Liebre por gato
La historia literaria no se escribe con las colas de firmas de la Feria del Libro de Madrid
Pronto har¨¢ 40 a?os, como de las primeras elecciones democr¨¢ticas. Durante la feria del libro de 1977, un joven valenciano que trabajaba en la librer¨ªa Futuro invit¨® a un escritor argentino de paso por Madrid a firmar en el Retiro. Eran tiempos en los que pod¨ªan leerse noticias as¨ª: ¡°En los ¨²ltimos ocho d¨ªas, ocho librer¨ªas madrile?as han recibido amenazas que terminaban con la inscripci¨®n ¡®Viva Franco, Viva Cristo Rey¡±. De hecho, el muchacho valenciano hab¨ªa trabajado en una, La Tar¨¢ntula, que ese a?o sufrir¨ªa un atentado con gasolina. Se queman los libros cuando no se puede quemar a los lectores. Futuro era una iniciativa de lectores pr¨®ximos al PCE. El mismo d¨ªa que el escritor argentino, dedic¨® ejemplares una de las estrellas del partido: Ram¨®n Tamames. Mientras la cola del economista daba tres vueltas a la caseta, su vecino firm¨® los cuatro ejemplares que el anfitri¨®n habr¨ªa repartido entre los amigos para no dejar solo al invitado, que, previsor, acudi¨® acompa?ado de su madre. Para no molestar, no tomaban ni agua. El libro que firmaba Tamames era Historia de Elio, una novela que solo recordar¨¢n los mismos que recuerden la quema de librer¨ªas. El autor argentino era Manuel Puig y el libro que, digamos, firmaba, El beso de la mujer ara?a. El joven librero se llamaba Rafael Chirbes.
La an¨¦cdota de Tamames y Puig es una buena met¨¢fora de la relaci¨®n entre historia y mercado y de la relatividad del deporte m¨¢s practicado en el Paseo de Coches: la firma. La feria arranca pasado ma?ana y pronto retornar¨¢ el debate sobre los magros aspectos culturales (la vertiente libro) de una cita eminentemente comercial (la vertiente feria). En cuanto abran las casetas, se olvidar¨¢ la pol¨¦mica en torno al cartel de Ena Cardenal, uno de los mejores de los ¨²ltimos a?os, digno heredero del ingenio de Brossa y Daniel Gil. Los grandes artistas siempre dan liebre por gato. Terminada la inauguraci¨®n, volver¨¢n a escucharse las voces que reclaman m¨¢s ¡°contenidos¡± en una feria en la que los lectores hacen cola para conseguir la firma de un autor al que no ir¨ªan a escuchar si hablase en el Pabell¨®n de Actividades. Los amantes de la cultura de actos olvidan que el Retiro est¨¢ en una ciudad en la que sigue vigente aquello de que a las siete de la tarde o das una conferencia o te la dan. Nadie pide m¨¢s cultura en Sant Jordi.
Este a?o Portugal acude con los primeros de la clase ¡ªde Eduardo Louren?o a Nuno J¨²dice¡ª y eso deber¨ªa ser contenido suficiente. Sin embargo, los directores de las ferias del libro m¨¢s importantes de Latinoam¨¦rica pasar¨¢n estos d¨ªas por la corte y las comparaciones ser¨¢n, de nuevo, odiosas. Sobre todo las comparaciones con la FIL de Guadalajara, que en noviembre tendr¨¢ como invitada a¡ Madrid. Uno de los secretos de la FIL es que la organiza una universidad, no un gremio. Tambi¨¦n, que no se celebra en la Ciudad de M¨¦xico sino en una capital perif¨¦rica que ha sabido convertir en imprescindible una cita (de pago) que en sus primeras ediciones, dicen, parec¨ªa un mercado de tractores. Para que sus actividades sean por fin un ¨¦xito, la feria de Madrid deber¨ªa tal vez celebrarse en Guadalajara (Espa?a), a menos de una hora.
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