Airado, polif¨®nico, hist¨®rico y ambicioso
La ambici¨®n de Goytisolo de representar y problematizar la historia no contradec¨ªa en modo alguno su deseo de jugar con el lenguaje
Descubr¨ª la obra de Juan Goytisolo en 1985 cuando fui a Nueva York por primera vez. En un cuarto muy peque?o pegado a una gran biblioteca estaba intentando escribir mi propia y ambiciosa novela, esa en la que encontrar¨ªa mi propia voz. Tambi¨¦n pasaba mucho tiempo visitando y explorando la multitud de peque?as librer¨ªas que hab¨ªa en Nueva York. Un d¨ªa me top¨¦ con un ejemplar de tapas blandas, ya ajado, de la traducci¨®n inglesa de Don Juli¨¢n, una novela con una portada atractiva y un pr¨®logo potente escrito por una de las estrellas del boom, Carlos Fuentes. Compr¨¦ el libro y lo le¨ª con curiosidad, y me sent¨ª muy emocionado por la combinaci¨®n de experimentaci¨®n con el deseo de ver tanto la historia como el presente unidos siempre a trav¨¦s de la mente de su personaje principal.
La voz de Goytisolo era airada, polif¨®nica, hist¨®rica y ambiciosa. Y sin embargo era tierno y conmovedor. Su ambici¨®n de representar y problematizar la historia no contradec¨ªa en modo alguno su deseo de jugar con el lenguaje, experimentar con las voces, inventar nuevas maneras de escribir sobre el ser. La influencia de Joyce y de Faulkner (especialmente de El ruido y la furia) era evidente, pero sus temas y su tono lo hac¨ªan ¨²nico. Segu¨ª ley¨¦ndole aunque algunos de sus libros, como Makbara, lo convirtieron en un escritor dif¨ªcil. ?Se puede escribir desde fuera de los centros del establishment literario, desde un punto de vista marginalizado, y aun as¨ª comunicarse con lectores de todo el mundo? Esa era la pregunta que yo me hac¨ªa. Y me motivaba el ejemplo de Juan Goytisolo. Segu¨ª escribiendo mi novela con m¨¢s entusiasmo.
Unos cinco a?os despu¨¦s el libro que yo hab¨ªa escrito en Nueva York se hab¨ªa publicado ya en Estambul y hab¨ªa sido traducido al franc¨¦s. Mi editor en Gallimard me pidi¨® nombres de personas a quienes enviar ejemplares del libro. Yo no conoc¨ªa entonces a ning¨²n escritor ni intelectual franc¨¦s. Y en ese momento me pareci¨® que la ¨²nica persona que podr¨ªa comprender El libro negro, que as¨ª lo titul¨¦, ser¨ªa Goytisolo. Le di su nombre a Gallimard. M¨¢s de un a?o despu¨¦s Goytisolo me llam¨® por tel¨¦fono a Estambul. Tuvimos una conversaci¨®n muy animada.
En ese momento iba y ven¨ªa de Turqu¨ªa, escribiendo sobre el pa¨ªs y sobre la cultura del islam en un lenguaje muy personal que quedaba fuera del discurso habitual de los viajeros, y eso era algo que a m¨ª me importaba mucho, y que admiraba. Su ensayo comparando Nueva York y Estambul me result¨® liberador, y me ense?¨® cosas sobre mi ciudad en las que antes no me hab¨ªa fijado. M¨¢s adelante, cuando vino a Estambul, nos reunimos, y seguimos vi¨¦ndonos en Espa?a y en Europa (y una vez en Bosnia) en varias reuniones literarias y en festivales. Los organizadores nos invitaban juntos. A veces ven¨ªa con nosotros su novio turco luchador.
En estas reuniones conoc¨ª a un hombre solitario, pensativo y muy tierno. Hab¨ªa algo en ¨¦l que me hac¨ªa sentir culpable, tal vez porque aunque era experimental, juguet¨®n y a veces hasta travieso en su escritura, en la vida diaria se asemejaba a un sacerdote devoto, siempre serio y digno, y parec¨ªa esperar que el sarao literario en el que particip¨¢bamos terminase lo antes posible para irnos todos a casa¡ En los a?os dif¨ªciles, en torno a 2005, cuando me llevaron a juicio por mis ideas en Turqu¨ªa, Goytisolo impuls¨® una carta de protesta y sum¨® a mi causa a todos los escritores importantes del mundo. Hizo todo esto de forma callada, sin mucho alboroto¡ Soy afortunado por haberle le¨ªdo y por haberlo conocido.
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