La peque?a Pompeya de Roma
Las excavaciones para la nueva l¨ªnea del metro hallan una excepcional casa del siglo II d.C.
Un incendio estalla de repente en una acomodada casa del Celio, una de las colinas del sureste de Roma. La vida que transcurre tranquila en su interior se detiene de golpe. Las llamas truncan un d¨ªa cualquiera del a?o 200 d. C. y lo cristalizan para la eternidad. Porque los restos de aquella edificaci¨®n de la ¨¦poca imperial media fueron hallados mil ochocientos a?os despu¨¦s por los obreros que excavan las entra?as de la capital italiana para ampliar la red del metro.
Los arque¨®logos y los restauradores de la Superintendencia municipal velan en todo momento sobre las obras activas en la Ciudad Eterna. Estaban all¨ª mientras, a pocos metros de la bas¨ªlica San Juan de Letr¨¢n, se abr¨ªa un pozo para airear las galer¨ªas donde correr¨¢n los trenes. A nueve metros de profundidad las excavadoras tuvieron que parar frente al descubrimiento de esta ¡°peque?a Pompeya¡± (como la han definido los medios italianos) y dejar paso a los guantes, a los pinceles y a los ojos emocionados de los arque¨®logos.
¡°Lo que acerca estas ruinas a Pompeya o Herculano es el hecho excepcional de que podamos contemplar un fragmento embalsamado de vida cotidiana, algo que sucede solo en condiciones ambientales y clim¨¢ticas excepcionales o tras acontecimientos excepcionales ¡ªdice el superintendente especial para las ¨¢reas arqueol¨®gicas de Roma, Francesco Prosperetti¡ª. El incendio provoc¨® el desplome de la segunda planta sobre la primera. En pocos minutos qued¨® todo carbonizado, sellado¡±, agrega. Como para fortalecer su argumentaci¨®n, se acerca a una caja llena de barro negro del que sobresale un peque?o esqueleto. ¡°Esta es la ¨²nica v¨ªctima segura del fuego: el perro de la casa. Estaba acurrucado frente a una puerta, probablemente qued¨® atrapado en la habitaci¨®n¡±, explica.
El hallazgo incluye tambi¨¦n fragmentos de un fresco pegado a una pared que conserva por detr¨¢s las tuber¨ªas donde corr¨ªa el agua ardiente para calentar la habitaci¨®n; un fragmento de pavimento de mosaico fino blanco y negro; partes de un entrepiso de madera perfectamente conservado (hasta se ve un gran clavo de hierro hundido en una viga). Es este ¨²ltimo lo que hace brillar los ojos del equipo que desde diciembre excava y barre en el fondo del pozo. ¡°No pod¨ªamos creerlo: las materias org¨¢nicas no suelen llegar intactas hasta nosotros¡±, cuenta uno de los restauradores, Adone Pelly, encaramado en los andamios con casco amarillo y chaleco fluorescente. Nueve metros por debajo de sus botas, cuatro compa?eros mueven con esmero los pinceles.
Del pasado tambi¨¦n volvieron piezas del mobiliario: la pata carbonizada de un taburete, un gran caj¨®n, el plano de una mesa. ¡°Esta edificaci¨®n se encuentra a la misma profundidad del cuartel romano descubierto en 2016 unos doscientos metros m¨¢s all¨¢. Por la riqueza de los adornos, la abundancia de los muebles y el nivel tecnol¨®gico del sistema de calefacci¨®n pienso que fue la casa del comandante¡±, baraja Simona Morretta, responsable cient¨ªfica de las excavaciones.
Este pozo de ocho metros de di¨¢metro fue construido despu¨¦s de delicadas inspecciones. ¡°Sab¨ªamos que hab¨ªa algo all¨ª abajo ¡ªexplica Prosperetti¡ª. En la colina del Celio surg¨ªan mansiones y jardines de las familias patricias. A sus pies, donde estamos ahora, se extend¨ªa un gigante acuartelamiento para los legionarios, que el emperador Aureliano orden¨® derribar a mediados del tercer siglo d.C. para construir nuevas murallas¡±. Unos a?os antes, un incendio hab¨ªa engullido la casa del comandante. ¡°Este tramo del metro correr¨¢ en un ¨¢rea tan tupida de historia que representa un unicum en el mundo. Por eso cuesta tanto abrirse paso en sus entra?as. Sacaremos las ruinas de aqu¨ª y las expondremos en la futura estaci¨®n¡±, sonr¨ªe confiado Andrea Sciotti, el ingeniero que coordina las obras del nuevo tren subterr¨¢neo. Probablemente el suyo sea uno de los oficios m¨¢s delicados de la capital: Sciotti tiene que preservar los restos de la Roma imperial y tutelar a la vez sus habitantes contempor¨¢neos, que necesitan desplazarse por una ciudad inmensa y eternamente atascada.
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