¨C y con una met¨¢fora org¨¢nica alrededor del concepto central de su octavo ¨¢lbum: el dolor tras su ruptura con el artista estadounidense Matthew Barney, despu¨¦s 13 a?os y una hija en com¨²n. Publicado en 2015, Vulnicura es una ¨®pera rock que ha ido mutando en una ¨®pera tech. Los videos de las canciones, pensados por ella y ejecutados por cineastas y dise?adores de realidad virtual, han ganado ¨Ccomo otras veces en su carrera¨C tanto protagonismo que han terminado integrando una exposici¨®n. Tras pasar por Tokio, Sydney o Londres, Bj?rk Digital aterriza ahora en el Foto Museo de Ciudad de M¨¦xico y sirve como colof¨®n a las dos fechas que tiene en el pa¨ªs.
El s¨¢bado ser¨¢ el plato fuerte de un festival y este mi¨¦rcoles llen¨® el Auditorio Nacional con entradas que alcanzaron los 6.500 pesos (unos 350 d¨®lares).? ¡°Ha habido mucha expectaci¨®n por su llegada a la capital. Hab¨ªa tocado en M¨¦xico hace cinco a?os pero en un festival en Veracruz¡± explica Kaeri Tedla, director creativo de Warp M¨¦xico, los promotores de la exposici¨®n, que tiene un precio de 660 pesos (unos 35 d¨®lares) por un recorrido de una hora y media por las ocho salas.
La selecci¨®n es pr¨®diga en esf¨ªnteres. En Family, la pieza m¨¢s interactiva de la muestra, el espectador participa en el (re)nacimiento de un especie de Bj?rk-c¨ªclope desde una vulva digital morada sobre la que uno puede dibujar guirnaldas amarillas con unos dispositivos que simulan ser tus manos. En Stonemilker, el primer experimento y el menos impactante, una Bj?rk esta vez m¨¢s humana repite sobre la arena de una playa en Reykiavik: ¡°Me gustar¨ªa sincronizar nuestros sentimientos¡±.
En otra de las salas, 58 altavoces distribuidos por el techo y las paredes vibran con Black lake, quiz¨¢ el tema m¨¢s expl¨ªcitamente angustioso. El espectador es invitado a pasear por el espacio para percibir los distintos sonidos seg¨²n la zona de la habitaci¨®n mientras en las dos paredes frontales se reproduce el v¨ªdeo con la artista golpe¨¢ndose el pecho dentro de una cueva. Adem¨¢s del repaso a Vulnicura, la exposici¨®n tambi¨¦n permite jugar con la app creada para Biophilia, su ¨¢lbum de 2012. A trav¨¦s de unas tablets, las 10 canciones del disco forman una constelaci¨®n tridimensional y en cada canci¨®n/estrella uno puede destripar el ritmo y la melod¨ªa y hasta componer su propia versi¨®n.
Bj?rk, 51 a?os, alcanz¨® la cima en los 90, cuando mercado y cr¨ªtica se rindieron a su naturalidad para combinar lo experimental con lo pop, lo exc¨¦ntrico con lo accesible. Durante las semanas que dur¨® el montaje de la exposici¨®n en Ciudad de M¨¦xico, el equipo de Warp estuvo siempre acompa?ado de una enviada especial de la compa?¨ªa de managment de la artista. Una menuda chica islandesa que cada d¨ªa se comunicaba por Facebook Live con su compatriota y jefa para comprobar que todo estaba quedando a su gusto.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.