LucasArts vive
'Sexy brutale' ofrece una reinvenci¨®n magistral de los pilares de la aventura gr¨¢fica en una obra con ecos de Dunsany, Lovecraft y Poe
?Era una estampa voluptuosa aquella mascarada?. Es una de esas frases inmortales de un relato igualmente indeleble, La m¨¢scara de la muerte roja de Edgar Allan Poe. Despu¨¦s de esa frase, medio siglo antes de que Alain Resnais convirtiera los suntuosos travellings por los pasillos de una mansi¨®n en met¨¢foras de la psique, Poe describ¨ªa los cuartos en los que el pr¨ªncipe Pr¨®spero alojaba a los invitados a sus temibles bacanales. Cuartos que ten¨ªan los vidrios de los ventanales de los mismos colores que el resto de los mobiliarios. Habitaciones azules. Habitaciones p¨²rpuras. Habitaciones verdes. Estancias sumidas en los colores del alma.?
Sexy brutale, joya con la que debuta el estudio brit¨¢nico Cavalier en coproducci¨®n con el espa?ol Tequila Works, es un digno heredero de aquellas salas fant¨¢sticas pobladas por seres perversos y fascinantes. No hay pr¨ªncipe Pr¨®spero, sino Marqu¨¦s. Pero la idea es la misma. Un gran espect¨¢culo que reunir¨¢ a todos los comensales en un banquete y una posterior fiesta de desenfreno en la que qui¨¦n sabe qu¨¦ podr¨ªa pasar. Solo que, antes de que empiece el primer n¨²mero del espect¨¢culo, las salas estar¨¢n vac¨ªas. M¨¢s que vac¨ªas, ausentes de vida. El cuerpo colgante de un suicida, con un hilo rojo al cuello. El cuerpo ensangrentado en el escritorio, con un tiro en el coraz¨®n. Los cuerpos de dos amigos, uno electrocutado y el otro empalado, separados por una verja. El cuerpo devorado por una gigantesca ara?a.
Alguien ha acabado con todos los invitados del Marqu¨¦s. Y es la misi¨®n de un hombre de fe, Lafcadio Boone, arreglar el entuerto. Tiene apenas horas para solucionar todos estos cr¨ªmenes ¡ªminutos en el tiempo del jugador¡ª. Pero cuenta con algo a su favor, cuando el reloj da la hora fat¨ªdica, medianoche, el tiempo vuelve a girar hacia atr¨¢s. Lafcadio tiene una nueva oportunidad de evitar las muertes de los comensales.
Sexy brutale es un heredero de aquella ¨¦poca dorada de las aventuras gr¨¢ficas, de la narrativa en videojuegos. Del humor absurdo, el ingenio de los di¨¢logos y puzles y el sentido de la maravilla que evocaban, t¨ªtulo tras t¨ªtulo, los juegos de LucasArts. Pero no se trata de mera nostalgia. Sexy Brutale recoge lo mejor de la tradici¨®n de los Monkey Island, Day of the tentacle o LOOM. Pero las sensaciones que provocan son muy diferentes. En lo narrativo y en lo interactivo.
Narrativamente, Sexy brutale explica su estirpe a mitad de juego, cuando visitamos la biblioteca. H.P. Lovecraft, Edgar Allan Poe, Robert Chambers, Lord Dunsany y tantos otros que forjaron el horror c¨®smico, el extra?o, lo maravilloso. Aunque con el filtro del humor absurdo y los personajes coloridos, las teclas que pulsa Sexy brutale apuntan a ese g¨®tico refinado de finales del XIX y principios del XX, cuando el temor a Dios y al Diablo iba dejando su lugar a las deidades informes e infinitas que evoc¨® la revoluci¨®n industrial. La inteligente lectura de Sexy brutale sobre este material es psicol¨®gica, el horror c¨®smico devuelto a lo humano, su punto de origen. Porque, por insignificantes que fueran los humanos para las deidades c¨®smicas de Lovecraft, todas ellas nacieron de la mente de un hombre. El ojo atento descubrir¨¢ adem¨¢s numerosos gui?os mediterr¨¢neos, como ese cuadro de Los fusilamientos de Goya colgado en una de las salas.
En lo interactivo, Sexy brutale plantea un tipo de controles y de perspectiva muy ajenos a la aventura gr¨¢fica tradicional. No estamos aqu¨ª en un point and click en el que pinchemos en el punto al que queremos que se desplace el personaje. El movimiento es id¨¦ntico al de un juego de rol cl¨¢sico y la perspectiva isom¨¦trica recuerda, por ejemplo, al primer Super Mario RPG. Pero la mec¨¢nica fascinante de Sexy brutale es la escucha y observaci¨®n pasiva de los acontecimientos. Sexy brutale es un juego en el que, en periodos de siete minutos, se produce un reinicio de todo ese d¨ªa de muertes en la mansi¨®n del marqu¨¦s. El jugador tiene que espiar y escuchar las conversaciones tras las puertas para descubrir c¨®mo se va produciendo cada muerte y c¨®mo debe evitarse.?
La idea de plantear la pasividad como interacci¨®n es contraintuitiva. Ver acontecimientos parece una mec¨¢nica bien aburrida a priori, porque se supone que los videojuegos se construyen con verbos que permiten relacionarse e influir en el mundo. Pero es que la pasividad de la observaci¨®n es solo aparente. Solo hay que recordar una de las mejores escenas de la historia del cine, esa en la que Doris Day busca entre las butacas de una ¨®pera al inminente asesino en El hombre que sab¨ªa demasiado.
Cuando un asesinato sucede ante tus ojos, la pasividad de ser observador ya no es tal. Es un escrutar atento que trata de recomponer en la mente cada instante del acontecimiento para estudiar, gracias a la magia del viaje en el tiempo, c¨®mo poder revertir los hechos. Ayuda desde luego el poder incontestable de la banda sonora y lo inteligentemente que est¨¢ aplicada. Como Bernard Hermann hac¨ªa con Hitchcock, la banda sonora de Sexy brutale usa el crescendo, especialmente la percusi¨®n, para hacernos sentir la cercan¨ªa inexorable del crimen. Que el dise?o de sus puzles sea variado, ingenioso y de dificultad razonable, que no interrumpe la narrativa, potencia los efectos est¨¦ticos al no caer en un exceso de repetici¨®n.
En un a?o m¨¢gico para los videojuegos, Sexy brutale es mucho m¨¢s que un t¨ªtulo notable bien trabajado. Es una peque?a joya que degustar como esa mascarada voluptuosa que describ¨ªa Poe. Es una prueba de que el esp¨ªritu de LucasArts vive y lleva a¨²n m¨¢s lejos c¨®mo contar, desde lo interactivo, ejemplos maestros de narrativa.
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