Cuando Dante escrib¨ªa divinas comedias
Desde la ca¨ªda del Imperio Romano hasta el descubrimiento de Am¨¦rica hubo un singular florecimiento art¨ªstico que ha marcado la modernidad
Este a?o de 2017 se est¨¢ conmemorando el 80? aniversario del Guernica, de Picasso. El bombardeo de la villa vasca fue un acontecimiento apocal¨ªptico. Como tal lo sufrieron sus habitantes y as¨ª lo debi¨® sentir Picasso al recibir el encargo de las autoridades republicanas. Supongo que el artista, para expresar la idea del horror del fin del mundo y el miedo a la bestia del Apocalipsis, entre otras fuentes, busc¨® en los beatos las im¨¢genes que le permitieran expresar de modo simb¨®lico todo el espanto de aquel castigo b¨ªblico sobrevenido a causa de la lluvia de fuego ca¨ªda del cielo. Concretamente el caballo herido del primer plano tiene una graf¨ªa semejante a la de la bestia de las siete cabezas de oso que Henri Stierlin escogi¨® como portada para su libro Los beatos de Li¨¦bana y el arte moz¨¢rabe.
Siempre que el 16 de abril cae en domingo, se celebra el A?o Jubilar Lebaniego: devotos, peregrinos y turistas, reviviendo una tradici¨®n secular, recorren los caminos y carreteras de esa incomparable comarca situada al abrigo de la cordillera Cant¨¢brica y los Picos de Europa para acercarse al monasterio de Santo Toribio y besar el Lignum Crucis.
Con el lat¨ªn como veh¨ªculo y el cristianismo como pegamento, se hizo realidad un espacio com¨²n europeo
De ese cenobio lebaniego fue abad, all¨¢ por los siglos VIII y IX, san Beato de Li¨¦bana, un fascinante personaje al que se conoce por tres hechos extraordinarios. En primer lugar, manten¨ªa correspondencia con la corte de Carlomagno a trav¨¦s de Alcuino de York y con el Papa de Roma combatiendo la herej¨ªa adopcionista de Elipando, arzobispo de Toledo que, para compatibilizar el cristianismo con el islam, sosten¨ªa que Cristo realmente no era hijo de Dios, sino hijo adoptivo. Beato no descans¨® hasta que vio refutadas estas her¨¦ticas doctrinas en tres concilios consecutivos. Adem¨¢s, sostuvo que Santiago Ap¨®stol estuvo en Espa?a y, como consecuencia de ello, pocos a?os despu¨¦s, sus reliquias aparecieron milagrosamente en Compostela. Finalmente escribi¨® unos Comentarios al Apocalipsis que fueron iluminados de modo original¨ªsimo con im¨¢genes de gran carga simb¨®lica y expresiva para explicar las fant¨¢sticas visiones del autor o autores de la parte m¨¢s enigm¨¢tica de los Evangelios.
Estas apreciad¨ªsimas joyas bibliogr¨¢ficas que son el orgullo de coleccionistas, museos y bibliotecas eran, junto con las reliquias, los tesoros m¨¢s preciados de los monasterios. No s¨®lo Picasso sino otros muchos artistas modernos han tomado prestados elementos simb¨®licos y formales de los beatos y de las pinturas y esculturas rom¨¢nicas.
Hablar de santos, reliquias, monasterios, peregrinos, indulgencias, herej¨ªas y c¨®dices nos transporta a la Edad Media. Est¨¢ generalmente aceptado que comprende el milenio que va desde la ca¨ªda del Imperio Romano de Occidente en el a?o 476 hasta el descubrimiento de Am¨¦rica en 1492. Calificada de oscura por Petrarca, que perdi¨® a su madona Laura durante la terrible peste que en el siglo XIV asol¨® Europa, o considerada como b¨¢rbara y mediocre durante el siglo de la raz¨®n; fue rescatada por el Romanticismo y valorada como se merece por los medievalistas del pasado siglo que se esforzaron por darnos a conocer sus luces.
En la larga Edad Media ya hubo un primer renacimiento en tiempos de Carlomagno y un segundo renacimiento entre 1150 y 1250. En el primero se quiso restaurar el Imperio Romano y en el segundo florecieron las artes, se crearon las universidades y se desarrollaron las ciudades. Simplificando podr¨ªamos decir que en el medievo se veneraba a los santos, el saber estaba en los monasterios y se almacenaba en los c¨®dices, y las creencias se expresaban en ritos religiosos y se difund¨ªan en los sermones a trav¨¦s de la palabra hablada. En el Renacimiento se desarroll¨® el humanismo, se abri¨® camino el conocimiento a trav¨¦s de las ideas y los descubrimientos, se admiraba a los pensadores, a los artistas y a los sabios; el saber estaba en las universidades, se ense?aba desde las c¨¢tedras y se transmit¨ªa a trav¨¦s de los libros gracias a la invenci¨®n de la imprenta.
