Un himno sin letra y otros s¨ªmbolos patrios que dividen a los espa?oles
Moreno Luz¨®n y N¨²?ez Seixas muestran la construcci¨®n de las identidades nacionales a trav¨¦s de la Marcha real y la bandera
Corren tiempos en que las emociones mandan en la pol¨ªtica. Las personas han dejado de ser ciudadanos de un Estado para convertirse en hinchas de una naci¨®n, como ha ocurrido otras veces, y casi siempre con p¨¦simos resultados. Por eso resulta tan oportuna la publicaci¨®n de Los colores de la patria (Tecnos), donde los historiadores Javier Moreno Luz¨®n y Xos¨¦ Manuel N¨²?ez Seixas reconstruyen lo que ha pasado en Espa?a desde finales del XVIII a trav¨¦s de las peripecias de sus s¨ªmbolos, sobre todo el himno y la bandera.
Los s¨ªmbolos
¡°Operan como s¨ªntesis condensada de los valores atribuidos a la naci¨®n o de la ideolog¨ªa nacionalista; distinguen al propio grupo y lo diferencian de los dem¨¢s, para lo que la visibilidad del s¨ªmbolo es fundamental; cementan la unidad del colectivo, despejando dudas y divisiones; y despiertan emociones mediante los ritos y significados asociados a ellos. Un s¨ªmbolo es tanto m¨¢s eficaz cuanto m¨¢s y mejor emoci¨®n genera, asociada a la identidad colectiva y al sentimiento de pertenencia¡± (Xos¨¦ M. N¨²?ez Seixas).
La bandera y el himno
¡°Los nacionalismos han convertido las banderas, asociadas a menudo con escudos, en aut¨¦nticos t¨®tems sagrados, que exigen sacrificios y hasta la muerte. Los himnos tienen, por su parte, un atractivo irresistible. Ambos son herramientas para el consenso y tambi¨¦n para el enfrentamiento. Por eso hemos hilado esta historia de los nacionalismos en Espa?a en torno a ellos, a sus usos pol¨ªticos y a los conflictos que han desencadenado. Nos dicen muchas cosas de este pa¨ªs que hasta ahora apenas se hab¨ªan contado¡± (Javier Moreno Luz¨®n).
La construcci¨®n de Espa?a
¡°A comienzos del siglo XIX, quienes quer¨ªan construir la naci¨®n espa?ola proced¨ªan de la izquierda, se enfrentaban con el absolutismo en nombre de la soberan¨ªa nacional. En esos c¨ªrculos se utilizaron s¨ªmbolos muy potentes, como la Constituci¨®n de 1812. La monarqu¨ªa se sum¨® m¨¢s tarde a la tarea, para fundirse con la naci¨®n. Y el Ej¨¦rcito represent¨® un papel decisivo, porque la bandera ten¨ªa un origen militar y porque no hay nada m¨¢s nacionalizador que las guerras, sobre todo cuando se ganan. La Iglesia, reticente al principio, acab¨® por adoptar discursos nacionalistas¡± (J. M. L.).
La bicolor
¡°Es al principio una ense?a de la Armada y el Ej¨¦rcito, luego es adoptada por los liberales, y se generaliza a todo el espectro pol¨ªtico a lo largo del siglo XIX. Su ¨ªndice de aceptaci¨®n es alto, y los pabellones alternativos (tricolor, sobre todo, pero tambi¨¦n la bandera roja de los republicanos federales, o del movimiento obrero) no amenazan su estatus como s¨ªmbolo nacional hasta principios del XX. El himno experimenta m¨¢s problemas por ser en principio una marcha de honores, y por no tener letra¡± (X. M. N. S.).
La tricolor
¡°Como s¨ªmbolo del nacionalismo espa?ol de signo progresista y republicano no surge hasta el Sexenio, pero no se generaliza como emblema de los republicanos hasta la tercera d¨¦cada del siglo XX. La I Rep¨²blica adopt¨® la bandera bicolor. Fue con la dictadura de Primo de Rivera cuando el uso de la tricolor se generaliz¨® entre los republicanos, y la bicolor se asoci¨® a la monarqu¨ªa y el autoritarismo. De este modo, la II Rep¨²blica decret¨® un r¨¢pido cambio de s¨ªmbolos, e incluso proscribi¨® la rojigualda¡± (X. M. N. S.).
