?ltimas voluntades
David Trueba retoma la idea de viaje en 'Tierra de campos', una novela sobre los conflictos emocionales de un m¨²sico que debe enterrar a su padre en su pueblo natal
Nueva novela de David Trueba (Madrid, 1969) en la que elige la idea del viaje ¨Cen este caso se trata de enterrar al padre del protagonista, Dani Mosca, una suerte de cantautor el¨¦ctrico en el pueblo natal de aqu¨¦l- como argumento y excusa para poder leer c¨®mo se entrelazan los personajes alrededor de una vida. El regreso a las ra¨ªces paternas ser¨¢ en un coche f¨²nebre conducido por Jairo, un ecuatoriano locuaz que Trueba ata corto, quiz¨¢s por temor a que le lleve la novela a otro lugar. El coche, el viaje, es una constante en su expresi¨®n tanto literaria como cinematogr¨¢fica. Ese cumplimiento de la ¨²ltima voluntad del padre, es un trayecto estimulante que Trueba utiliza al mismo tiempo como t¨²nel del tiempo, ajuste de cuentas y nueva etapa.
El libro nos explica la biograf¨ªa de Mosca. Una vida que, en su caso, no es sino crecer sin suelo, tanto como m¨²sico sin tradici¨®n aut¨®ctona, autodidacta como de ser emocional, prueba y error, ciudad y pueblo, infidelidad y lealtad. Dani Mosca se crea a s¨ª mismo a trav¨¦s del conflicto emocional con su padre, con una madre que el alzh¨¦imer le arrebata muy joven, con la primera amistad que lo resiste todo ¨Clos personajes de sus camaradas de su banda, Las Moscas, Gus y Animal se levantan del papel, especialmente el primero-, la m¨²sica como modo de ordenarse y con la atracci¨®n amorosa, epicentro y desequilibrio, droga, refugio y, al final, sonido de sirena de ambulancia a lo lejos, en propias palabras de su autor.
Trueba sabe explicar c¨®mo nos relacionamos, c¨®mo colocamos los sentimientos en las casillas correctas y fallidas, a d¨®nde acabamos llegando. Tiene un estilo sencillo, un perdone que le moleste, pero es cumplidor a la hora de explicar una historia, hilvanarla bien, que no se desmesure nunca ni se le vaya la mano con el picante. Nos sale de casa siempre peinado y el paseo fluye pero no olvidemos que, a veces, lo cotidiano es un sitio complicado desde el que escribir ¨Ccomo Nick Hornby-. Trueba lo hace desde un lugar exento de cinismo y ¨¦pica redentora y, al mismo tiempo, nos evita pornograf¨ªa sentimental. Uno puede sentirse c¨®modo en el mundo Trueba, en sus personajes y situaciones, pero lo suyo no es otra cosa que una artificiosa normalidad de las cosas anormales, una representaci¨®n art¨ªstica. Adem¨¢s, en ocasiones ¨Cno siempre, todo hay que decirlo- evita soluciones f¨¢ciles. Afrontar la figura de un m¨²sico ¨Ccomo lo hizo de un futbolista en Saber perder-, no es para nada sencillo. No lo es si adem¨¢s extirpas, en este caso, la complicidad musiquera, el rollo secta, los t¨®picos que simplificar¨ªan nuestra adhesi¨®n. Trata de meterse en la creaci¨®n cuando eso es algo que incluso la mayor¨ªa de biopics sobre m¨²sicos evita explicar: el trabajo de artesano, el ser un mero instrumento de la creaci¨®n no siempre un alma atormentada de clich¨¦. M¨¢s se?ales de escritor: los kil¨®metros del trayecto, m¨¢s de 400 p¨¢ginas pero necesarias para que, especialmente, las relaciones sentimentales puedan tener un por qu¨¦ narrativo tanto comprendido como sentido por el lector. S¨®lo con ese metraje las historias de amor relevantes tienen su propio espacio, ninguna oscurece a la otra.
Es cierto que hay aspectos del libro que uno piensa desaprovechados ¨CJairo, la culpabilidad de las infidelidades, la vanidad- o falto de nervio -?Dani Mosca necesita un letrista, ya mismo!- pero todos son decisiones de autor. Trueba es un escritor mucho m¨¢s seguro e impertinente con el lector de lo que parece mientras lo lees: quiere saber qui¨¦n es ¨¦l mientras t¨² te preguntas por qu¨¦ todo lo suyo se parece tanto a ti sin serlo
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Autor: David Trueba.
Editorial: Anagrama (2017).
Formato: versi¨®n e-book y tapa blanda (404 p¨¢ginas).
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