Eduardo Fern¨¢ndez en las Furious Sessions
El pianista, ganador del ¨²ltimo Premio Ojo Cr¨ªtico, interpreta tres piezas de Gluck y Scriabin
Eduardo Fern¨¢ndez es un pianista excepcional. De los que hay que cuidar. Con tan solo 35 a?os ha tocado en las salas m¨¢s prestigiosas de m¨¢s de 20 pa¨ªses y ha despertado la atenci¨®n de la cr¨ªtica especializada de todo el mundo, que lo sit¨²a entre los mejores int¨¦rpretes de su generaci¨®n en el mundo.
Fern¨¢ndez es el ¨²ltimo Premio Ojo Cr¨ªtico de cl¨¢sica de Radio Nacional. Un galard¨®n cuyo objetivo es apoyar a los j¨®venes talentos en distintas disciplinas art¨ªsticas. Hacen falta m¨¢s premios ojos cr¨ªticos y sobre todo hace falta que sirvan para algo. Para eso el resto de los medios tienen que dejar de mirarse al ombligo y tener la posibilidad de poder hacerse eco del talento que tenemos, m¨¢s all¨¢ de otros intereses.
Lo del estigma de la llamada "m¨²sica cl¨¢sica" contra el que muchos llevamos una vida luchando ya dar¨ªa para otro art¨ªculo. Por un lado nos encontramos con la dificultad para acceder a esta m¨²sica con normalidad y sin elitismos de post¨ªn; los desastres que han provocado los recortes que han arrasado orquestas sin piedad; y el calvario por el que tienen que pasar los compositores contempor¨¢neos de m¨²sica orquestal que no est¨¢n subyugados a la dictadura del cine.
Sin entrar en el tema en profundidad y sin zafarnos tampoco de nuestra responsabilidad os traemos aqu¨ª la primera Furious Session en la que la protagonista es la m¨²sica cl¨¢sica.
Nos estrenamos con 3 piezas que en manos de Eduardo son una pura delicia. La primera es un fragmento del Orfeo y Eur¨ªdice de Gluck que sirve para darnos entrada a dos de los preludios de Scriabin. El primero de ellos (op.74 n¡ã2) es un p¨¢ramo atonal. Un paisaje yermo, en el que el simbolismo y la sinestesia se dan la mano para crear una sensaci¨®n de desolaci¨®n ¨²nica.
Luego, para acabar, el espectacular Preludio op.11 n¡ã14, que Fernandez ejecuta de manera profunda, sobria y potente.
Tras haber grabado a Alb¨¦niz, Chopin, Schumann y Brahms, repertorio con tendencia al romanticismo, Fern¨¢ndez da un paso m¨¢s y escoge sumergirse en el mundo de Alexander Scriabin (1872-1915, Mosc¨²) uno de los compositores m¨¢s controvertidos de su tiempo.
El compositor goz¨® en vida de la admiraci¨®n de colegas y rivales, que dec¨ªan de ¨¦l ser el gran pionero de la nueva m¨²sica, el renacimiento de la cultura occidental y padre de la m¨²sica del futuro. Ah¨ª es nada.
Tras su muerte, sin embargo, fueron otros rusos los que coparon el cartel en los auditorios, lo que hace todav¨ªa m¨¢s interesante la incursi¨®n del int¨¦rprete madrile?o en el universo sonoro de Scriabin.
Eduardo Fern¨¢ndez hace las maletas y se va de viaje a los preludios de este enigm¨¢tico moscovita. ?D¨®nde queda eso? Pues la aventura empieza partiendo de un Chopin tard¨ªo que no se resiste a tontear con nuevas armon¨ªas que van salpicando sus primeros preludios, para a partir de ah¨ª, ir en ca¨ªda libre hacia el atonalismo y su personal teor¨ªa asociativa sobre el universo sonoro y el visual. Una teor¨ªa sinest¨¦sica en la que cada nota tiene asignada un valor crom¨¢tico con los que Scriabin pinta directamente en tu corteza cerebral. Si te dejas, claro.
Entremedias tienes todo el viaje, un road trip con paisajes desolados. El bien y el mal mezcl¨¢ndose en la cabeza de un obseso de la relaci¨®n entre la filosof¨ªa, la mitolog¨ªa, la religi¨®n, lo visual y la m¨²sica.
Babelia
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