Un poeta a este lado del cielo
Los versos de Luis Hern¨¢ndez, autor peruano que abandon¨® los libros por la escritura en cuadernos, resucitan con la publicaci¨®n de una antolog¨ªa
Un chiste futbolero recorre los pasillos de la literatura peruana: un chiste sobre el poeta Luis Hern¨¢ndez (Lima, 1941 - Buenos Aires, 1977). Apuntando con malicia al mito que rodea su biograf¨ªa y al culto que se le rinde entre lectores no precisamente de poes¨ªa, el chascarrillo dice que Hern¨¢ndez no tiene lectores, ¡°tiene hinchas¡±, gente que ha memorizado sus versos m¨¢s ¡°f¨¢ciles¡± o coloquiales y los reproduce en grafitis, muros de Facebook o cartas de amor fulminante como si fuesen pegadizos estribillos de m¨²sica pop.
Su vida tan intensa como breve, acabada tr¨¢gicamente en las v¨ªas de un tren a los 35 a?os, y la forma en que hizo circular su literatura, abandonando la publicaci¨®n formal al tercer libro y convirti¨¦ndola en cuadernos aut¨®grafos que escrib¨ªa y llenaba de dibujos con rotuladores de colores para luego regalarlos a amigos, conocidos o personas a las que simplemente encontraba por ah¨ª, son una vida y una forma de transmitir la experiencia po¨¦tica destinadas a forjar una leyenda.
Luis Hern¨¢ndez fue (es) Luisito Hern¨¢ndez, Billy the Kid y Shelley ?lvarez. Tambi¨¦n Gran Jefe Un Lado del Cielo, otro de los personajes que cre¨® para s¨ª mismo y a partir del cual la editorial Esto no es Berl¨ªn ha reunido la primera muestra de su poes¨ªa en Espa?a. La intenci¨®n de Gran Jefe¡, el libro, es darle por fin ¡°una silueta reconocible¡±.
Fue m¨¦dico, psic¨®logo y m¨²sico adem¨¢s de poeta. Hablaba ingl¨¦s y alem¨¢n a la perfecci¨®n, ten¨ªa un franc¨¦s notable, sab¨ªa lat¨ªn y, por influencia de un maestro erudito y pol¨ªglota, algo de hebreo y griego cl¨¢sico. Tambi¨¦n fue actor, dramaturgo, torero y astr¨®nomo diletante, estudioso de la teor¨ªa de la m¨²sica de las esferas de Kepler, y como de ni?o hab¨ªa sido particularmente flaco, se aficion¨® tanto a las flexiones de pecho que invent¨® las ¡°planchas voladoras con una sola mano¡±. As¨ª se lo encontraban a menudo sus amigos, poniendo a prueba los m¨²sculos, las leyes de la f¨ªsica y su sentido del humor. (¡°Yo hubiera sido Premio Nobel de F¨ªsica, pero el sol, la cerveza, la playa, la coca cola, los parques y un amor me lo impidieron¡±). Entre 1961 y 1965 aparecieron los tres ¨²nicos poemarios que llev¨® a libro: Orilla, Charlie Melnick (otro personaje, en este caso trasunto del rey Menelik II de Etiop¨ªa por quien Rimbaud se hizo traficante de armas) y Las constelaciones.
Las cr¨ªticas se ensa?aron con su voz ¡°extranjerizante y sin arraigo idiom¨¢tico¡±, su humor ¡°chistoso¡± lleno de jerga popular y su falta de compromiso pol¨ªtico en tiempos en que, como dice Mart¨ªn Rodr¨ªguez-Gaona, ¡°lo Latinoamericano y la Cultura con may¨²sculas, la Revoluci¨®n cubana, el Boom, etc¨¦tera¡± eran las elementales coordenadas literarias del circuito institucional. As¨ª naci¨® el mito que hoy se puede contar f¨¢cilmente: ¡°Dolido, LH dej¨® de publicar y traz¨® el plan de lo que iba a venir¡±, los 70 cuadernos identificados hasta el momento que conforman lo m¨¢s valioso de su corpus literario.
A ello se suma el misterio que a¨²n hoy envuelve las circunstancias de su muerte. Ocurri¨® en Santos Lugares, dentro del Gran Buenos Aires, no muy lejos de la cl¨ªnica en la que hab¨ªa ingresado para curarse de su adicci¨®n a los analg¨¦sicos y ansiol¨ªticos que ¨¦l mismo se recetaba (no soportaba los dolores, dec¨ªa, asociados a la ¨²lcera de un cent¨ªmetro de di¨¢metro que le hab¨ªan diagnosticado: ¡°Soy Billy the Kid / Ladr¨®n de bancos / Y voy herido por la espalda / Y como herido voy / S¨¦ d¨®nde he de ir¡±). Muri¨® golpeado por un tren ocho d¨ªas antes de volver a Lima luego de que en la cl¨ªnica le dieran el alta. El mito sigui¨® sumando: ¡°LH se hab¨ªa suicidado".
Francisco Jurado y Jaime Rodr¨ªguez Z., editores de Esto no es Berl¨ªn y no por gusto poetas ellos tambi¨¦n, le proponen al lector espa?ol una lectura de Gran Jefe¡ sin los anteojos de la leyenda. ¡°Que muchos de los versos de LH sean carne de merchandising tiene que ver, creo, con el ideario pop que ¨¦l encarnaba¡±, dice Rodr¨ªguez. ¡°Sus referentes van de H?lderlin a los Beatles o Los Cinco rusos (Rimski-K¨®rsakov...), y hasta se podr¨ªa hacer un estudio del uso de las marcas comerciales en su poes¨ªa. Y estamos hablando de los a?os sesenta en Lima¡¡±. Es curioso. Entre los nuevos lectores espa?oles de Gran Jefe¡ algunos lo comparan con el impacto que sintieron al escuchar a Los Saicos, pioneros del punk, y descubrir que era una banda peruana de los sesenta. Algo deb¨ªa de estar pasando all¨ª entonces al margen de Esas May¨²sculas a las que se refer¨ªa Rodr¨ªguez-Gaona. Algo como el segundo movimiento de su poema dedicado a Pound: ¡°Ezra: / S¨¦ que si llegaras a mi barrio / Los muchachos dir¨ªan en la esquina: / Qu¨¦ tal viejo, che¡¯ su madre¡±.
O tambi¨¦n algo como esto: ¡°Mi pa¨ªs no es Grecia, / Y yo (23) no s¨¦ si deba admirar / Un pasado glorioso / Que tampoco es pasado. / Mi pa¨ªs es peque?o y no se extiende / M¨¢s all¨¢ del andar de un cartero en cuatro d¨ªas / Y a buen tren¡±.
Para completar el rescate, la editorial peruana Pesopluma ha creado el primer archivo digital en alta resoluci¨®n de los cuadernos de LH. Son unas 8.000 im¨¢genes que formar¨¢n parte del ciclo de exposiciones que se preparan por los 40 a?os de la muerte del poeta, algunas de las cuales se reproducen aqu¨ª.
Babelia
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