Los inmigrantes mexicanos desembarcan en Cannes con la realidad virtual
Alejandro Gonz¨¢lez I?¨¢rritu presenta la instalaci¨®n 'Carne y arena', que sumerge al espectador en el drama de los refugiados que cruzan la frontera mexicano-estadounidense
M¨¢s all¨¢ de los oropeles de La Croisette, del ruido de los fot¨®grafos y los gritos de los cazadores de aut¨®grafos, Alejandro Gonz¨¢lez I?¨¢rritu ha guardado un espacio para dar voz a quienes habitualmente solo forman parte de estad¨ªsticas. En un hangar en el peque?o aeropuerto de Cannes -solo para avionetas- hoy jueves se estrena Carne y arena, una instalaci¨®n en realidad virtual que sumerge al espectador durante seis minutos y medio en el drama de un grupo de inmigrantes mexicanos y centroamericanos que en mitad del desierto y tras cruzar la frontera son detenidos por una patrulla policial. Arena, desierto, viento, dolor y miedo, todo ello en un evento que el mexicano prefiere calificar de "instalaci¨®n art¨ªstica" y no de pel¨ªcula.
Dos d¨ªas antes de su estreno mundial, Gonz¨¢lez I?¨¢rritu, ganador de tres oscars, acompa?a a EL PA?S en su visita a Carne y arena. "Empec¨¦ a pensar en ella hace cinco a?os, y a trabajar en su desarrollo hace cuatro, gracias al patrocinio de la Fundaci¨®n Prada. Pero la tecnolog¨ªa no ha estado a la altura del reto hasta hace muy poco", cuenta el cineasta. Ha subtitulado la instalaci¨®n de forma reveladora, como Virtualmente presente, f¨ªsicamente invisible. "Habl¨¦ con varios inmigrantes y de sus experiencias en la traves¨ªa y de los detalles que me expecificaron escrib¨ª, rod¨¦ -con la ayuda de Emmanuel Lubezki, mi director de fotograf¨ªa- y mont¨¦ esta secuencia. Para cada visitante la experiencia es ¨²nica, creo que cat¨¢rtica y emotiva". Mientras habla el director muestra un lateral de la enorme caja (m¨¢s de 15 metros de lado) que contiene Carne y arena. Esa pared la delimita una valla met¨¢lica. "F¨ªjate: la usaron los estadounidenses en la guerra del Vietnam y despu¨¦s en la frontera con mi pa¨ªs. La desmontaron para hacer un muro m¨¢s grande y nosotros la recogimos". Se abre una puerta. En un peque?o habit¨¢culo, decenas de zapatillas desparejadas y desgastadas por la arena rodean al director y al periodista. "Todo visitante se sienta aqu¨ª y deja en la taquilla su calzado y sus calcetines. Estos zapatos son reales, tenemos cajas y cajas con ellos recuerdo de toda la gente fallecida en el desierto".
Se abre otra puerta. Fin del primer acto. Dos operarios esperan en una sala oscura de diez metros de largo, con un suelo de arena de desierto. Del techo sale un cable que acaba en la mochila que portar¨¢ el visitante. De ella salen los cables que conectan con las gafas Oculus y los auriculares. I?¨¢rritu esp¨ªa desde fuera. Comienza la inmersi¨®n. Al contrario que los cortos de realidad virtual mostrados en festivales -Sitges incluso inaugur¨® este a?o una sala para este formato-, el espectador no est¨¢ sentado, sino que puede moverse por la pel¨ªcula. En mitad del desierto, un grupo de inmigrantes aparece a lo lejos, entre cactus, viento y calor. Llevan tres d¨ªas con poca agua para atravesar la frontera. Se acercan al espectador, De repente surgen un helic¨®ptero y dos todoterrenos policiales. La tensi¨®n estalla, los ni?os lloran, el visitante toma partido. Hay un momento muy I?¨¢rritu que se relaciona con la espiritualidad habitual. "Eres muy racional", rega?a entre risas el cineasta. "?Rep¨ªtelo, m¨¦tete m¨¢s!". La segunda vez parece completamente distinta. Hay detalles que se aprecian mejor, como el gui?o del mexicano a aquellos refugiados que realizan su viaje en barco, o un beb¨¦ escondido en el pecho de su padre. El dolor se incrementa, y los vaqueros del periodista se rompen. "Algunos llegan incluso a acabar de rodillas con las manos en la nuca"; cuenta al final I?¨¢rritu. "Hay 14 puntos de vista, m¨¢s el omnisciente, y aun as¨ª al final tienes que elegir".
"Por encima de todo, necesitaba que en la pieza la humanidad eclipsara la tecnolog¨ªa"
En la tercera sala aparecen los retratos y un peque?o resumen de la vida de los inmigrantes que participaron en construir Carne y arena. Llega el momento de la charla. "Necesitaba hacer algo que fuera acorde con lo vivido con ellos, que su realidad fuera relevante. Y que, a pesar de todo el aparataje, en la pieza la humanidad eclipsara la tecnolog¨ªa. Hoy, toda realidad es tergiversada, hablamos de inmigrantes cuando son refugiados. Como no quer¨ªa cerrar mi visi¨®n, el momento on¨ªrico recuerda que para unos hay oc¨¦anos y para otros, desiertos", afirma el cineasta. "La inmigraci¨®n la llevo dentro, yo mismo lo soy. Ya en Babel y, en menor grado, en Biutiful, trat¨¦ el tema. Pero quer¨ªa ir m¨¢s all¨¢, recordar que esta gente no es una amenaza, sino una oportunidad. Para M¨¦xico, son la segunda fuerza econ¨®mica, tras los ingresos que genera el petr¨®leo".
Carne y arena no naci¨® contra Donald Trump, pero hoy toma una intenci¨®n ulterior. "En tu pa¨ªs hay ocho personas que poseen ella solas el 50% de la riqueza de la naci¨®n, ?y te volteas contra los m¨¢s pobres? Trump no es el ¨²nico, estamos en manos de pol¨ªticos que usan el odio para atenazar emocionalmente a sus votantes". I?¨¢rritu habla, se mueve, incide en sus palabras. Recuerda cada caso de los inmigrantes que colaboraron en la instalaci¨®n, que tras pasar por Cannes, estar¨¢ en Mil¨¢n en la Fundaci¨®n Prada hasta enero de 2018 y despu¨¦s viajar¨¢ a Los ?ngeles y a Ciudad de M¨¦xico. Antes de despedirse, confiesa: "Yo no quiero cambiar nada, solo recordar su dolor y resucitar nuestra sensibilidad".
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