Santiago Sierra pone nombre a casi 150.000 muertos de la guerra siria
El artista espa?ol organiza una lectura ininterrumpida de las v¨ªctimas durante ocho d¨ªas en cuatro ciudades
Sham Mohammad al-Seid. Sham Samir al-Hamida. Sham Taleb. Sham Tomeh. Estas son cuatro de las 144.308 v¨ªctimas de la guerra de Siria identificadas con nombre y apellido. A lo largo de ocho d¨ªas, en cuatro ciudades de tres continentes, un hombre y una mujer leen la lista f¨²nebre de forma ininterrumpida: de d¨ªa y de noche, a ratos con p¨²blico y otros sin ¨¦l, sus bocas lanzan sin cesar los nombres de quienes la guerra reduce a cifras. Se trata de la ¨²ltima performance del artista espa?ol Santiago Sierra, Los nombres de los ca¨ªdos en el conflicto sirio desde el 15 de marzo de 2011 hasta el 31 de marzo de 2016.
La lectura se realiz¨® de este a oeste. Comenz¨® en el Centro de Arte Contempor¨¢neo de Tel Aviv, el 21 de mayo a las cuatro de la tarde. 48 horas despu¨¦s continu¨® en el Wiener Festwochen de Viena, pas¨® en la Lisson Gallery londinense y finaliz¨® en el Centro Cultural Recoleta de Buenos Aires, donde los muertos resonaran durante 56 horas y 43 minutos mientras sus nombres aparec¨ªan simult¨¢neamente en una pantalla en el marco de la segunda edici¨®n de la Bienal de Performance. Con excepci¨®n de Argentina, que cuenta con pocos hablantes nativos de ¨¢rabe, en los dem¨¢s pa¨ªses los lectores fueron refugiados e inmigrantes de primera y segunda generaci¨®n.
"El punto fuerte (de la obra) es la lista intrincada de nombres, que ha habido que sacarla entre una monta?a de mentiras", dice Sierra en una conversaci¨®n p¨²blica celebrada el martes por la tarde en la elitista Universidad Torcuato Di Tella. La investigaci¨®n estuvo a cargo del Grupo de Investigaci¨®n sobre el Conflicto en Siria (GICS), liderado por Pedro Brieger, profesor de la c¨¢tedra de sociolog¨ªa de Medio Oriente en la Universidad de Buenos Aires. "Fue una tarea muy compleja de chequear muchos datos, porque hay quien habla de hasta 450.000 v¨ªctimas, pero eso es incomprobable", afirma Brieger a EL PA?S. Descartadas las fuentes oficiales -que no dan datos- y otras alternativas -como los registros de los cementerios-, los investigadores tuvieron que recurrir a organizaciones no gubernamentales y contrastar la informaci¨®n que daban, ya que algunas, como el Observatorio sirio de derechos humanos "sube y baja la cifra" sin dar demasiadas explicaciones, denuncia el profesor.?
Brieger se declara "impactado" por la pieza de Sierra. "Creo que su gran m¨¦rito es visibilizar a los muertos, que no son un n¨²mero, son seres humanos", se?ala. Adem¨¢s, considera que pone de relieve el doble est¨¢ndar de Occidente al hablar de las v¨ªctimas. Por un lado, las propias, como los 22 fallecidos en el ataque terrorista de Manchester, "de los que tenemos nombre, apellido, fotograf¨ªa, sabemos a qu¨¦ colegio iban y los sue?os que ten¨ªan", y por otro las ajenas, que se presentan como cifras fr¨ªas, aunque sean civiles.
El precedente de Gaza
"Me parece una buena estrategia echar en cara los muertos al planeta en el que vivo. Mirad a los que os est¨¢is cargando", se?ala Sierra. Ya lo visibiliz¨® antes con los que perdieron la vida en el ataque israel¨ª en Gaza en el verano de 2014 con 2.205 cr¨ªmenes de Estado, y piensa que se podr¨ªa repetir con otras masacres, como las ocurridas en M¨¦xico o en Irak, aunque descarta seguir en esa direcci¨®n en el corto plazo por el desgaste psicol¨®gico de este tipo de trabajos.
La enumeraci¨®n constante es una prueba de resistencia para quienes leen, admiten varios de los performers que actuaron en Buenos Aires. Adem¨¢s de tener que recitar en una lengua desconocida para la que recibieron clases de pronunciaci¨®n, tuvieron que hacerlo en horarios intempestivos, como de madrugada, sin ning¨²n espectador presente. "Fue dif¨ªcil. Por momentos se convert¨ªa en una especie de mantra", confiesa una de las actrices que leyeron. La performance es tambi¨¦n inc¨®moda para el espectador, que rara vez aguantaba m¨¢s de 15 minutos en la sala. "Es una pieza muy poco receptiva para el p¨²blico porque ?en qu¨¦ momento dejas de leer?", se pregunta Sierra. A¨²n as¨ª, en la oscuridad del auditorio, el bombardeo de nombres lleva a preguntarse cu¨¢l fue el final aciago de cada uno de ellos y los espectadores comienzan a establecer conexiones. En Viena, donde tanto los lectores como muchos de los receptores fueron refugiados sirios, la performance les devolvi¨® por un momento al horror de la guerra. En Argentina, este listado remiti¨® inevitablemente a otro, el del n¨²mero de desaparecidos durante la ¨²ltima dictadura, del que pasados ya 40 a?os se desconocen a¨²n muchos nombres.
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