Con la difusi¨®n del conocimiento a trav¨¦s de las universidades, Bolonia, la Sorbona, Palencia, donde estudia santo Domingo de Guzm¨¢n, y el ansia de saber surgieron conflictos entre la fe y raz¨®n, entre ciencia y religi¨®n, entre los maestros y los guardianes de la ortodoxia. Abelardo, Alberto Magno y Tom¨¢s de Aquino, que eran monjes, vivieron peligrosamente problemas por la difusi¨®n de sus ideas renovadoras. Fue finalmente Erasmo, tambi¨¦n cl¨¦rigo, quien a trav¨¦s de la ense?anza y de los escritos, y de su propio ejemplo en favor del humanismo y del pensamiento libre, quien proporcion¨® las herramientas necesarias para una concepci¨®n m¨¢s abierta de la religi¨®n y del mundo y por ello sus ideas dieron lugar a la reforma protestante.
Abelardo amaba a Elo¨ªsa, Francisco de As¨ªs amansaba lobos, Averroes traduc¨ªa a Plat¨®n
Pero para llegar hasta este punto tuvieron que pasar bastantes siglos de lenta maduraci¨®n de las ideas. Los europeos debemos mucho de nuestro progreso a Benito de Nursia (480-547), que, a la ca¨ªda del Imperio Romano, con su ora et labora, estableci¨® la divisi¨®n del tiempo y la especializaci¨®n del espacio en los monasterios que se fundaron siguiendo su regla. En el entorno del a?o 1000, los benedictinos crearon la primera multinacional de todos los tiempos con sede central en Cluny. Con el lat¨ªn como veh¨ªculo y el cristianismo como pegamento, se hizo realidad un espacio com¨²n europeo en el que, aparte de los monjes que iban de monasterio en monasterio por toda Europa, los peregrinos, los comerciantes, los artesanos y los juglares, sorteando toda clase de peligros, atravesaban los mares y circulaban por los caminos, pagando el portazgo en las poblaciones que visitaban y el pontazgo por los puentes por los que transitaban.
En Compostela, el rey Fernando II de Le¨®n, sabedor de que los artesanos fabricaban objetos y los artistas representaban ideas, reconoci¨® en un documento la excepcionalidad de un artista medieval: ¡°Dono y concedo a ti, maestro Mateo, que tienes el primer puesto y la direcci¨®n de la obra del mencionado ap¨®stol, cada a?o y en la mitad m¨ªa de la moneda de Santiago, la pensi¨®n de dos marcos cada semana, de modo que esta pensi¨®n te valga cien maraved¨ªes cada a?o. Te concedo por todo el tiempo de tu vida, para que redunde en la mejora de la obra de Santiago y de tu propia persona¡±. Tomando como base los s¨ªmbolos del Apocalipsis, Mateo y sus ayudantes nos dejaron el P¨®rtico de la Gloria, una obra sublime que reflejaba las ideas y creencias de aquel tiempo, esculpiendo en piedra decorada con pintura un mundo en lo que lo sagrado, lo profano y lo fant¨¢stico se intercomunicaban.
El artista, satisfecho de su obra y consciente de que merec¨ªa pasar a la posteridad, dej¨® escrito en piedra: ¡°En el a?o de la encarnaci¨®n del Se?or, 1188, el d¨ªa 1 de abril fueron colocados por el maestro Mateo los dinteles de la puerta mayor de la iglesia de Santiago, que dirigi¨® dicha obra desde los portales a los dinteles¡±. En ese mismo a?o, el rey Alfonso IX celebr¨® en la ciudad de Le¨®n las primeras Cortes en las que participaron representantes de las ciudades de su reino.
Mientras Mateo levantaba el P¨®rtico de la Gloria en Santiago, en el Pante¨®n de los Reyes de San Isidoro de Le¨®n un artista an¨®nimo realizaba en pintura mural una representaci¨®n de las creencias del mundo medieval. Mientras en los arcos nos dej¨® un calendario con los trabajos y tareas del hombre a lo largo del a?o representando escenas de la vida cotidiana, en las b¨®vedas relat¨® los momentos clave de la vida de Jes¨²s desde la encarnaci¨®n hasta su glorificaci¨®n. Como sacado de un c¨®dice, destaca por su belleza la anunciaci¨®n a los pastores en la que lo sagrado y lo profano, lo celestial y lo terrenal conflu¨ªan en el espacio y en el tiempo.
