D¨¦bito conyugal
Apenas disponemos de material televisivo sobre el calvario de los maridos arrastrados al d¨¦bito conyugal sin ganas
La carrera de obst¨¢culos afrontada por las parejas empe?adas en tener hijos sin poder engendrarlos es recogida en series y pel¨ªculas, pero apenas disponemos de material televisivo sobre el calvario de los maridos arrastrados al d¨¦bito conyugal sin ganas: solo para intentar la fecundaci¨®n. No hay filmaciones sobre el ayuntamiento a punta de voluntarismo porque es recoleto y se sufre motu proprio y en silencio, sin deseos de compartir con terceros los detalles de la dura brega.
Las cadenas generalistas y tem¨¢ticas informan abundantemente sobre la gestaci¨®n subrogada, la inseminaci¨®n artificial y la obsesi¨®n de la sexagenaria Mauricia por la maternidad, pero ignoran los quebrantos padecidos por cientos de miles de varones impelidos a la coyunda de oficio. Los abandonos durante la ascensi¨®n al Everest son numerosos. Solo los valientes aguantan.
Encadenadas por generaciones a la esclavitud del doctor Ogino, las parejas asumen el sacrificio de los d¨ªas f¨¦rtiles: ellas mirando al techo durante la inmolaci¨®n, y ellos, hacia abajo, hacia el centro de gravedad, escrutando las reacciones del apero fecundador y el resultado de las maniobras de resucitaci¨®n si aquel desfallece.
Influenciado por mi machismo cultural, creo que ese ajetreo castiga m¨¢s al hombre que a la mujer, cuya abnegaci¨®n es benem¨¦rita, pero en nada comparable con las responsabilidades del consorte al escuchar a deshoras, casi dormido, el aldabonazo del calendario, ¡°cari?o, nos toca¡±. Lograr la funcionalidad a palo seco no es moco de pavo sin la imaginaci¨®n de Julio Verne o el milagro del automatismo er¨¦ctil, que suele desaparece con el acn¨¦.
La reivindicaci¨®n de esos h¨¦roes an¨®nimos, entre los que me encuentro, es a¨²n posible si alguna productora rompiera su clausura proponi¨¦ndoles una solidaria campa?a contra la vigencia del d¨¦bito. En el programa 21 d¨ªas, de Cuatro, Samanta Villar, Adela ?car y Meritxell Martorell relatan su convivencia con tomadores de ayahuasca, feriantes, criadas y jud¨ªos ultras, pero no han compartido todav¨ªa las 24 horas de gota gorda y angustias de los penitentes del t¨¢lamo.
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