Por partida doble
Ainhoa Amestoy, Lidia Navarro y Muriel S¨¢nchez dignifican y dan relieve a un voluntarioso texto redundante sobre el maltrato
HABLANDO
Autora: Irma Correa. Int¨¦rpretes: Lidia Navarro, Muriel S¨¢nchez. M¨²sica: Nacho Valc¨¢rcel y David Velasco. Luz: Marta Gra?a. Escenograf¨ªa y vestuario: Elisa Sanz. Direcci¨®n: Ainhoa Amestoy.
Madrid. Teatro Mar¨ªa Guerrero, hasta el 7 de mayo.
Una mujer esposada, con los ojos vendados, y otra que vela medrosa su cautiverio. Durante sus primeros veinte minutos, Hablando (?ltimo aliento)?parece un thriller. Hasta que una llamada de tel¨¦fono, que ambas j¨®venes temen pueda ser de su maltratador compartido, nos sit¨²a de sopet¨®n en muy otro lugar. A estas alturas, ya hemos adivinado que la dama presa del p¨¢nico y la cautiva ¨ªmpetuosa y exaltada (?ah, si lograra soltarse!) son la misma: un yo escindido, alguien que ha sido humillada meticulosamente, hasta verse al borde mismo del suicidio.
Como la de Albertina en cinco tiempos, obra central de Michel Tremblay, la an¨®nima protagonista ¨²nica de Hablando expresa su desaz¨®n polif¨®nicamente: una voz sola no dar¨ªa cuenta cabal de su abatimiento. El tr¨¢nsito de esa primera parte de espect¨¢culo a la segunda resulta abrupto, como un cambio de v¨ªa ancha a v¨ªa estrecha en un tren sin rodal de ancho variable. Algo parecido sucede hacia el final, cuando, tras haber llevado el drama por lo simb¨®lico durante hora y pico, la autora decide explic¨¢rnoslo de sopet¨®n, por si no lo hab¨ªamos entendido.
Ainhoa Amestoy dirige la funci¨®n como un thriller aut¨¦ntico, dando oportunos golpes de teatro sobre la mesa o entre cajas, mediante eficaces efectos de sonido diligentemente servidos por Nacho Valc¨¢rcel y David Velasco. Pero su baza mejor son las actrices, que, haciendo cuanto se les encomienda como si les fuera la vida en ello, sostienen hasta el final sin desmayo la urgencia de una situaci¨®n extrema.
Muriel S¨¢nchez interpreta la cara audaz de la protagonista con torrencial energ¨ªa: es un r¨ªo que no cesa, en el cual echamos de menos alg¨²n remanso. Pone una emoci¨®n muy personal all¨ª donde la autora hace hablar a la v¨ªctima con palabras de especialista. Lidia Navarro llena de hermosa verdad y de sucesivos peque?os hallazgos su personaje: le presta presencia y sonido estereof¨®nico a un texto monoaural.
Amestoy envuelve su puesta en escena con mil primores: luz, m¨²sica, vestuario, todo viene a apuntalar un texto redundante, en el que se nos pasa informaci¨®n poco elaborada. No obstante, el gran final, un aria de Dido y Eneas, cantada con aliento tr¨¢gico imperturbable por Muriel S¨¢nchez, puso un nudo en la garganta y entusiasm¨® al p¨²blico todo, en una funci¨®n de fin de semana.
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