Tres siglos m¨¢s tarde, Miguel ?ngel, cuando ya el hombre era la medida de todas las cosas, represent¨® en las b¨®vedas de la Capilla Sixtina, a base de personajes colosales, la creaci¨®n del mundo y del hombre y los principales acontecimientos de la humanidad tal como los refiere la Biblia. Lo hizo usando el desnudo sin ning¨²n tipo de reparos, incluso en el Juicio Final, donde Cristo, pleno de humanidad y tan diferente de los est¨¢ticos pantocr¨¢tores medievales, est¨¢ realizado a la misma escala que los personajes que le rodean. La comparaci¨®n de ambas obras pict¨®ricas nos expresa con claridad el enorme cambio que ha experimentado el mundo bajo el influjo de las nuevas ideas y descubrimientos geogr¨¢ficos y cient¨ªficos.
No s¨®lo Picasso sino otros muchos artistas modernos han tomado prestados elementos simb¨®licos y formales del medievo
Estos avances que se gestaron en la Edad Media fueron posibles gracias a que la sociedad no era teocr¨¢tica porque a pesar del enorme poder e influencia de la Iglesia, el poder religioso y el pol¨ªtico estaban separados. Ello dio lugar entre otras cosas a la elevaci¨®n del papel de la mujer porque a partir del Concilio de Letr¨¢n (1215-1216), el matrimonio, que ya no puede celebrarse sin el consentimiento de ella, la iguala en derechos con el hombre, al menos en teor¨ªa. Tambi¨¦n influye en ello el gran protagonismo que se da a la Virgen Mar¨ªa, cuyo culto y devoci¨®n, difundido por los cistercienses, eleva a una se?ora a la categor¨ªa de semidiosa. Buen ejemplo de ello son las Cantigas de santa Mar¨ªa compuestas en su honor por Alfonso X el Sabio. Su abuela Leonor de Plantagenet mantuvo durante el reinado de su esposo, Alfonso VIII, una brillante corte de trovadores, continuadora de la de Leonor de Aquitania, que hicieron de la mujer el centro de la formidable poes¨ªa juglaresca inventando el amor tal como lo conocemos hoy en d¨ªa.
Durante ese milenio en el que la religi¨®n explicaba el mundo y regulaba la actividad del hombre surgieron las ciudades y estas construyen las catedrales, formidables monumentos que todav¨ªa hoy las representan y nos asombran. Las catedrales g¨®ticas, edificios llenos de luz y de actividad, en los que la piedra se eleva a alturas nunca vistas, son la gran innovaci¨®n t¨¦cnica y formal del medievo y no han sido superados hasta que no han aparecido las modernas estructuras de acero y hormig¨®n en los siglos recientes. Las ciudades hacen las catedrales y las catedrales hacen a la ciudad porque son como las modernas infraestructuras, fuentes de empleo y de riqueza. Su construcci¨®n, que a veces dura varios siglos, es sufragada por la nueva clase social de los mercaderes y comerciantes burgueses para orgullo e identidad de su ciudad y para hacerse perdonar su pecaminosa actividad del comercio y del pr¨¦stamo a la que se dedican con preferencia los jud¨ªos por estar excluidos de las armas y de la religi¨®n.
Ciertamente que la larga Edad Media ten¨ªa muchas sombras, hab¨ªa hambrunas y pestes, se cre¨® la Inquisici¨®n y se organizaron las Cruzadas, y hubo guerras incesantes entre reyes y se?ores. Pero no debemos olvidar que en aquel tiempo los monjes iluminaban beatos y constru¨ªan monasterios, despu¨¦s proliferaron las ciudades que hac¨ªan hombres libres que levantaron templos de luz. Crearon universidades que iluminaban las mentes, y los trovadores que incendiaron con sus canciones los corazones de los amantes. Abelardo amaba a Elo¨ªsa, Francisco de As¨ªs amansaba lobos, Averroes traduc¨ªa a Plat¨®n y Dante escrib¨ªa divinas comedias. Por ello aquella larga Edad Media no fue una ¨¦poca oscura, sino un tiempo de siembra en el que nuestros antepasados construyeron, con las ruinas de la cultura romana, los cimientos de la sociedad de hombres y mujeres pr¨®speros y libres de las sociedades que tenemos en la actualidad en esa parte del mundo que llamamos Occidente. En ella nacen genios como Picasso, que, con un ojo que nos mira como el bisonte de Altamira, busca en los beatos s¨ªmbolos e im¨¢genes impactantes para advertirnos de que por muy civilizados que nos consideremos tambi¨¦n somos capaces de provocar el Apocalipsis en el momento m¨¢s inesperado.
Jos¨¦ Mar¨ªa P¨¦rez, Peridis, es arquitecto y dibujante, presidente de la Fundaci¨®n Santa Mar¨ªa del Patrimonio Hist¨®rico y autor de?Esperando al rey y?La maldici¨®n de la reina Leonor (Espasa).
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