Un himno sin letra
¡°Todo el mundo era consciente de que la ausencia de letra de la Marcha real imped¨ªa emocionar al p¨²blico, as¨ª que hubo varias propuestas para ponerle una; pero ninguna se oficializ¨®, por desidia o por desacuerdos internos. Hoy esa carencia podr¨ªa verse como una ventaja, dado el bochorno que producen algunos himnos nacionales, guerreros y anacr¨®nicos¡± (J. M. L.).
Otros nacionalismos
¡°Una peculiaridad espa?ola es el surgimiento, a fines del XIX y comienzos del XX, de nacionalismos subestatales en Catalu?a y el Pa¨ªs Vasco, luego en Galicia, cada uno con sus emblemas, tan inventados como los estatales. Desde entonces, la cuesti¨®n nacional se plante¨® en t¨¦rminos dial¨¦cticos, por la pugna entre el nacionalismo espa?ol y los movimientos alternativos. La guerra de s¨ªmbolos exacerb¨® el conflicto en diversas coyunturas. En los a?os ochenta y noventa del siglo XX pareci¨® resolverse el problema, pero tal vez fuera tan s¨®lo una tregua¡± (J. M. L.).
La Guerra Civil
¡°Fue tambi¨¦n una guerra entre nacionalismos: no s¨®lo entre espa?ol y perif¨¦ricos, tambi¨¦n entre dos versiones opuestas del nacionalismo espa?ol. Ambos bandos presentaron su causa como una guerra de independencia frente a un invasor extranjero ayudado por traidores. En el bando insurgente, surgi¨® con rapidez una amplia unanimidad alrededor de la restauraci¨®n de la bandera bicolor y Franco acab¨® imponiendo la restauraci¨®n de la Marcha real, sin letra oficial, asoci¨¢ndola en parte al refuerzo de su poder personal. En la zona republicana, la bandera tricolor, cada vez m¨¢s aludida como la bandera de Espa?a, y el Himno de Riego ten¨ªan que coexistir sin embargo con las ense?as de partido (rojas, rojinegras), la ikurri?a o la senyera, as¨ª como con otros himnos (La internacional, A las barricadas, Els segadors¡)¡± (X. M. N. S.).
La dictadura
¡°Asoci¨® los s¨ªmbolos nacionales con la represi¨®n violenta y con el autoritarismo que alej¨® a Espa?a de la Europa occidental. Eso hizo que la oposici¨®n al franquismo rechazara de pleno los emblemas oficiales, y que incluso careciera de emblemas nacionales espa?oles, pues apenas utilizaba los republicanos. En su lugar, entre las fuerzas antifranquistas adquirieron un gran prestigio los s¨ªmbolos de los nacionalistas catalanes, vascos, gallegos, etc¨¦tera. Todav¨ªa hoy se notan esas asociaciones, y los colores oficiales, pese a su car¨¢cter constitucional, despiertan reticencias¡± (J. M. L.).
La Transici¨®n
¡°La oposici¨®n renunci¨® a la Rep¨²blica y sus s¨ªmbolos. Los reformistas impusieron como condici¨®n el mantenimiento de la bicolor y el himno: eran garant¨ªa de continuidad de la naci¨®n, cuya expresi¨®n m¨¢xima era la Monarqu¨ªa, que tampoco se discut¨ªa. La Transici¨®n no invent¨® s¨ªmbolos fuertes. Pero se ha producido un fen¨®meno dual: por un lado, bandera e himno se han trivializado y hasta devenido en objeto de consumo, como se ha visto en la proliferaci¨®n de banderas con ocasi¨®n de los ¨¦xitos deportivos de la selecci¨®n de f¨²tbol desde 2008; por otro lado, los s¨ªmbolos republicanos han adquirido nuevos significados, al asociarse a una izquierda m¨¢s o menos revolucionaria. Y, finalmente, en los territorios donde se ha extendido una conciencia nacional alternativa, las banderas disfrutan de mucha mayor popularidad¡± (X. M. N. S.).
Babelia
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