El esp¨ªritu de Freedonia

Al comienzo de Screwball Squirrel (1944), un corto de Tex Avery para MGM, una dulce ardillita disneyana se pasea por un bosque ideal mientras desgrana una relamida introducci¨®n. Al rato, hace su aparici¨®n Screwball Squirrel, la Ardilla Loca que fue una de las creaciones m¨¢s extremas y delirantes del animador, y se lleva a su compa?era de especie tras un ¨¢rbol, donde desarticula su cursiler¨ªa a expeditivos pu?etazos. En una de las primeras im¨¢genes de Gru 3. Mi villano favorito, dos peces payaso, evocadores del imaginario de Buscando a Nemo (2003), nadan en las profundidades marinas¡­ hasta que un artefacto tripulado por Minions pasa arrasando la paz acu¨¢tica y deja a uno de los adorables personajes reducido a su cola. M¨¢s de sesenta a?os separan los dos momentos, pero el sentido es el mismo: una toma de postura enfrentada a un modelo can¨®nico de excelencia ¨Centonces Disney, hoy Pixar- y definida en la apuesta incondicional por la diversi¨®n, la irreverencia, el desacato y la libertad creativa.

Gru 3. Mi villano favorito disemina otras pistas que dejan claro que el objetivo no es parecerse, ni competir en la gran liga comandada por John Lasseter ¨Cque, por cierto, este verano dejar¨¢ constancia de sus limitaciones en la rutinaria Cars 3-. No es casual que buena parte de la historia tenga lugar en el pa¨ªs imaginario de Freedonia, inmortalizado en Sopa de ganso (1933), ni que al villano de la funci¨®n ¨CBaltazhar Bratt, un ex ni?o prodigio de la televisi¨®n de los ochenta- le preste su voz Trey Parker, cocreador de South Park. La pel¨ªcula de Pierre Coffin, esta vez respaldado por Kyle Balda, director de Los Minions (2015), y por el debutante Eric Guillon, deja claro por activa y por pasiva que no aspira a la inmortalidad, sino a la fiesta.

Lejos de limitarse a repetir jugada, Gru 3, Mi villano favorito ampl¨ªa con ingenio el marco familiar de su protagonista, prolonga de manera consecuente su evoluci¨®n dram¨¢tica, evita los dise?os gen¨¦ricos en personajes secundarios, cuestiona festivamente la celebraci¨®n acr¨ªtica de la cultura pop de los ochenta y logra complacer sin saturar.