Sampha, sol negro al atardecer
El artista ingl¨¦s fue una de las estrellas de la jornada diurna
El sol. Ni la m¨²sica le quita protagonismo en las primeras horas de la tarde, en aquella explanada inacabable que se llama F¨®rum y que acoge al Primavera Sound. El sol, que cae derretido, hace de las sombras un tesoro. El sol, apenas atenuado por la brisa del mar que como una enorme mancha azul sugiere un ba?o. Quiz¨¢s por el peso del sol, Joan Pons, El Petit de Cal Eril, agradeci¨® a sus seguidores la resistencia que mostraban s¨®lo por verle tocar en directo. S¨ª, el sol pesa, pero al final, en este palacio del mel¨®mano a cielo abierto, la m¨²sica acaba ganando. Ayer lo hizo con actuaciones como la de Sampha, Kepa Junkera con Los Hermanos Cubero o Whitney, primeros ases ganadores de una programaci¨®n que se extender¨ªa hasta que el sol fuese un lejano recuerdo sepultado por la luna.
Pero antes de que eso ocurriese, al atardecer, el sol fue negro y brill¨® con la intensidad del soul urbano del ingl¨¦s Sampha, uno de los nuevos valores de la m¨²sica negra, que como procede hoy en d¨ªa es cantante, compositor, instrumentista y productor. Y tiene una voz hecha para decir cosas bonitas, nada gruesa pero capaz de acariciar en sus canciones. Frente a su escenario se api?o una peque?a multitud que al poco rato del inicio del concierto ya se balanceaban como juntos mecidos por la brisa. Un peque?o espect¨¢culo brindado gratuitamente y muestra de que la m¨²sica negra va haci¨¦ndose su espacio en el festival. Aunque sea, como en el caso de Whitney, mezclada con el pop sutil de esta banda norteamericana, que tambi¨¦n se acerc¨® al country en el concierto inmediatamente anterior al de Sampha.
La jornada hab¨ªa comenzado mucho antes, bajo el sol. A esas tempranas horas todo funciona al ralent¨ª y los espectadores disfrutan a c¨¢mara lenta del enorme espacio del que disponen. En una explanada tama?o XL actuaba el Petit de Cal Eril, nombre que le dan a Joan Pons en su pueblo, Guisona, porque es el peque?o de la casa Eril. Tiene una mirada juguetona que la primera vez parece ingenua, pero nada m¨¢s lejos de la realidad, pues su m¨²sica, un folk de maravillosas melod¨ªas de aire infantil, esconden un mundo on¨ªrico riqu¨ªsimo en el que muerte y vida se dan la mano con naturalidad. Con su banda, en la que se citan dos bater¨ªas, present¨® su ¨²ltimo disco, La for?a, compuesto como para ser susurrado m¨¢s que cantado. Ni el sol elimin¨® el tono de atardecer de sus canciones.
Aunque para huir del sol nada como el Auditori, con sus butacas y su aire acondicionado. Sin embargo, estos argumentos eran banales al escuchar la m¨²sica de Kepa Junkera y de los Hermanos Cubero. V¨¦ase: dos alcarre?os afincados en Barcelona tocando junto a un vasco en un festival con muchos guiris. Algunos hab¨ªa en el Auditori, pero la mayor¨ªa era fauna local, aficionados que entend¨ªan que se estaba fusionando folclore popular de la Alcarria con folclore vasco y, como dijo Quique Cubero, ¡°con la intenci¨®n de demostrar lo cerca que est¨¢n los sitios que parecen lejanos si se escoge un buen punto de vista¡±. Al final son¨® hasta la gralla catalana, en una fusi¨®n folcl¨®rica que encontr¨® cobijo lejos del sol.
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