Linchamiento mexicano, el musical
La obra de Carlos Amorales que representa a M¨¦xico en la Bienal de Venecia es una instalaci¨®n, un poemario, un teatro de marionetas, y una pel¨ªcula musical que acaba con una madre colgada de un ¨¢rbol
Su primera obra fue cambiarse el nombre. Cuando estudiaba dibujo en ?msterdam, un veintea?ero Carlos Aguirre Morales tom¨® la A del padre y el apellido entero de la madre y se convirti¨® en Carlos Amorales. ¡°Vengo de una familia de artistas. Mi padre se llama igual que yo ¨Cdice sentado en su estudio¨C Lo primero que tuve que hacer para poder ser yo era cambiarme el apellido¡±.
Siente que ah¨ª empez¨® su carrera. Cambiando el lenguaje. Borrando al padre. Amorales no es un apodo. Es m¨¢s que un heter¨®nimo. ¡°No se lo he puesto a mis hijos. Pero lo he utilizado tanto que ya lo internalic¨¦¡±. A-morales se puede traducir literalmente como sin-moral. ¡°S¨ª, como un perro, como un animal¡±
Iron¨ªa. Lenguaje. Paradoja. Identidad. La vida en los pliegues, as¨ª se llama la obra de Amorales (Ciudad de M¨¦xico, 1970) que representar¨¢ a su pa¨ªs en la Bienal de Venecia a partir del 11 de mayo. ¡°La obra se vuelve como la conclusi¨®n de toda un trabajo anterior¡±. La Vida en lo pliegues es una instalaci¨®n, un poemario, un teatro de marionetas, una pel¨ªcula y un musical que acaba con el linchamiento de una familia de migrantes. Una sucesi¨®n de capas de lenguaje encriptado que crea un mundo nuevo, pleno de sentido, pero disfuncional. Un mundo Amorales.
Es como si la Bauhaus hubiera conquistado el mundo, pero todo falla
Recuperando un alfabeto inventado para otra obra, ha convertido cada una de las letras en instrumentos de viento. Las cinco filas de ocarinas, blancas y azules, forman poemas posadas en la mesa de su estudio, una casona modernista de dos plantas. Amorales toma una ocarina con la mano, acerca boca y del recipiente de cer¨¢mica sale un sonido agudo, como el trino de un canario.
Cada letra es una nota y con la ayuda de un compositor de bandas sonoras, ha creado tambi¨¦n partituras para hacer m¨²sica del alfabeto. Recortados en cart¨®n y pendidos de un hilo, las nuevas tipograf¨ªas son a la vez personajes de un pueblo que mueve un titiritero. Todos son grabados por una c¨¢mara y en la videoinstalaci¨®n, adem¨¢s, un coro de m¨²sicos saca las notas de las ocarinas. La banda sonora es en realidad el gui¨®n de la historia, que aparece en la pantalla subtitulada: del trino de la ocarinas al ingl¨¦s. ¡°La m¨²sica es lo que le da alma¡±. Antes de todo eso, la g¨¦nesis del mundo Amorales ha sido una serie de pinturas abstractas que hizo el a?o pasado, como unas manchas borrosas sobre el papel.
¡°El arte abstracto no dice nada. Me gustaba la idea de que pueda llevarte a hablar de un linchamiento¡±, apunta uno de los artistas de la selecta galer¨ªa Kurimanzutto. Al pensar en la Bienal de Venecia, una de las mayores citas del arte contempor¨¢neo, le sale una comparaci¨®n con las Olimpiadas. ¡°Al final, est¨¢s representando a tu pa¨ªs. Y no me voy a poner a hablar de sarapes o de las mejores playas. El pa¨ªs est¨¢ pasando por un momento muy cabr¨®n¡±
En 2008 present¨® en la Habana un mural hecho de discos: "nuestra idea era que la gente se los robara en infectar la isla de pop"
En el cat¨¢logo del evento ha contabilizado el n¨²mero de linchamientos en M¨¦xico durante los ¨²ltimos seis a?os: 120. Entre tanta abstracci¨®n, en la obra se distingue a una familia que llega a un pueblo. Un volc¨¢n. Una iglesia. Casi al final, el ni?o de la familia se queda mirando a la madre colgada de un ¨¢rbol. Para la crueldad reprimida, se inspir¨® en la pel¨ªcula de Haneke, La cinta blanca, un desquiciante retrato sobre el miedo colectivo al otro. ¡°Esa sensaci¨®n, como en los a?os 30, de que se est¨¢ cocinando algo¡±. En el Pabell¨®n estatal de M¨¦xico, Amorales ha querido colocar a alegalidad, el desgobierno, la violencia.
¡°Es como si la Bauhaus hubiera conquistado el mundo y todos vivi¨¦ramos en un mundo ordenado y geom¨¦trico. Pero todo eso falla y se vuelve un nudo de encuentros complejos. Un mundo que se desideologiz¨®, donde la utop¨ªa no ha funcionado¡±. De ni?o, sus padres le mandaron a una escuela privada de pedagog¨ªa filomarxista. En el 2008, invitado a la Bienal de la Habana, mont¨® un mural con 3.000 discos que sali¨® en el Granma, el peri¨®dico oficial del castrismo. ¡°Nuestra idea ¨Csonr¨ªe apretando los dientes¨C era que la gente se los robara e infectar la isla de pop¡±
A Amorales le gustan los cruces entre la est¨¦tica y la ideolog¨ªa mezclados en el c¨®ctel posmoderno de la iron¨ªa. Sali¨® de M¨¦xico en los noventa porque le parec¨ªa ¡°un momento aburrid¨ªsimo¡±, parecido al ¡°glasnost sovi¨¦tico¡±, y porque ¡°con unos padres artistas, el espacio estaba absolutamente tomado¡±. Al volver, en el 2004, mont¨® una sello musical: Nuevos Ricos. ¡°Los colores eran el rojo y negro de los anarquistas pero el lema era ¡°vamos a hacer dinero¡±.
La parodia, un fen¨®meno pop que agit¨® a principios de los 2000 la Ciudad de M¨¦xico, le permiti¨® explorar en lenguaje digital con el dise?o de las portadas, insultar a Caf¨¦ Tacuba en los comunicados de prensa ¨C¡°eran y son el establishment¡±¨C y jugar con el concepto de autor¨ªa: ¡°colg¨¢bamos gratis los discos para que la gente los pirateara¡±. Hasta que una canci¨®n peg¨® en la radio y les llam¨® una multinacional. Nuevos Ricos se convirti¨® en un negocio que realmente daba dinero y decidieron cerrar. ¡°Ya se hab¨ªa convertido en rock, y lo interesante era cuando estaba fuera de eso¡±.
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