Dos heridos en un vistoso y r¨¢pido encierro de San Ferm¨ªn
Cuatro mozos resultaron contusionados, dos de ellos con traumatismo craneoencef¨¢lico
Dos heridos por asta de toro -uno, en la pierna derecha y otro en la ingle-, y cuatro contusionados -dos de ellos con traumatismo craneal- es el primer balance del s¨¦ptimo encierro de San Ferm¨ªn, protagonizado por los toros de la ganader¨ªa de N¨²?ez del Cuvillo. Pero a falta de nuevos datos, parece que las cornadas han sido consecuencia de imprudencias de corredores m¨¢s que de las intenciones manifiestas de estos animales, modelos de nobleza del campo bravo espa?ol.
Los animales llegaron a Pamplona con la lecci¨®n bien aprendida; ellos pertenecen a la alta alcurnia de la tauromaquia actual, toros elegantes y artistas, que no destacan en los ruedos por su fiereza ni especial peligro. Toros guapos, eso s¨ª, bien entrenados, exigidos por figuras y aspirantes a la gloria, y animales asiduos a las m¨¢s conocidas pasarelas de la alta costura taurina.
No pod¨ªan faltar en Pamplona, y aqu¨ª, en su octavo encierro desde 1995, han vuelto a dejar estela de su buena estela y mejor origen.
Otra vez, como ya es habitual, los cabestros iniciaron la carrera cuando se abrieron las puertas del corrales de Santo Domingo, mientras los cuvillos se arropaban entre sus anfitriones ante la sorpresa matinal de desconocidas consecuencias.
Pero no tardaron en sentirse como en casa. Recordaron, entonces, los mensajes de sus recientes antepasados, y enfilaron la Cuesta con sobradas energ¨ªa, prueba evidente de sus frecuentes y duros entrenamientos en la dehesa gaditana de Vejer de la Frontera.
All¨¢ que iba, todo ufano, un toro colorao, en cabeza de cabeza cuando se encontr¨® de bruces con un corredor en mitad de la calle que lo miraba de frente, imp¨¢vido como una estatua. Y se lo llev¨® por delante, y lo corn¨¦o, como no pod¨ªa ser de otra manera, y seg¨²n determinan los genes de los toros bravos, que estos de Cuvillo son bondadosos, pero no tontos. Total, que el mozo despistado ya reposa en el hospital, y se supone que con la lecci¨®n aprendida: con los toros, aunque sean artistas, no se juega.
Un animal de capa negra fue el primero en alcanzar la curva de Mercaderes y enfil¨® a toda velocidad la calle Estafeta; pero ning¨²n miembro del grupo parec¨ªa dispuesto a dejarse ganar la pelea.
Cinco toros llegaron en manada hasta el tramo de Telef¨®nica, cuajado de gente, como cada ma?ana, y enfilaron la bajada al t¨²nel del callej¨®n sin m¨¢s incidencias.
Pisaron el ruedo cuando el cron¨®metro marcaba los dos minutos y diez segundos, pero los seis de N¨²?ez del Cuvillo se sintieron solos, sin el cuidado de los cabestros, que no hab¨ªan podido mantener el ritmo, y no supieron qu¨¦ hacer. Vieron abierta la puerta de los corrales pero prefirieron darse una vuelta por el ruedo hasta que llegaron los gu¨ªas.
En fin, toros de alta alcurnia.
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