Los ¡®riders¡¯ de Claudio Tolcachir no prenden
La nueva obra del autor teatral argentino coloca a los repartidores ciclistas en un mundo tan marginal que acaban resultando ajenos
Una gran rueda de bicicleta protagoniza el cartel de Los de ah¨ª, la nueva obra del dramaturgo argentino Claudio Tolcachir, dirigida por el propio autor con producci¨®n del Centro Dram¨¢tico Nacional. Simboliza el asunto central de la obra, protagonizada por tres riders: esos repartidores ciclistas que transportan paquetes por las ciudades a toda pastilla. En pocos a?os se han hecho indispensables en el paisaje urbano. Como los sem¨¢foros, las se?ales de tr¨¢fico, las marquesinas o los pasos de cebra. Es decir, no los vemos ya porque siempre est¨¢n ah¨ª.
Sobre esa idea de ¡°invisibilidad¡± se edifica la pieza. ¡°Seres ignorados, de los que normalmente no recordar¨ªamos rostro ni nombre. Quiz¨¢ sea eso: detener la marcha, acercar la lente hasta identificar sus miradas y sus voces¡±, escribe el autor en el programa de mano. Podr¨ªa deducirse que el espect¨¢culo desarrolla una tem¨¢tica laboral, pero nada m¨¢s lejos. Rehuyendo la prosa pol¨ªtica, Tolcachir trabaja en un plano puramente art¨ªstico y coloca a sus protagonistas en un espacio metaf¨®rico. Un descampado cochambroso a las afueras de una ciudad, acechado por la basura y las garrapatas, donde los riders se re¨²nen en torno a la m¨¢quina expendedora de paquetes, sucia y destartalada, con un punto apocal¨ªptico estilo Mad Max.
De esta forma, Tolcachir escarba sin caer en el sermoneo moral en cuestiones como el desarraigo, la incomunicaci¨®n, la deshumanizaci¨®n en el mundo laboral y lo que ¨¦l llama la ¡°indiferencia social¡±. Pero con un efecto rebote fatal. Al situar a los personajes en un lugar absolutamente marginal, los expulsa de la sociedad. Pero los riders no son personas marginales ni sintecho, est¨¢n en el centro de la vida contempor¨¢nea. Son nuestros vecinos, nuestras hijas, nuestros sobrinos. Somos nosotros cuando nos toca estar ah¨ª.
Esta contradicci¨®n lastra el espect¨¢culo. Porque nos aleja de los personajes y sus problemas. Empatizamos en algunos momentos, pero son tan ajenos que acaban por resultar indiferentes. Justo lo contrario del prop¨®sito de la obra. Tambi¨¦n tiene que ver con la manera en que est¨¢n dibujados: el autor da poca informaci¨®n, descubrimos detalles de sus vidas a medida que avanza la funci¨®n, pero en realidad quedan siempre en segundo plano: el espacio marginal cobra tanto protagonismo que los arrolla. Por otra parte, sus di¨¢logos son intrascendentes y dilatados. Hablan y hablan, pero lo que dicen no interesa demasiado. Esa ch¨¢chara delirante, absurda y alucin¨®gena que tan bien le ha funcionado a Tolchachir en obras anteriores, sobre todo su super¨¦xito La omisi¨®n de la familia Coleman, se hace pesada aqu¨ª porque no estalla: apunta conflictos, pero no los lleva al l¨ªmite.
Los actores interpretan sus papeles con solvencia, aunque les falta un punto de energ¨ªa. Est¨¢n los mejores ingredientes del teatro de Tolcachir, pero como si la masa esta vez no hubiera subido. Adem¨¢s de los tres protagonistas, hay un cuarto rider que no aparece nunca, pero que est¨¢ muy presente y produce angustia: un d¨ªa desapareci¨® y los dem¨¢s temen lo peor porque dej¨® ah¨ª su bicicleta. Y las parejas de dos ellos: una joven superada por su reciente maternidad y otra mujer que abandon¨® marido e hijos para fugarse con el rider. La joven habla un idioma que el resto no comprende, pero la extranjera no es ella sino los dem¨¢s. Son extra?os en un mundo hostil que no entienden y completamente despersonalizado: su ¨²nico v¨ªnculo con ¨¦l es una m¨¢quina que vomita paquetes y dinero.
LOS DE AH?
Texto y dirección: Claudio Tolcachir. Reparto: Nourdin Batán, Fer Fraga, Malena Gutiérrez, Nuria Herrero y Gerardo Otero. Teatro María Guerrero. Madrid. Hasta el 9 de marzo.
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